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Kast: en la ruta de Milei Opinión

Kast: en la ruta de Milei

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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José Antonio Kast se tiene fe. De hecho, terminó su discurso diciendo que esperaba estar en dos años más en Viva 26 –el club de la extrema derecha– como Presidente de Chile. La pregunta es ahora si la otra derecha, la de Matthei y Cía., será arrastrada o se diferenciará de la ultraderecha.


Javier Milei ingresa al Luna Park, se sube al escenario en éxtasis, ante el delirio de un grupo de fanáticos, que se asemejan a una secta religiosa –“una misa pagana”, tituló La Segunda– y se pone a cantar, acompañado de tres músicos, la canción “Panic Show” (“soy el león, rugió la bestia… soy el león y te destrozaré”), de la banda argentina La Renga, ante cerca de 8 mil personas. Paradójicamente, el líder del grupo argentino ha criticado duramente el uso malicioso y político del tema: “Javier, El León se quiere comer a la casta y resulta que están todos al lado tuyo”, escribió.

Más allá de la anécdota, el acto –similar a los de su campaña– se enmarcó en el lanzamiento del último libro del mandatario, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, una obra que se dice fue plagiada a un grupo de académicos chilenos, después que Milei se restara de participar en la Feria del Libro de Buenos Aires, por temor a que lo pifiaran.

Javier, transpirado, con los ojos desorbitados y bajo la atenta mirada de “el jefe”, como denomina a su hermana, que ocupa el cargo de secretaria general de la Presidencia –eso que criticaba Milei de la “casta”–, saluda al público como un rockstar que acabara de terminar un recital. Es parte del espectáculo, de la forma en que el presidente argentino ejerce el cargo. Luego vendría un discurso apocalíptico, megalómano, en que denostaría a un largo listado de políticos, incluido el presidente del Gobierno español. Milei dice que lo que él ha logrado en menos de cinco meses es inédito en el mundo, que está llevando a la Argentina al desarrollo, que los cien años previos de la política de su país no valen nada y otra sarta de frases delirantes.

Claro, Milei estaba todavía poseído por el ambiente que rodeó, solo cuatro días antes, un encuentro de similar factura en que se juntó el conservadurismo radical –la ultraderecha mundial– en Madrid, teniendo como anfitrión a VOX, el extremo partido que reniega de los derechos de las minorías, que acepta la venta de órganos humanos, que desprecia al Estado y otras muchas barbaridades, como sacadas de una serie bizarra y futurista de Netflix, ambientada en una versión moderna del nazismo.

En la ocasión, Milei –su quinto viaje al exterior desde que asumió, de los cuales solo uno ha tenido carácter oficial– lanzó duros dardos contra la esposa del presidente del Gobierno español, desatando un nuevo conflicto diplomático, algo a lo que ya tiene acostumbrados a los argentinos. Además, dijo que el socialismo –en la España gobernada por el PSOE– “conduce a la pobreza y la muerte”, sintonizando con el tono agresivo de todos los otros líderes de la extrema derecha. ¡Qué educado para con el país anfitrión!

Al margen de las excentricidades, los viajes al extranjero y de las conductas desequilibradas del mandatario, el Gobierno argentino ha destacado el ordenamiento de las cuentas públicas y la baja de la inflación –107% en promedio en estos cinco meses, con 8.8% en abril–, pese a que los trabajadores perdieron 20% de su poder adquisitivo en promedio, frenó las transferencias a provincias, se redujeron en un 35% las jubilaciones, hay una pobreza cifrada en un 55% y una pobreza extrema que aumentó de 9 a 18%.

Pero Milei –catalogado por Time como “el radical”– no está solo. De hecho, el encuentro de Madrid en el Palacio de Vistalegre, con 10 mil asistentes, encendió muchas alarmas a nivel mundial. No solamente porque juntó a un grupo de líderes de extrema derecha como Marine Le Pen, Giorgia Meloni (por video), el ministro Israelí Amichai Chikli –todos estos grupos apoyan a Israel en el genocidio en Gaza–, entre otros, sino por el discurso duro, conservador, antiminorías, el lenguaje agresivo y las descalificaciones personales.  

Y fue en este mitin espectáculo en que reapareció con todo José Antonio Kast. Era el momento cúlmine de una estrategia político-comunicacional diseñada milimétricamente y cuyo objetivo principal es reposicionarlo después del fracaso en el plebiscito, en que Republicanos tenía mayoría. En las semanas previas, el líder de la extrema derecha chilena había dado su apoyo a algunos candidatos de Chile Vamos e insinuado que espera participar de las primarias del sector, algo que unos meses antes había descartado por completo. 

El objetivo de Kast es nivelar la importante ventaja que le ha sacado Evelyn Matthei y quedar instalado como una de las dos cartas por las que el mundo de la derecha deberá optar en 2025 para competir por La Moneda, en una carrera que, por ahora, no tiene contraparte ni en el oficialismo ni la centroizquierda. Los republicanos apuestan por reconquistar a los ciudadanos que optaron por sus candidatos en el plebiscito del año pasado gracias a sus duras consignas pro seguridad y antimigrantes. 

No tengo claro si el ambiente de misa pagana o celebración religiosa fanática de Madrid –replicado en Buenos Aires unos días después– capturó a José Antonio Kast o, simplemente, su discurso respondió a la estrategia de posicionar a la derecha chilena en el mundo del conservadurismo radical, como un espejo de VOX, Le Pen, Trump Bolsonaro o Milei. Si ese era el objetivo, eso significa que vamos no solo a tener una campaña presidencial muy polarizada, sino que podría también arrastrar a la derecha más tradicional y liberal a un discurso agresivo, descalificador y conservador radical. 

Kast utilizó un lenguaje provocativo, brutal, no solo tratando de travesti político al Presidente Boric –lo que fue repudiado desde la UDI al PC– sino que proyectó además la imagen de un país apocalíptico, negro y moribundo, lo que demuestra que nuevamente –lo mismo que ellos les criticaron a los otros– levantarán una campaña en que plantearán un borrón y cuenta nueva, es decir, partir el país de cero. Creo que los chilenos ya hemos aprendido de esos relatos refundacionales después de dos procesos constitucionales fallidos, incluida la experiencia de este propio Gobierno.

Lo que sí no se puede negar es que José Antonio Kast se tiene fe. De hecho, terminó su discurso diciendo que esperaba estar en dos años más en Viva 26 –el club de la extrema derecha– como Presidente de Chile. La pregunta es ahora si la otra derecha, la de Matthei y Cía., será arrastrada o se diferenciará de la ultraderecha y, por supuesto, si los chilenos estaremos dispuestos a retroceder hacia el conservadurismo extremo y aplaudir la política espectáculo, esa del rockero Milei

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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