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Cobalto, un llamado de atención en la carrera por minerales críticos Opinión

Cobalto, un llamado de atención en la carrera por minerales críticos

Willy Kracht
Por : Willy Kracht Senador universitario.
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Chile tiene mucho que aportar en esta discusión multilateral y es de esperar que nuestra estrategia no se limite a un buen posicionamiento de los minerales chilenos en la economía verde que emerge, sino que denunciemos con fuerza las consecuencias que la carrera por minerales críticos puede tene


Cuando hablamos de almacenamiento de energía en baterías, prestamos mucha atención al rol protagónico del litio, por tratarse del componente más importante en las baterías recargables. Estas nos permiten no solo cargar artículos electrónicos, sino que también son responsables de que hoy podamos soñar con desplazar los combustibles fósiles reemplazando la combustión interna por motores eléctricos, cuyo funcionamiento depende, en parte, de baterías que contienen litio. Pero no solo este elemento es importante en el reino del almacenamiento de energía en baterías. En el caso de los artículos electrónicos, como celulares, computadores portátiles o tablets, el litio suele estar acompañado de cobalto, en una combinación que permite tener baterías de alta capacidad, rápidas de cargar, estables y con larga vida útil. 

Dada su importancia en el almacenamiento de energía y por tratarse de un metal escaso cuyo suministro podría sufrir interrupciones, el cobalto es uno de los protagonistas en la carrera por minerales críticos para la transición energética, lo que le asigna un carácter de recurso estratégico. De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), un 70% de la producción mundial de cobalto proviene de la República Democrática del Congo (RDC), específicamente de la antigua región de Katanga, en el sureste de ese país. ¿El problema? Las condiciones de trabajo para la producción de cobalto en el Congo no podrían estar más lejos de la realidad de los usuarios y consumidores de celulares o laptops. Una parte importante del cobalto producido en DRC, entre un 25 y 30%, proviene de minería artesanal informal, donde el trabajo infantil es parte de la cruda realidad. Es lo que describe Siddharth Kara en su libro “Cobalt red: how the blood of the Congo powers our lives”, cuya versión en castellano ya está disponible (“Cobalto rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes”). 

“Cobalto rojo” es un llamado de atención sobre la desigualdad en el proceso de transformación hacia una economía carbono neutral. Un llamado de atención sobre el costo que personas, familias y comunidades enteras pagan para que nuestros celulares puedan funcionar; sobre cómo día a día niños, niñas y adolescentes dejan de ir al colegio para trabajar en la minería del cobalto para subsistir. Kara describe cómo en el caso del cobalto proveniente del Congo, la trazabilidad no es posible, lo que implica que, si por azar usted está leyendo estas líneas en un celular o tablet, tenga entre sus manos, empaquetado en forma de un sofisticado avance de la electrónica y la ciencia de los materiales, un poco de cobalto que antes pasó por las manos de un niño de África central, quien no tuvo otra opción que arriesgar la vida para que nosotros, al otro lado del planeta, podamos seguir soñando con electromovilidad y transición energética. 

En Chile tenemos una institucionalidad minera y ambiental robustas, una minería de pequeña escala bien regulada, con un bajísimo nivel de informalidad. Las condiciones de seguridad en la actividad minera local son un ejemplo y no permitimos el trabajo infantil, ni en minería ni en ninguna actividad económica. El cobre y litio chilenos son altamente trazables, lo que nos permite contribuir a la lucha contra el cambio climático sin pagar con miseria nuestra participación en este desafío. Pareciera no haber espacio posible para comparar nuestra minería con lo descrito para la minería de cobalto en el Congo. En este escenario, bien podríamos ceder a la tentación y optar por la autocomplacencia, mirar hacia adentro y conformarnos con lo bien que lo hacemos. Otra opción es que tomemos conciencia, miremos también al exterior y asumamos un rol activo en la agenda multilateral de minerales críticos, exigiendo que la transición que como humanidad estamos impulsando sea justa y no sea tolerable lo que hoy ocurre en el Congo. 

Chile tiene mucho que aportar en esta discusión multilateral y es de esperar que nuestra estrategia no se limite a asegurar un buen posicionamiento de los minerales chilenos en las cadenas de valor de la economía verde que emerge, sino que denunciemos con fuerza las consecuencias que la carrera por minerales críticos puede tener si no se toman los debidos resguardos. Nuestro compromiso irrestricto con los derechos humanos así lo exige. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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