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Después de la tormenta, el acierto Opinión Archivo: Víctor Huenante/AgenciaUno

Después de la tormenta, el acierto

Rodrigo Asún Inostroza
Por : Rodrigo Asún Inostroza Profesor Asociado, Laboratorio de Análisis de Coyuntura Social (LACOS), Departamento de Sociología, Universidad de Chile.
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Por el momento, las empresas que realizan encuestas políticas públicas chilenas tienen todas las razones para celebrar y respirar tranquilas: en condiciones de mucha complejidad, al menos de momento han logrado conjurar con gran éxito la “crisis de las encuestas”.


Es evidente que una encuesta política, aunque sea hecha con la mejor buena voluntad y búsqueda de la precisión por parte de sus productores, se puede equivocar al hacer una predicción electoral, evento que es más probable cuanto más compleja sea la situación electoral a predecir y las condiciones existentes para obtener respuestas válidas del universo de ciudadanos.

En el Chile actual, las condiciones para obtener respuestas válidas de las personas son más complejas que antes, debido a varios motivos:

a) Existe un sistema político más diverso e inestable que el de años atrás, producto tanto del aumento del número de partidos políticos como de la decadencia de algunos partidos tradicionales, cuyas posiciones políticas eran más estables.

b) Las personas se han alejado y desconfían más del sistema político institucional, lo que las hace más renuentes a contestar encuestas electorales.

c) La desideologización mayoritaria convierte las elecciones individuales en más fluctuantes y difíciles de predecir, entre otros factores.

Justamente, dentro de los factores contextuales que más complejizan la predicción electoral, está el cambio de sistema electoral. En Chile se pasó, en pocos años, desde un sistema de inscripción voluntaria con voto obligatorio a otro de inscripción automática con voto voluntario, para finalmente llegar, hace un par de años, a un sistema de inscripción automática con voto obligatorio.

La consecuencia de estos cambios es que el “universo” de votantes cuyo comportamiento se quiere predecir cambia radicalmente. En el primer modelo electoral la predicción es más simple, pues solo está inscrita una parte de la población, que justamente tiende a ser la más interesada en política, la que más contesta encuestas electorales y la más conocida y estable en sus preferencias. Cuando la inscripción es universal, pero el voto es voluntario, la predicción se complejiza, puesto que hay que predecir al “votante probable”; es decir, en la práctica no interesa la opinión de toda la población, sino solo de quienes efectivamente van a ir a votar, decisión que no siempre es fácil de anticipar a partir de las declaraciones explícitas de las personas. Cuando se instauró este segundo modelo, muchas encuestas electorales fallaron sus predicciones, generando una conversación pública y académica respecto de la “crisis de las encuestas”.

Con el paso del tiempo y con ciertas dificultades, las empresas encuestadoras fueron capaces de calibrar a este “votante probable”, pues sus errores promedio de predicción parecen haber disminuido. Sin embargo, a partir del plebiscito de 2022, Chile volvió a cambiar su sistema electoral por uno de inscripción automática y voto obligatorio, ampliando en forma sustantiva el universo de personas cuya elección política se debe predecir. Es natural que la entrada de un conjunto relevante de electores renuentes a participar en la política institucional y que usualmente no contestan encuestas haya aumentado el error de predicción del sistema: simplemente se trataba de muchos nuevos electores, cuyas preferencias políticas eran casi completamente desconocidas.

La tabla 1 muestra el efecto de este cambio electoral sobre la capacidad predictiva del sistema de encuestas políticas respecto del plebiscito constitucional del año 2022. En dicha tabla se han sintetizado de forma muy simple (esto es, sin decimales y atribuyendo en forma proporcional las no respuestas o indecisos a alguna de las dos opciones) los resultados obtenidos por un conjunto no exhaustivo, sino de aquellas que encontré en la web, de encuestas electorales cuyo trabajo de terreno fue realizado hasta 60 días antes de la elección del 4 de septiembre de 2022.

En dicha tabla podemos apreciar que, si bien la totalidad de las encuestas predijeron correctamente la opción ganadora del plebiscito, la gran mayoría de ellas estuvo a 4 o más puntos porcentuales del resultado real. De esta forma, el conjunto del sistema falló en un promedio de 6% su predicción del porcentaje ganador, distancia que es tan amplia en términos de resultado político, que podría haber generado una nueva discusión pública respecto de la “crisis de las encuestas”, si no se hubiera logrado al menos predecir la opción ganadora.

Tabla 1. Predicciones electorales plebiscito de septiembre de 2022

En los 15 meses que pasaron entre este plebiscito y el siguiente, las encuestas también fallaron en predecir los resultados de la elección de constituyentes del 7 de mayo de 2023, especialmente equivocándose respecto del porcentaje de votos y constituyentes electos que obtendría el Partido Republicano. Sin embargo, también en estos meses diversas organizaciones de investigación estudiaron con mayor profundidad al votante obligado o renuente, que participó masivamente en el plebiscito de 2022. Igualmente el sistema nacional de encuestas trató de aumentar su conocimiento y capacidad de realización de encuestas políticas en este segmento, lo que en general augura que a medio plazo se obtengan mejores predicciones.

No obstante, la falla en la predicción de la elección de constituyentes, la complejidad de la obtención de respuestas válidas en el contexto político actual de que hablamos al comienzo de esta columna, y la volatilidad de las preferencias electorales de las personas, a mi parecer transformaba en un misterio la capacidad del sistema de encuestas electorales para predecir los resultados del plebiscito de diciembre de 2022.

Sin embargo, los resultados que se muestran en la tabla 2 parecen indicar que el sistema nacional de encuestas electorales ha logrado absorber a los nuevos electores. No solo casi todas las empresas lograron predecir la opción ganadora (en un contexto complejo, pues las distancias entre ambas opciones se fueron acortando en las últimas semanas), sino que la diferencia entre la predicción promedio del sistema y el resultado real fue de 1%. Realmente destacable y sorprendente.

Tabla 2. Predicciones electorales plebiscito de diciembre de 2022

De esta forma, podríamos señalar que el sistema nacional de encuestas políticas parece gozar de buena salud y se reafirma como una herramienta interesante para conocer las preferencias políticas de este nuevo universo electoral.

Frente a este evidente triunfo, solo podríamos anotar dos aprensiones a tener en cuenta para las próximas elecciones a realizarse en Chile. En primer lugar, si uno observa las predicciones hechas por el sistema de encuestas políticas en ambos plebiscitos, en conjunto se predice más o menos el mismo resultado (56 o 57% para la elección ganadora y 43 o 44% para la perdedora). ¿Funcionará igual de bien el sistema cuando haya que predecir resultados más equiparados o más extremos?

En segundo lugar, es mucho más fácil acertar a resultados plebiscitarios que a una elección de representantes, puesto que en el segundo caso los resultados globales se forman a partir de la agregación de múltiples resultados de muchas elecciones relativamente independientes; es decir, por los votos obtenidos por varios candidatos en cada espacio electoral, mientras que en un plebiscito general solo hay dos opciones homogéneas a nivel nacional. ¿Funcionará igual de bien el sistema de encuestas políticas nacionales cuando se trate de predecir estas elecciones de mayor nivel de complejidad?

Tendremos mayores antecedentes para responder a las dos preguntas anteriores en las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores de octubre de 2024. Por el momento, las empresas que realizan encuestas políticas públicas chilenas tienen todas las razones para celebrar y respirar tranquilas: en condiciones de mucha complejidad, al menos de momento han logrado conjurar con gran éxito la “crisis de las encuestas”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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