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La necesidad de memoria del movimiento estudiantil ochentero Opinión Imagen: @pvelosov

La necesidad de memoria del movimiento estudiantil ochentero

Pedro Cisterna
Por : Pedro Cisterna Doctor en Ingeniería Ambiental Depto. de Ingeniería Civil y Ambiental, UBB, expresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC).
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La universidad es un espacio que potencia las convicciones de los ochenteros y ochenteras, a través de los lazos que se establecen entre los jóvenes en sus controlados espacios de libertad, y es precisamente desde aquí donde surgen los focos de rebeldía y resistencia más nítidos y persistentes.


El 11 de septiembre marca tristemente la infancia y adolescencia de lo que fue la generación de los 80. Crecimos con una perspectiva de la dictadura basada en imágenes como los camiones verdes de militares que pasaban por las calles con prepotencia manifiesta, que transmitían violencia y terror. Con el paso del tiempo, los camiones fueron desapareciendo y se levantó el toque de queda, pero la violencia, el miedo y el silencio seguían inalterables. Al contrario, se iba haciendo parte de nuestra vida cotidiana.

Las noticias siempre tenían el mismo formato y un solo discurso (el oficial y solo el oficial). No había espacio para la discrepancia. En este entorno gris y uniforme empezamos a crecer, a darnos cuenta de que había historias que se contaban en espacios muy íntimos, de absoluta confianza, y que eran historias cruentas, trágicas, que solo las conocían los más cercanos a las víctimas.

A pesar de este contexto opresor, en la generación de los 80 igual estaba la voluntad de querer saber qué había pasado, qué estaba pasando y, en la medida que se fue conociendo la verdad a través de distintos mecanismos y medios de comunicación, constatamos que el régimen era inhumano y que la dictadura y sus sostenedores no podían seguir a cargo de este país con sus crímenes, abusos y mentiras.

Esta juventud, que fue conociendo la verdad histórica, la que día a día se construía con pequeños trazos, relatos, datos, noticias, va escribiendo y contando una historia no oficial, que es la real, y es así como va asumiendo la lucha antidictatorial desde sus convicciones, sus valores y su compromiso con la causa de la libertad y la justicia. Se van construyendo comunidades donde se establecen compromisos afectivos, de amistad y se escriben historias personales y colectivas, que tienen que ver con el quehacer, la identidad y la esencia de lo que los une y vincula.

Los y las integrantes de estas comunidades, sus protagonistas, sus dirigencias durante los años 80, son personas que entienden la vida y su quehacer desde lo comunitario. En la comunidad encuentran la solidaridad mutua, pues la necesitan en el contexto de represión y de silencio impuesto por la dictadura militar y sus cómplices civiles.

Por la situación histórica, una referencia importante y compartida es la lucha contra el régimen cívico-militar opresor, la que constituía una experiencia vital, existencial, esencial. Tanto el existir como el ser estaban condicionados por la dictadura de Pinochet, la dictadura de las Fuerzas Armadas y Carabineros que contaba con la complicidad de civiles.

La universidad es un espacio que potencia las convicciones de los ochenteros y ochenteras, a través de los lazos que se establecen entre los jóvenes en sus controlados espacios de libertad, y es precisamente desde aquí donde surgen los focos de rebeldía y resistencia más nítidos y persistentes, dando origen a un movimiento estudiantil nacional que no da tregua.

En nuestro Concepción y nuestro Chile este se inició con la formación de asociaciones culturales y centros de alumnos, para finalmente cristalizar en las federaciones de estudiantes y la Confech, que fueron la punta de lanza en la lucha contra la dictadura. Esta historia debemos recordarla, contarla, escribirla, ya que es una historia de sufrimientos, heroísmo y valentía, que debe ser sabida por las futuras generaciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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