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Aprendizajes inspirados en la naturaleza: reflexiones del encuentro de Educación Sostenible Unesco Opinión Observar el bosque Pehuén. Crédito: Amparo Irarrázaval

Aprendizajes inspirados en la naturaleza: reflexiones del encuentro de Educación Sostenible Unesco

Amparo Irarrázaval Bustos
Por : Amparo Irarrázaval Bustos encargada de proyectos de aprendizajes de Fundación Mar Adentro, es artista visual, posee un minor en Gestión del emprendimiento por la Pontificia Universidad Católica de Chile y cuenta con estudios en University of the Arts London, Central Saint Martin´s.
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El desafío será promover el involucramiento de las comunidades educativas e incorporar esta perspectiva en su cotidianeidad y en sus formas de trabajo.


Lograr que la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) se convierta en una herramienta efectiva frente a la crisis socioecológica actual es un desafío significativo y, ante esto, es necesario generar instancias para compartir experiencias e iniciativas en esa dirección, perspectiva que ha sido impulsada por UNESCO con el objetivo de promover la formación de agentes de cambio para una sociedad en vías de una sustentabilidad ecológica, social y educacional. 

Estos desafíos requieren implementar acciones en diferentes espacios y contextos más allá de las escuelas o la educación formal, una perspectiva clave para diversos especialistas y agentes educativos reunidos en la primera Reunión mundial de la Red para la Educación Sostenible –EDS 2030– organizada por UNESCO. El semestre pasado fui invitada a asistir a este encuentro realizado en Tokio en representación de Fundación Mar Adentro, oportunidad que me permitió conocer diversas experiencias y entornos de aprendizaje en la voz de relevantes actores.

El encuentro buscó intercambiar experiencias y generar puentes entre múltiples actores educativos y ciudadanos de diversos países del mundo. En diferentes sesiones pudimos trabajar en torno a los objetivos de este encuentro: cómo la EDS fortalece la calidad y pertinencia de la educación en el contexto de su transformación; desarrollar respuestas educativas sistémicas a los desafíos actuales de desarrollo sostenible; y fortalecer la participación de las partes interesadas en la implementación de la EDS hacia 2030. 

Tuve el honor de compartir y aprender de docentes, académicos y representantes de comunidades provenientes de diversos contextos socioambientales, quienes dieron a conocer sus experiencias inspiradoras de resiliencia y aprendizaje colectivo, entre ellos, gestores provenientes de países africanos que enfrentan la sequía, como Viktoria Keding de NaDEET, iniciativa localizada en el desierto de Namibia; ministros de educación o representantes de sus ministerios de países como Palestina, Egipto y Mongolia, y líderes de educación europeos, como Jürgen Forkel-Schubert, desde Hamburgo, experto que trabaja en EDS hace más de 40 años y actualmente es coordinador del grupo de ciudades de EDS en UNESCO. Esta diversidad de asistentes, así como el valor de sus relatos, me permitió reflexionar en torno a realidades locales y globales que nos convocan a definir ejes de acción acordes a cada contexto. 

De acuerdo con UNESCO, podemos identificar al menos cinco criterios a la hora de pensar sobre sostenibilidad en educación: promover políticas, transformar entornos de aprendizaje, desarrollar las capacidades de docentes y educadores, empoderar a las juventudes y acelerar las acciones a nivel local. Estas perspectivas fueron dialogadas anteriormente en la reunión de la red para Latinoamérica y el Caribe, llevada a cabo en Chile durante agosto de 2023, donde tuve la posibilidad de participar y presentar los procesos y avances del programa Docente Activo

El carácter mundial de este encuentro nos interpela de manera urgente para pensarnos como ciudadanos globales y conscientes de que los espacios de educación formal no son suficientes por sí mismos. La variedad de realidades nos recuerdan que pueden existir tantos criterios como contextos territoriales, pues las necesidades educativas son variadas.

Mientras en algunos países se identificaron como aspectos de mejora ámbitos como la tecnología y las comunicaciones, en otros lugares con mayor vulnerabilidad a los efectos del cambio climático, se detectó la importancia de formar habilidades prácticas para enfrentar o reducir desastres naturales, así como encontrar formas de responder ante hechos de violencia extrema. En esta línea, la activista africana Ayakha Melithafa, por ejemplo, manifestó la necesidad de capacitar a las juventudes en formación agrícola y ganadera, obedeciendo a la realidad cotidiana que experimenta la región sudafricana.

Los países con mayores brechas de desigualdad enfrentan problemáticas de supervivencia, por tanto, la EDS se vincula a necesidades de primer orden, que cruzan problemáticas relacionadas con derechos humanos, tales como falta de medios para la alimentación, la salud y  acceso a oportunidades de educación.

Así, las posibilidades reales de educación a las cuales puede optar una sociedad, es una perspectiva central que nos obliga a pensar qué factores son indispensables al proyectar una educación con mirada sostenible que favorezca la justicia social, formativa y ecológica. Sin embargo, muchos países del mundo están lejos de esa base. ¿Qué podemos hacer al respecto?

En esta ruta colaborativa  la transdisciplina surge como uno de los pilares centrales para una abordar estas problemáticas bajo una mirada sistémica inspirada en las dinámicas de la naturaleza. Como fundación hemos buscado instaurar esta perspectiva a través del vínculo entre arte, ciencia y otros saberes. La creación de conocimiento que buscamos expandir en espacios formales y no formales de aprendizaje, surge de ese puente que se genera al encontrarse la creatividad humana alineada con las dinámicas de la naturaleza, las cuales son proyectadas a la luz de múltiples miradas de investigación socioecológica. 

Si bien en la reunión de UNESCO la importancia del arte apareció más como un enunciado o algo deseable que como un factor central, desde el quehacer de Fundación Mar Adentro esta dimensión es crucial. Esto lo podemos evidenciar, por ejemplo, en la implementación de nuestro programa Docente Activo, el cual busca entregar herramientas para la educación transdisciplinaria ante las problemáticas territoriales presentadas por docentes.

Se trata de un programa donde, por medio de la exploración y la observación, generamos experiencias estéticas que permiten a los y las participantes experimentar otras formas de estar en el mundo. A la vez, se  invita a los docentes a generar  junto a sus estudiantes un proyecto que considere el cruce de saberes para que sea implementado en sus escuelas.

Nuestro compromiso ha sido promover una educación socioecológica dentro y fuera del aula, así como generar experiencias para ampliar y diversificar el rol de los docentes, artistas, científicos, gestores y comunidades, al concebir iniciativas donde el arte, la ciencia y otras disciplinas desdibujan sus límites.

Queremos seguir nutriendo espacios co-construidos a partir de procesos creativos, el saber académico y de las comunidades, con el fin de potenciar la formación de ciudadanos con conocimientos transdisciplinarios que puedan traducirse en herramientas de supervivencia –e imaginarios de futuro– adaptados a las realidades particulares de cada territorio y su naturaleza.

El desafío será promover el involucramiento de las comunidades educativas e incorporar esta perspectiva en su cotidianeidad y en sus formas de trabajo. Por ejemplo, en el caso de Chile, en los proyectos educativos institucionales (PEI) se podría apuntar hacia la generación de instancias más flexibles que integren la educación socioecológica, tanto con el apoyo de las tecnologías como de los saberes o redes locales, con el fin de articular y multiplicar diversas experiencias de EDS.

Estas reflexiones dialogan con premisas surgidas en la reunión en Tokio, principalmente en torno a la necesidad de estimular el aprendizaje sostenible y el pensamiento crítico que emerge de la unión de saberes locales y tradicionales, con aportes desde el área técnica y con el involucramiento de diversas comunidades. Se trata de conocimientos, valores, habilidades y capacidades prácticas articulados intersectorialmente para ser instalados en los currículums y en múltiples experiencias de aprendizaje. Tal como reflexionó en el panel de apertura el académico Leon Tikly, la educación no puede estar separada de las realidades locales y, a la vez, debe considerar los avances de la ciencia moderna. Es tiempo de reconocer todos los tipos de conocimientos.

Finalmente, quisiera destacar que existen imperativos globales para la humanidad en pos de los objetivos de desarrollo sostenible establecidos por UNESCO, pese a las particularidades de los países. La educación debe ser entendida en su dimensión de servicio y desde la perspectiva de que las investigaciones son para las personas. Solo en función de estas afirmaciones traducidas en acciones concretas es que la crisis socioecológica puede ser abordada como oportunidad para la innovación, la vida y la paz y, así, favorecer a las comunidades conformadas por múltiples especies, saberes, experiencias, historias de vida y maneras de aprender. Es tiempo de reconfigurar las lógicas de la competencia y girar hacia un enfoque basado en la colaboración. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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