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Cuestionan programación literaria de Chile en Feria del Libro de Guadalajara

“Ha sido conducido de manera poco transparente y participativa, lo que le resta representatividad y puede afectar la credibilidad y validez del mismo”, sostuvieron editores y escritores.


Ha pasado una semana desde que se presentó la programación literaria de Chile como País Invitado a la Feria del Libro de Guadalajara (FIL) y las críticas arrecian. Esta semana cerca de 50 editores y escritores, entre ellos varios invitados al evento, se sumaron a la petición de rectificación que solicitó Editores de Chile y La Furia del Libro al Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA), luego que el comisario del programa, Beltrán Mena, presentara una serie de actividades que no tomaron en cuenta ninguno de sus proyectos.

A juicio de los firmantes este proceso, a cargo del CNCA, “ha sido conducido de manera poco transparente y participativa, lo que le resta representatividad y puede afectar la credibilidad y validez del mismo”. Dentro de una lista donde el poeta más joven es Raúl Zurita y un 80% de los autores actualmente son parte del catálogo de sellos transnacionales, las actividades que ocuparán el corazón de una feria que congrega a más de un millón de personas, tienen un perfil más comercial (con mesas de cocina, paisaje, diccionario y teleseries) que reflexivo (no existe memoria, género, política, regiones y crítica cultural).

“Se nombró un Comité Asesor, ese fue el camino para asegurarse que la lista de invitados fuese diversa y completa, pero que las listas siempre van a ser cuestionadas, de eso no cabe ninguna duda”, justificó Beltrán Mena el jueves pasado tras la presentación del programa en el GAM. Sin embargo, detrás de una selección justa para unos y cuestionable para otros, existió un nivel de desprolijidad durante el procedimiento que podría terminar con el CNCA investigado por la Contraloría General de la República, nuevamente después del informe que hizo caer hace unos meses al subdirector de Cultura, Gonzalo Martin.

En noviembre de 2011, luego de confirmar a Chile como invitado de honor en la FIL, Paz Balmaceda, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, a petición del ministro Luciano Cruz-Coke, llamó al escritor Beltrán Mena para dirigir la comisión a cargo del programa. Paso seguido se formó un Comité Asesor con Pablo Dittborn —director de Random House, Cámara Chilena del Libro—, Juan Carlos Sáez —Editores de Chile—, Gonzalo Oyarzún —Dibam—, Chantal Signorio —directora de Puerto de Ideas, representando a la sociedad civil— y Pedro Gandolfo, crítico de libros de El Mercurio. Hasta ahí todo bien.

El 20 de marzo de 2012 el Consejo del Libro y la Lectura, a mediante un email titulado “Propuestas de proyectos para FIL Guadalajara 2012” realizó una convocatoria a las editoriales para que enviaran sus proyectos de mesas de discusión y autores. El contenido del correo señalaba lo siguiente:
“En el marco de la participación de Chile como país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes estará recibiendo propuestas para la participación en el Programa Literario de la Feria. Las propuestas se recibirán a través de una ficha, adjunta en este correo, que podrá ser enviada hasta el 27 de abril. Una vez que se reciban las propuestas, éstas serán revisadas por el Comité Asesor, liderado por Beltrán Mena, quienes decidirán finalmente cuáles proyectos se apoyarán para participar en Guadalajara. Las respuestas finales las tendremos durante el mes de mayo, momento en el que se enviará un mail informando si el proyecto ha sido apoyado o no”.

Dicho correo además incluía un formulario de postulación con un ítem presupuestario que las editoriales completaron. Las respuesta –todas negativas- llegaron cuando las diferentes editoriales consultaron por sus proyectos. Mediante otro correo, les informaron que el envío de propuestas no era parte de un concurso ni de una postulación.

Juan Carlos Sáez, miembro del Comité Asesor en representación de las editoriales independientes, asegura que al Comité no llegó ni una propuesta. “Las vio Beltrán Mena y su gente. El propio Beltrán me dijo, cuando le pregunté por qué no las presentaba: ‘lo que pasa es que las respuestas eran tan malas que decidimos no presentarlas al Comité’. Quizás eran malos los proyectos, pero bastaba con que los presentara para asegurar la transparencia del proceso. Las propuestas no pasaron por el Comité”.

Consultado por El Mostrador, el aludido dice algo similar. “Se leyeron todos estos formularios y vimos de cuáles se podían aprovechar algunas partes, porque lo más típico, era encontrarse con propuestas de cuatro autores más un ejecutivo de la editorial pidiendo un monto. Como era algo muy general los fuimos desechando. Se anotaron los nombres más repetidos y eso se utilizó como insumo en las reuniones, como sugerencias, para establecer la lista que presentamos. Nunca fue un concurso, solo pudo haber un error comunicacional de parte nuestra”, apuntó.

El proceso a todas luces había cambiado sobre la marcha. Galo Ghigliotto, de Editorial Cuneta y coordinador de la Furia del Libro, dispara: “Cuando tienes una comisión revisora de por medio no estás hablando de sugerencias. Cuando te piden un proyecto y es rechazado, te deben decir por qué, las razones presupuestarias, de calidad, etc. El formulario, nos dijeron, tenía por objeto proponer autores y mesas, justificar gastos de pasaje, de estadías, o sea, estamos hablando de lucas, de proyectos, no de sugerencias”.

En una primera carta, redactada solo por Editores de Chile y Furia del Libro, y enviada al comisario con copia a Cruz-Coke, se advierte sobre este mismo punto, el que podría traer problemas al ministro. “Lo que en una convocatoria pública se llama en sus inicios ‘proyectos’ o ‘propuestas’, no puede ser luego considerada como simples ‘sugerencias’. Al igual que la participación de la sociedad civil no puede confundirse con focus group o encuestas flash, ya que éstas son más bien técnicas del marketing”, se lee en la misiva.

El mecanismo está lejos de las formalidades que el estado debe cumplir en función a lo que la ley ha definido. En el caso del CNCA, éste cuenta por un lado, con fondos concursables, y por otro, con líneas de asignación directa, es decir, mecanismos para relacionarse a la comunidad cuando existen recursos de por medio. Según un abogado que trabajó en el CNCA, en este caso se trata de una invitación que solicita antecedentes que dan a entender que se trata de un concurso, con casi los mismos procedimientos que tienen los concursos: propuestas, fechas, presupuestos.

“El Consejo tiene esta plata y le pregunta a la sociedad civil cómo gastarla, pero de la noche a la mañana deja de ser un procedimiento administrativo y no se conocen los criterios de la elección. Eso genera suspicacias, porque le quita su naturaleza vinculante para definir quién sí y quién no será parte del programa, y eso, eventualmente, es una falta a la probidad, un exceso de informalidad y un exceso de discrecionalidad, pues estamos hablando de procedimientos y recursos públicos”, explica.

Las sanciones son disímiles, pero apuntarían a atacar la responsabilidad administrativa del CNCA. Según el abogado, “por más que sea Beltrán Mena el que toma la decisión de elegir, la responsabilidad es del Consejo. Cuando se toma la decisión de nombrar un curador, hay una decisión política de que el programa sea curado en términos artísticos y no en términos administrativos. Aquí hay un problema de informalidad y la administración pública es formal, todo debe estar registrado y la autoridad tiene que responder”.

Aunque el organismo tiene la facultad para fiscalizar en cualquier momento, la intención, tanto de Editores de Chile como La Furia del Libro es que “el CNCA realice una evaluación de las propuestas que sea transparente y en base a criterios que permitan una participación real. Es fundamental para que el programa sea incluyente y diverso”, dice Paulo Slachevsky, editor de LOM y Presidente de Editores de Chile.

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