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Inteligencia Artificial, un paso hacia el centro del multilateralismo Opinión

Inteligencia Artificial, un paso hacia el centro del multilateralismo

Héctor Casanueva
Por : Héctor Casanueva Profesor e Investigador del IELAT, Universidad de Alcalá. Ex embajador de Chile en Ginebra ante la OMC y organismos económicos multilaterales y en Montevideo ante la ALADI y el MERCOSUR.
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Esta primera decisión global de la ONU está bastante alineada con otras iniciativas regulatorias o marcos de referencia con propósitos similares. El Parlamento Europeo hace unos días aprobó para la Europa comunitaria la primera ley en el mundo que va a regir esta materia.


La Asamblea General de la ONU acaba de aprobar, por consenso de los 193 miembros, una Resolución sobre Inteligencia Artificial (IA), de la que Chile es copatrocinador junto a Estados Unidos y muchos otros países, que lleva por título: “Aprovechar las oportunidades de sistemas seguros, protegidos y fiables de inteligencia artificial para el desarrollo sostenible”.

El texto aborda ampliamente las complejidades, distintas dimensiones, aristas y alcances de esta revolucionaria herramienta tecnológica, los riesgos y amenazas que su desarrollo no regulado trae consigo, así como los enormes beneficios que puede aportar a la humanidad. El enfoque es –como su nombre lo indica– positivo, porque de lo que se trata es de aprovechar las oportunidades de los sistemas de Inteligencia Artificial, no frenar la investigación ni su desarrollo, ni limitar innecesariamente sus múltiples aplicaciones, pero sí asegurar las cuestiones fundamentales: el respeto a los derechos humanos en su más amplia expresión, la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones, es decir, social, ambiental y económica.

Esta Resolución, que es la primera que se adopta en el seno de la ONU sobre este tema, no es vinculante, y esa es su fundamental debilidad. Tampoco abarca el uso militar de la IA, que es uno de los mayores riesgos en la aplicación de esta tecnología. Es todo lo amplia que puede ser, considerando la enorme diversidad de realidades y perspectivas entre los 193 Estados miembros, pero es todavía incompleta en sus alcances.

En efecto, según advierten el think tank global The Millennium Project (TMP) y otros centros de estudios globales, un gran problema es que solo se refiere a la Inteligencia Artificial Estrecha (Narrow Artificial Intelligence), que es la que está actualmente en uso y desarrollo, pero no aborda la Inteligencia Artificial General (Artificial General Intelligence-AGI), que podría estar desarrollada dentro de unos pocos años. Para TMP, sin regulaciones nacionales e internacionales para AGI, muchas AGI de muchos gobiernos y corporaciones podrían reescribir continuamente sus propios códigos, interactuando y dando origen a muchas formas nuevas de Superinteligencias Artificiales más allá de nuestro control, comprensión y conciencia. “Esta sería la pesadilla sobre la que Hawking, Musk y Gates han advertido durante años”, señala Jerome Glenn.

Parece claro que la Resolución de la Asamblea General debería haber abordado este tema de manera completa. En este sentido, la embajadora de Estados Unidos señaló la necesidad de que el diálogo inclusivo y constructivo que permitió llegar al consenso “sirva de modelo para futuras conversaciones sobre los retos de la IA en otros ámbitos, por ejemplo, con respecto a la paz y la seguridad y el uso militar responsable de la autonomía de la IA”.

Esta primera decisión global de la ONU está bastante alineada con otras iniciativas regulatorias o marcos de referencia con propósitos similares. El Parlamento Europeo hace unos días aprobó para la Europa comunitaria la primera ley en el mundo que va a regir esta materia, que entrará en vigor en el 2026. Se espera que, si bien regirá dentro de la UE, sea un referente global. Hace unos meses, el gobierno británico convocó a la primera conferencia mundial sobre Inteligencia Artificial, con amplia participación de líderes mundiales de gobiernos, plataformas, empresas y grupos académicos, consensuando todos en lo básico: la necesidad de avanzar prontamente en establecer los marcos de desarrollo y aplicación de esta herramienta.

También la OCDE, la Unesco, la Organización Mundial de las Telecomunicaciones, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, la Cepal, el Foro de América Latina sobre la ética de la IA coordinado por el Ministerio de Ciencia de Chile, el Banco Interamericano de Desarrollo, y muchas otras entidades públicas y privadas, han avanzado en propuestas y posiciones en la misma línea.

Al ser la única de alcance global, es un buen comienzo, pero hay que continuar en este empeño y debería servir de base para las decisiones a adoptar en la próxima Cumbre del Futuro. Los Estados miembros han acordado seguir debatiendo sobre un ámbito que tampoco es abordado: la gobernanza, sobre la cual hay propuestas concretas emanadas de los grupos de estudios, think tanks, universidades, en cuanto a contar con una Agencia de Inteligencia Artificial, similar a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) o la Organización Mundial de las Telecomunicaciones, y ejemplos regulatorios como el de la propia Unión Europea.

En Chile se está debatiendo en el Parlamento una iniciativa legal para regularla, que todavía tiene mucho camino que recorrer, y en este sentido, tanto la Resolución de la ONU como la Ley de la Unión Europea pueden servirnos de referentes, junto a otros estudios y propuestas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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