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A un año de la promulgación  de la Ley TEA: desafíos pendientes Opinión

A un año de la promulgación de la Ley TEA: desafíos pendientes

Claramente es necesario que desde el Gobierno y como parlamentarias y parlamentarios sigamos fiscalizando la Ley TEA, sin embargo, hay una falta de sensibilidad social que nos preocupa. 


El 2 de marzo de 2023 se promulgó la Ley TEA, un día que fue calificado como “histórico” por quienes nos la jugamos en sacar adelante esta legislación que era solicitada con mucha fuerza y esperanza por familias, agrupaciones, niños, jóvenes y adultos autistas.

Nos ilusionaba que después de muchos años de lucha, de reuniones, asambleas, conversaciones con las autoridades de turno, por fin, íbamos a tener una legislación que asegurara el derecho a la igualdad de oportunidades, y resguardara la inclusión social de los niños, niñas, adolescentes y adultos TEA, eliminando cualquier forma de discriminación.

La nueva normativa, además, buscaba promover un abordaje integral de dichas personas en el ámbito social, de la salud y de la educación, junto con concientizar a la sociedad sobre esta temática. 

Lo anterior, sumado a los demás derechos, beneficios o garantías contempladas en otros cuerpos legales o normativos y en los tratados internacionales ratificados por Chile que se encuentren vigentes.

Ya ha pasado un año desde ese hito, y como autora de la Ley de Autismo, nos pusimos como meta, desde aquel día, difundir sus objetivos y alcances, realizando más de 35 charlas por toda la Región de Valparaíso, para que las personas autistas y sus familias conocieran la ley, se empoderaran de ella, y supieran que hay un marco de protección legal a lo largo de todo su ciclo vital, pero además hablando de ella en cada espacio que me encuentre: desde lo cotidiano a lo formal.

También en mi rol fiscalizador, me he preocupado de su implementación y cumplimiento, haciendo el llamado a cada persona autista y sus familias a que se informen de sus alcances en cuanto a salud, educación, permisos laborales y otros aspectos relevantes de ella.

Sin embargo, es lamentable que aún nos sigan llegando denuncias de familias que han intentado que sus hijos o hijas ingresen a algún establecimiento educacional, y se les niegue su derecho con argumentos que vulneran aspectos educacionales que la propia ley ampara. ¿Hasta cuándo se va a intentar torcer la ley de esta manera, a costa del aprendizaje de los niños y niñas y adolescentes?

Lo mismo me ha relatado con dolor más de alguna madre respecto a su hijo o hija, que queriendo entrar a niveles de educación superior para en el futuro tener independencia económica y social estudiando lo que le gusta o sueña, se ha encontrado con barreras y obstáculos que el propio centro de estudios interpone, transgrediendo aquel articulado de la ley que mandata a dichos establecimientos a cambiar sus protocolos para generar ambientes inclusivos. Y así suman y siguen las denuncias y vulneraciones.

También, hemos recibido reclamos de madres o padres que, teniendo un hijo o hija autista, se les niega la opción de teletrabajo, a pesar de que se ha comprobado que es una herramienta eficaz para compatibilizar familia y trabajo.

Por eso llamo a las familias a que hagan las denuncias en la Superintendencia de Educación o de Salud, según sea el caso.

Claramente es necesario que desde el Gobierno y como parlamentarias y parlamentarios sigamos fiscalizando la Ley TEA, sin embargo, hay una falta de sensibilidad social que nos preocupa. 

Como país debemos avanzar urgente en un cambio cultural, de respeto hacia las personas neurodiversas, entendiendo que esto debe ser motivo de enriquecimiento social, y no de marginación y discriminación. 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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