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Fundación Trabajo para un Hermano advierte: «Aún persiste precariedad del empleo y altos niveles de pobreza»

La entidad, que cumplió 31 años en un contexto nacional de baja cesantía, reparó que «la precariedad en las condiciones laborales y los altos niveles de pobreza que mantiene el país son un desafío para continuar trabajando por un Chile con buen trabajo para todas y todos».


Con una Eucaristía celebrada en la Parroquia San Lázaro el jueves 21 de marzo se conmemoraron los 31 años de Trabajo para un Hermano. A la ceremonia asistieron directores, trabajadores, voluntarios y usuarios de la Fundación, quienes recibieron el envío y bendición por parte del Capellán, José Arteaga Llona, s.j., para renovar su compromiso en la entrega de oportunidades de formación y desarrollo a más de dos mil emprendedores cada año.

Durante la ceremonia se hizo hincapié en que si bien en Chile las cifras económicas y de cesantía se acercan a niveles de países desarrollados, sigue habiendo sectores de la población que se encuentran privados de acceder a un Buen Trabajo, donde las condiciones laborales ofrecidas y la calidad de los empleos es precaria.

Para Patricia Roa, presidenta del directorio de Trabajo para un Hermano, la presencia y acción de la fundación ha sido fundamental como aporte a la construcción de un país más justo e inclusivo y debe seguir con esta misión.

En este sentido se hizo parte de las palabras del Papa Francisco, cuando era cardenal en Buenos Aires, quien señaló que «Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de condiciones económicas injustas que originan las grandes desigualdades».

De esta forma planteó la necesidad de que la fundación continúe desplegando todas sus capacidades para superar la pobreza en Chile.

En esta misma línea se destacó la trayectoria solidaria de la fundación y su adaptación a los tiempos, donde la historia y las necesidades han ido cambiando a lo largo de los 31 años. El padre Arteaga destacó al grupo de laicos que se atrevió a dar el paso para ayudar a miles de personas cesantes o que contaban con un trabajo precario, hace ya 31 años.

“Como a Abraham, el señor le ha concedido una enorme descendencia a la Fundación, representada por tantas usuarias y usuarios que han sido apoyados de muy diversas maneras para ponerse de pie y experimentar la dignidad de desarrollar un trabajo que los ha hecho crecer como personas, colaborar en la obra creadora de Dios y cooperar económicamente para la mantención de su familia”, expresó.

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