Publicidad
Lo que esperamos de la política ante el precipicio climático Opinión

Lo que esperamos de la política ante el precipicio climático

Publicidad
Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
Ver Más

El desafío será olvidarse de los credos y reconocer a la crisis climática como una cuestión que nos concierne a todos por igual. No se trata de izquierdas o derechas, ni son las motivaciones partidarias las que deben alentarnos.


Ahora es el momento en que nuestros líderes políticos asuman su rol, con metas más ambiciosas respecto del clima. Apoyados en los consensos de la ciencia y en los informes del IPCC, les cabe rechazar con fuerza los planteamientos de los negacionistas que bloquean la transición energética. Ahora es el momento de reconocer como prioritario el logro, cuanto antes, del “cero netos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”, la única forma de la que por ahora disponemos para frenar el permanente ascenso de la temperatura global.

Tenemos que exigir a los políticos que respeten la responsabilidad de dialogar, llegar a acuerdos y no continuar postergando esa meta. También se debe informar explícitamente a los ciudadanos que los partidarios de frenar la transición son los que generan las fake news. Obvio, están dispuestos a poner al mundo entero en riesgo, con tal de seguir cosechando sus ganancias hasta cuando quede la última gota de petróleo. En alianza con ellos, muchos políticos inescrupulosos niegan el cambio climático como argumento, aprovechando que se aproximan elecciones. Para nosotros, las próximas elecciones deberían considerarse como plebiscitos climáticos y votar por aquellos que nos aseguren que apoyarán el combate a la crisis climática.

Fortalecer la acción climática

Por supuesto, existen muchas empresas y personas que están bien encaminadas hacia un futuro con bajas emisiones de carbono, pero hay otras, la inmensa mayoría, que esquivan la responsabilidad y no avanzan hacia la transición. La pregunta decisiva es: ¿vamos a permitir que escondan la cabeza como avestruces y que por codicia hagan lo mismo de siempre? Esto nos lleva a otra pregunta: ¿Lograremos la adaptación climática a tiempo para evitar mayores desastres?

Desde la reunión de la COP28 en Abu Dhabi, diciembre 2023, paulatinamente, muchas empresas han frenado la acción climática con la intención de aumentar las ganancias a corto plazo ignorando el cero neto. No se podía esperar otra cosa. La oportunidad se las brindó la propia COP28 al adoptar un texto negociado una y otra vez hasta llegar a ser insólito: “Transitar para dejar atrás (“transition away” en el original en inglés) los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la adopción de medidas en este decenio crítico, a fin de lograr el cero neto para 2050″.

¿Será esta la forma de ir más allá de un mundo dependiente de los combustibles fósiles? ¿O triunfó la táctica dilatoria de los petroleros? Con el actual estado de caos político y guerras, los gobiernos ya no se ocupan de la emergencia climática. Hasta hoy, no sabemos de ninguna política pública en el mundo que se haya aplicado con objeto de “acelerar la adopción de medidas desde enero 2024 hasta el 2030, a fin de lograr el cero neto para 2050”. Lo que sí sabemos es que el compromiso de reducir las emisiones mundiales un 9% cada año, hasta 2030, no se ha cumplido. Con una increíble desfachatez, en 2023, en vez de disminuir, aumentaron un 1%. ¿Hay o no hay razones para ser pesimistas?

Los países ricos ignoran los acuerdos de las COP porque evalúan que no se verán tan afectados. Asimismo, las personas con dinero creen que les resultará fácil adaptarse. Podría ser. Pero, dependiendo de la magnitud de los desastres, algunos inmensamente ricos, después de un desastre climático extremo podrían mañana quedarse con mucho menos o sin nada. Esto ya sucedió a algunas poblaciones en California, Canadá, Australia, Rio Grande do Sul, India, etc.

Nos llama la atención que los partidarios de los fósiles, para seguir emitiendo como siempre, ahora están apostando por las aún incipientes tecnologías de captura y almacenamiento del CO2. La eliminación por esta vía apenas es hoy 0,01 millones de toneladas de CO2 anuales, o sea, un millón de veces menos que las emisiones actuales del sector fósil. Es iluso pretender que la solución vendrá por esta vía.

Por otra parte, estamos a punto de terminar la mitad del decenio y tampoco se aprecia nada significativo en otros asuntos cruciales adoptados por la COP28, tales como: (i) triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la tasa media anual mundial de mejoras de la eficiencia energética para 2030; (ii) acelerar los esfuerzos encaminados a la eliminación gradual de la energía del carbón que no disponga de sistemas de captura de las emisiones; y (iii) eliminar progresivamente los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles.

Lo que esperamos de la política

Para frenar la crisis climática necesitamos tener al menos una certeza mínima sobre dos dos procesos paralelos: (i) los países avanzan hacia el abandono de los combustibles fósiles; y (ii) que la renuncia al uso de los combustibles fósiles se realice mediante una transición justa y equitativa. ¿Nuestros sistemas de gobernanza podrán asegurar que cumplamos con estos compromisos? Por lo demostrado hasta hoy, lo dudo. Escudarnos detrás del Acuerdo de París y las COP no nos servirá de nada. Si no lo hacemos, sumados a la irracionalidad de las guerras de Rusia-Ucrania y la de Hamás-Israel, el Acuerdo de París y las COP se irán debilitando, más y más, cada año. Terminarán siendo irrelevantes para asegurar un futuro sostenible.

Vivimos momentos de crisis de confianza aguda, porque los gobiernos no cumplen.

De ahora en adelante, la gente tendrá que ejercer la presión donde duele más: en los votos y en la elección de sus representantes en las próximas elecciones. El desafío será olvidarse de los credos y reconocer a la crisis climática como una cuestión que nos concierne a todos por igual. No se trata de izquierdas o derechas, ni son las motivaciones partidarias las que deben alentarnos. Nada de lo que estamos haciendo, nada de lo que se intenta hacer, debería tener motivación partidaria o fundamento ideológico.

Por el contrario, se requiere definir y aplicar, por fin, una visión política que dé respuestas coherentes a los hechos matemáticos, físicos y ecológicos que explican la gravedad del calentamiento global. Una tarea inmensa, pero realizable. Lo que falta son agallas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias