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¿Por qué quieren los políticos militarizar la seguridad pública? Opinión Héctor Andrade/AgenciaUno

¿Por qué quieren los políticos militarizar la seguridad pública?

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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Me coloco en los zapatos del Presidente y entiendo que todas las micros le sirven, pero olvida que más importante aún es un buen sistema nacional de inteligencia. De lo contrario, no sabrá quién es el enemigo, cuándo hay peligros inminentes y cuáles son los blancos que hay que proteger.


El Presidente de la República informó ayer que había citado al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), una instancia que desde las modificaciones constitucionales de Ricardo Lagos es solo consultiva y no tiene ninguna capacidad para tomar decisiones, siendo para todos los efectos una simple acción comunicacional, que busca transmitir que el tema de la seguridad pública es algo muy importante para el Gobierno.

La comunicación presidencial indica que, junto con establecer un gabinete especial de seguridad, “he decidido convocar al Consejo de Seguridad Nacional, al Cosena, para el próximo lunes a primera hora, para poder recibir aportes y comentarios acerca de la mejor forma de implementación el proyecto de infraestructura crítica que actualmente está en tramitación en el Congreso Nacional y que nos permitirá contar con dotación militar en lugares críticos donde haya que reforzar la acción de las policías”.

Lo anterior asume que el Gobierno tiene una estrategia para enfrentar el tema, entiende qué implica militarizar la seguridad pública, y que las Fuerzas Armadas no solo están de acuerdo en ser usadas para propósitos distintos a sus fines primarios, sino que también tienen las capacidades, presupuesto, entrenamiento, doctrina y la protección legal que evite que terminen en tribunales al primer tiro que haya que disparar, algo que también importa a las policías, ya que tampoco sienten tener el respaldo del Gobierno, Ministerio Público y tribunales en esta materia.

Es impresionante que 50 años después no solo se haya recordado lo que ocurrió en Chile en 1973, sino que estemos militarizando Chile en formas similares a las que tuvo que recurrir Salvador Allende para sostenerse en el poder, quien la tuvo más fácil, ya que entonces las Fuerzas Armadas tenían asumido que la seguridad interior era un tema del cual no podían escapar, ya que la Constitución del 25 las incluía en lo que se llamaba “la fuerza pública”.

Me coloco en los zapatos del Presidente y entiendo que todas las micros le sirven, pero olvida que más importante aún es un buen sistema nacional de inteligencia. De lo contrario, no sabrá quién es el enemigo, cuándo hay peligros inminentes y cuáles son los blancos que hay que proteger.

Estando yo en desacuerdo en el uso de las Fuerzas Armadas para fines de seguridad pública –y que, de ser necesario, solo debe ser ocasional y excepcional–, su uso para fines de protección de infraestructura es poco eficiente y eficaz. Si le quiere declarar la guerra al crimen organizado y delincuentes, va a tener que hacerlo a la ecuatoriana. Es decir, los sale a buscar y los mete a la cárcel. Quedarse esperando a que vengan a atacar no es algo recomendable. Es tan ineficiente como solo dedicarlas a proteger caminos en la macrozona sur.

Si bien es cierto que colocar militares en las calles puede ser impresionante para la opinión pública, no lo es para quienes quieren afectar el orden público y eventualmente afectar la infraestructura crítica. Saber dónde están ubicadas las fuerzas militares, operando solo como guardias de seguridad sin atribuciones especiales, es algo de lo cual los criminales harán buen uso. Evidentemente no atacarán donde hay militares y, por lo demás, quizá ni les interesa afectar la infraestructura crítica. Si fuera uno de ellos, me mantendría lejos de donde están estacionadas las Fuerzas Armadas, ya que no contribuye a sus objetivos criminales.

Siempre he sido crítico del proyecto de infraestructura crítica. Es algo que nació mal y está mal planteado, al punto que prefiero un Estado de Excepción potente que permita un uso más efectivo de las instituciones armadas: si las vamos a meter en el baile, hagámoslo bien. Si no, es desgastar a su gente, darles un mal uso a sus capacidades, realizar acciones inefectivas que no pasan más allá de ser una acción de marketing y publicidad del Gobierno, el que de seguro asignará la falta de efectividad a las Fuerzas Armadas, si es que las cosas continúan como están o se colocan peores.

Para usar las FF.AA. se debe entender cuál es su propósito, para qué están entrenadas, cuáles son sus capacidades, cómo operan, cómo planifican sus operaciones, su doctrina y reglas de uso. En ese sentido, su uso como guardias de seguridad les hace perder su capacidad de disuasión, ya que se conoce dónde están ubicadas, cuál es su misión y las reglas con que operan. Los militares están entrenados para buscar a sus enemigos, neutralizarlos o destruirlos, o bien defender objetivos de valor militar de ataques de fuerzas enemigas. No están hechos para defender infraestructura crítica de ataques de chilenos, menos del crimen organizado.

Todo lo que sea el empleo de fuerzas militares en cosas que no sean la protección de los territorios, espacios marítimos y aéreos chilenos, o del interés nacional, donde sea que esté ubicado, no es eficiente o efectivo, y su uso en labores policiales va a necesariamente degradar sus capacidades en los ámbitos a los cuales se deben. Pueden ser usadas para neutralizar o destruir fuerzas insurgentes que buscan reemplazar al Estado de Chile, pueden prestar capacidades logísticas y tecnológicas a las policías, pero no más que eso, y de ser usadas para fines de orden y seguridad interior, solo debe ser en forma excepcional y no permanente.

No debemos confundir el hecho de que sean Fuerzas Armadas organizadas, disciplinadas, jerarquizadas, obedientes y no deliberantes, con ser servidores públicos para todo uso, incluyendo ser policías, bomberos y salubristas. Si lo hacemos, estaremos hipotecando el futuro y posiblemente abriéndonos a los problemas que ya hemos experimentado en el pasado, cuando Chile se militariza.

Recurrir a las Fuerzas Armadas para arreglar la seguridad pública indica que las cosas están mal y quizás fuera de control. No veo otra razón para que el Gobierno quiera militarizar las calles y entregarles el control, tal como lo hizo Sebastián Piñera en octubre de 2019. Espero que no se les ocurra meter a los comandantes en Jefe al gabinete y que se le pida al general Iturriaga ser el ministro del Interior y Seguridad Pública. Mucho más efectivo es empoderar a las policías y aplicar mano dura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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