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La revancha de Chadwick (o la obra póstuma de Piñera) Opinión

La revancha de Chadwick (o la obra póstuma de Piñera)

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Fuera de cualquier cálculo, su primo lo catapultó -de manera póstuma- y lo trajo de regreso a la primera plana política, diez meses antes de que Chadwick cumpla la sentencia del Congreso. Al asumir en el Grupo Libertad y Democracia -integrado por ex presidentes de derecha- vuelve a la política.


Sin duda, este ha sido un verano intenso para la política. La cocina de Pablo Zalaquett, la detención en su casa de Cathy Barriga, el diputado Nelson Venegas dio positivo en test de drogas, su colega Emilia Schneider no se quiso hacer el examen, los espantosos incendios en Valparaíso, que han dejado una serie de dudas de nuestra precaria preparación y reacción para eventos que ya forman parte de la realidad de todos los veranos. También supimos, la semana pasada, que el exdiputado Gustavo Hasbún lidera una empresa de asesoría, que entre sus consultores tiene a Hugo Gutiérrez (PC) y a Felipe Ward (UDI). Como diría Nicanor Parra, derecha e izquierda unidas, jamás serán vencidas.  

Y por supuesto, los dos hechos políticos más relevantes. En primer lugar, la sorpresiva y trágica muerte del ex Presidente Sebastián Piñera, que significó una tregua humana y republicana entre gobierno y oposición, reflotó al llamado piñerismo, e hizo aparecer -interrumpiendo su largo mes de vacaciones-, cual milagro, a una gran cantidad de parlamentarios y políticos de todos los sectores contando sus anécdotas, cercanía, amistad o enemistad con Piñera. Y solo unos días antes del accidente, y con menos trascendencia de lo que correspondía, el anuncio del retiro de la vida política pública del ex Presidente Ricardo Lagos. Es decir, en un par de semanas, la política chilena perdió a dos líderes claves de las últimas décadas. De paso, Michelle Bachelet quedó como “la” referente política de la era post dictadura. 

Sin duda, este verano quedará en la historia como aquel en que la política se quedó sin dos referentes, Piñera y Lagos, pero también se recordará porque la muerte del exmandatario logró remover con fuerza el tablero político de la derecha. Si el proyecto que representa José Antonio Kast estaba dañado con el resultado del plebiscito, el reflote del piñerismo fue un golpe duro para la derecha extrema. Creo que el legado póstumo de Piñera es que refuerza a una centroderecha que hasta hace unas semanas estaba sumida en la confusión, arrastrada como un vagón de cola por los republicanos, desde que obtuvieron mayoría el 7 de mayo, la que se farrearon en el segundo proceso constitucional.

Piñera póstumo también logró algo que lo obsesionaba desde su primer mandato: obtener el esquivo cariño de la gente. Creo que ni el ex Presidente pudo haber soñado jamás las expresiones de afecto y dolor que vimos los días posteriores a la tragedia del lago Ranco. Pero, además, la muerte de Piñera trajo consigo la reaparición de Andrés Chadwick. El primo del ex Presidente, su hombre de confianza, el político que lo acompañó en sus dos períodos, que debió retirarse – y sumergirse- de la política producto de la acusación constitucional que lo condenó por las violaciones a los derechos humanos vinculados al actuar de la policía en el estallido social. 

La verdad es que lo que ocurrió a Chadwick en 2019 fue un golpe muy duro, no sólo para la derecha y para la UDI, sino especialmente para Piñera. El ex Presidente resintió, como nadie, la partida de su mano derecha, y la deshonra para su gobierno, aunque Chadwick se convirtió en el fusible que lo sacó del peligro, en un momento en que la oposición acorralaba al ex Presidente, exigiendo responsabilidades políticas por las víctimas que dejó la revuelta.

Fue un momento de máxima debilidad, ya que incluso algunos personajes de su propio sector eran partidarios de una salida prematura del gobernante, lo que han denunciado dirigentes de la derecha en los días posteriores a su muerte. Andrés Chadwick fue el pato de la boda de la crisis de 2019, en la que Piñera llegó a tener 6% de apoyo en las encuestas. Quien sabe qué giro pudo haber hecho la historia, porque la verdad es que la irrupción del Covid19 le cayó como un salvavidas a Piñera, modificando por completo la agenda, e incluso la interpretación de los hechos ocurridos en el estallido. 

El primo, ex Mapu, discípulo directo de Jaime Guzmán, actor directo en la institucionalidad de la dictadura y referente de la Unión Demócrata Independiente, debió resignarse a una suerte de exilio político, por lo que tuvo que refugiarse en algunas de las múltiples organizaciones creadas por Piñera -además de su trabajo en la Universidad San Sebastián, vaya nombre, en que es decano de Derecho-, conformándose con un rol secundario, alejado de los medios de comunicación y las cámaras. Sin embargo, Chadwick asumió la responsabilidad de mantener el piñerismo vivo, de seguro, alimentando los deseos de revancha, después de la afrenta sufrida. Me imagino cómo cada día de estos más de cuatro años, Chadwick soñó con que llegara el 11 de diciembre de 2024 para reivindicar su nombre y volver a la primera línea. Más que mal, un animal político es siempre un animal político.

E inesperadamente, fuera de cualquier cálculo, su primo lo catapultó -de manera póstuma- y lo trajo de regreso a la primera plana política, diez meses antes de que Chadwick cumpla la sentencia del Congreso. En menos de 24 horas, el primo asumía la sucesión del mandatario fallecido, cuando la familia del ex Presidente lo designó como “coordinador político”, además de ser su reemplazo en el Grupo Libertad y Democracia -integrado por ex presidentes de derecha- en materia internacional. Se dará entonces la paradoja: Andrés Chadwicken asumirá en el Grupo Libertad y Democracia -integrado por ex presidentes de derecha- en materia internacional, pese a que aún no puede ocupar cargos públicos en Chile. 

Lo cierto es que Chadwick ya se dio un gusto importante. Tomó el rol de enlace con el gobierno, es decir, con los mismos que lo acusaron y condenaron al exilio político. De seguro el primo del expresidente ocupará un espacio destacado en su sector, contribuyendo a posicionar al piñerismo, ese grupo transversal que integran dirigentes de la UDI, RN, Evópoli y algunos Amarillos y Demócratas, con la perspectiva de instalar a uno de los suyos en la presidencia -Matthei por ahora- y volver a tomar la delantera frente a los republicanos. Y de paso, es probable que volvamos a ver el 2025 a Andrés Chadwick como senador o ministro.

De esta forma, la revancha -o venganza- de Chadwick para volver a la política y liderar la centroderecha, será gracias a una obra póstuma de su primo Sebastián Piñera. Vaya las paradojas de la vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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