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¿Hacia dónde evoluciona el clima político-emocional en Chile? Opinión

¿Hacia dónde evoluciona el clima político-emocional en Chile?

Rodrigo Asún Inostroza
Por : Rodrigo Asún Inostroza Profesor Asociado, Laboratorio de Análisis de Coyuntura Social (LACOS), Departamento de Sociología, Universidad de Chile.
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En la historia reciente de Chile existe evidencia de que las olas de protesta y los resultados electorales tienen esta capacidad de modificar el clima político-emocional societal. Sugiero seguir con suma atención también otro tipo de eventos con connotaciones políticas.


Una de las más interesantes informaciones que nos entregan las encuestas respecto de la posible evolución de un país consiste en la descripción de su clima político-emocional predominante. Y nos interesa ese clima porque asumimos que el predominio de determinadas configuraciones político-emocionales implican determinadas posibilidades de desarrollo político futuro, puesto que algunas posiciones, personajes y partidos políticos representarán mejor que otros ese clima dominante y por ello tenderán a ganar elecciones y/o disfrutarán de mayor popularidad y apoyo ciudadano.

En el caso del Chile actual, es muy claro que impera en la población un clima de malestar con respecto a la marcha del país, que se materializa en importantes demandas por orden social, especificado principalmente en el control de la delincuencia y de la inmigración.

Un ejercicio mucho más difícil que podemos arriesgarnos a hacer al mirar los resultados de las principales encuestas nacionales es tratar de identificar cambios emergentes en las tendencias del clima político-emocional, para intentar adelantarnos a posibles situaciones sociales venideras.

Hacer ese ejercicio predictivo hoy en día en Chile no solo implica asumir el altísimo riesgo que tiene intentar predecir el futuro, sino que no parece demasiado productivo a la luz de los resultados de las últimas encuestas: todas ellas parecen reportar una situación esencialmente estable, con muy pocas tendencias o señales de cambio.

De esta forma, desde hace muchos meses (e incluso años), las encuestas muestran una consistente y regular sensación de insatisfacción de las personas con la evolución general y económica del país, lo que ha tendido a deteriorar, aunque en menor medida, la evaluación que hacen de sus propias situaciones personales.

También se han establecido hace bastante tiempo como prioritarias las demandas por el control de la delincuencia, del narcotráfico, de la inmigración y de la corrupción, desplazando desde tiempos de la pandemia a las demandas sociales (educación, salud, previsión y vivienda) de los primeros lugares de preocupación ciudadana. Una interesante traducción política de esta priorización que hace la ciudadanía de sus demandas es el prestigio que ha adquirido el presidente de El Salvador Nayib Bukele, transformado hoy en día en el presidente latinoamericano más respetado entre la población chilena.

Tampoco, examinando las evaluaciones más claramente políticas que hace la población, encontramos demasiados cambios. Desde hace muchos meses el actual Gobierno y el Presidente Gabriel Boric tienen una baja evaluación ciudadana, pero, pese a ello, el Mandatario aún mantiene entre un 25 y 30% de respaldo de forma consistente en el tiempo. Como contrapartida, también desde hace muchos meses Evelyn Matthei y José Antonio Kast se mantienen, con leves subidas y bajadas, en los primeros lugares de las opciones para las próximas elecciones presidenciales.

También consistentemente con las demandas por orden público de la población, la evaluación de Carabineros y las FF.AA. se han recuperado de los bajos niveles que alcanzaron inmediatamente después del estallido social y no muestran grandes signos de cambio.

Examinando con mucho detalle los resultados de las encuestas realizadas entre marzo y abril, las únicas tendencias de cambio más o menos consistentes que es posible detectar, residen en el aumento de importancia de la situación del empleo en Chile como preocupación ciudadana, lo que también se refleja en el empeoramiento relativo de las expectativas para encontrar empleo que declara percibir la población. Estas tendencias de cambio podrían indicar un cambio de prioridades en las demandas de la población hacia necesidades más económicas, pero la tendencia es demasiado reciente para saber si ella se profundizará en el tiempo.

En suma, las encuestas actuales no nos ofrecen demasiadas pistas respecto de la evolución futura del clima político-emocional de Chile. Parecemos estar en una situación de estabilidad más que de transformación.

Sin embargo, debemos considerar que no siempre la relación de causalidad transcurre desde los climas político-emocionales hacia los hechos políticos, sino que los eventos políticos y los climas emocionales parecen tener una relación más bien dialéctica. Un ejemplo de esto lo encontramos en la forma en que interactuaron las principales demandas de la población con el estallido social de octubre de 2019.

Si analizamos la relevancia que antes del 18 de octubre tenían las principales demandas sociales que este mismo movimiento levantó como exigencias (mejora en las jubilaciones, en la salud, en la educación y respecto de la desigualdad, entre otras), podemos observar que algunas de ellas tenían bastante importancia para la población (especialmente el problema de las jubilaciones y la salud), situándose justo después del control de la delincuencia, por ejemplo. En consecuencia, podríamos afirmar que el estallido social fue antecedido por un clima político-emocional que daba mucha importancia a algunas demandas sociales.

No obstante, si se observa la evolución posterior al estallido de estas mismas demandas sociales, es posible observar que ellas solo ocupan los primeros lugares de las prioridades ciudadanas (desplazando a la delincuencia) después del estallido social, aumentando varias de ellas en forma muy importante su frecuencia porcentual en los meses inmediatamente posteriores a dicho evento.

Como se puede observar en la siguiente figura obtenida de la encuesta Pulso Ciudadano, la preocupación por las jubilaciones sube más de 20 puntos de priorización entre un mes antes del estallido hasta diciembre de 2019, mientras que la preocupación por la desigualdad asciende también en casi 20 puntos hasta noviembre, en tanto que la preocupación por la salud continúa con una marcha ascendente hasta marzo de 2020 (en realidad hasta junio o julio de 2020, aunque ello no se refleja en esta figura), situándose en ese momento como el principal problema del país.

Porcentaje de la población que marca cada demanda social como principal problema del país. Pulso Ciudadano (Activa Research).

Algo parecido podemos observar al revisar el informe de resultados que esta misma encuesta presenta para octubre de 2019. En dicho informe se reporta que una parte del trabajo de terreno de la encuesta fue realizado justo antes del estallido social, mientras que otra parte fue realizado en los días inmediatamente posteriores al 18 de octubre. Comparando los resultados obtenidos en ambas submuestras (como si fuera un experimento natural), podemos observar que la preocupación por las pensiones subió casi 20% entre pocos días antes y después del estallido. Por su parte, la preocupación por la salud subió casi 10% y lo mismo ocurrió con la inquietud por la desigualdad.

En consecuencia, los eventos políticos influyen en el clima emocional predominante en una población, quizá en igual medida en que dicho clima influye en los eventos políticos. Por ello, las potencialidades de cambio de la situación chilena quizá no estén tanto en la evolución paulatina de su clima emocional, sino en la ocurrencia de eventos impactantes y con connotaciones políticas que pudieran servir como impulso de cambios de tendencia en el clima emocional.

En la historia reciente de Chile existe evidencia de que las olas de protesta y los resultados electorales tienen esta capacidad de modificar el clima político-emocional societal. Sugiero seguir con suma atención también otro tipo de eventos con connotaciones políticas que pudieran cambiar o reforzar el clima actualmente predominante.

En el sentido del cambio de clima emocional, la recuperación económica que debería ocurrir a partir de este año podría marcar una tendencia diferente, mientras que eventos policiales muy impactantes (como el reciente asesinato de 3 carabineros en Cañete) podrían hacer justo lo contrario: profundizar o fortalecer las tendencias actuales hacia canalizar el malestar como una demanda por orden público, con las consecuencias políticas que ello pudiera tener para el futuro de nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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