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El estilo Burgos y el fin de la retroexcavadora Nuevo orden se instala en La Moneda tras cambio de gabinete

El estilo Burgos y el fin de la retroexcavadora

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Pertenece a la elite política, al principado de la DC. Es de cuna ignaciana y formación jurídica en la Universidad de Chile, con lazos estrechos con el senador Ignacio Walker. Es bien mirado por el actual timonel Jorge Pizarro y es muy cercano al matrimonio Martínez-Alvear. Pero destacan que “tiene opinión propia”, que fue la mejor opción que tuvo la Mandataria, y desde los sectores más progresistas del oficialismo dicen que representa un “buen mix” entre las dos almas del conglomerado: la Concertación y la Nueva Mayoría.


Se acabó la era del bacheletismo puro y duro, del poder absoluto de la Nueva Mayoría. Hoy soplan otros aires en La Moneda, con un comité político remozado completamente, liderado por el DC Jorge Burgos en el Ministerio del Interior, una figura alineada con el programa y la Presidenta Michelle Bachelet, pero que también trae a Palacio un fuerte aroma a las lógicas políticas de la Concertación, lo cual es coincidente con el gesto público que tuvo ayer de enterrar la mítica “retroexcavadora” que buscaba cambiar los cimientos del actual modelo con las reformas estructurales.

Fue el concepto que acuñó el año pasado el timonel PPD, Jaime Quintana, a los pocos días de debutar el Gobierno bacheletista, para graficar el ánimo reformista que imperaba, lo que generó escozor en la derecha y el empresariado, fue mal visto por el partido del orden y el statu quo, pero que también fue considerado en el seno del bacheletismo un grave error del parlamentario.

El flamante ministro Burgos dejó clara su posición sobre el punto a pocas horas de ser nombrado, cuando fue de visita al Consejo Nacional de la DC para saludar a su partido. “A mí no me gustan las retroexcavadores, porque andan para atrás y creo que este país necesita ir para adelante”, dijo.

No hay que olvidar que Burgos pertenece a la elite política, posee estrechos vínculos con el principado de la DC, pero tiene cuna ignaciana y formación jurídica en la Universidad de Chile. Tiene lazos estrechos con el senador Ignacio Walker, es bien mirado por el actual timonel Jorge Pizarro, es muy cercano al matrimonio Martínez-Alvear y fue el sucesor del cupo distrital en Providencia-Ñuñoa cuando el máximo operador de la falange salió del Congreso.

El nuevo conductor político de La Moneda es la carta que se jugó la Mandataria para privilegiar la gestión política, una mejor relación con los partidos oficialistas y el Congreso, en un momento crítico de su mandato, con el apoyo ciudadano por el suelo y una crisis generalizada de credibilidad en la política.

[cita]Las primeras directivas de partido que ya han conversado con él recalcan que no tienen dudas de su apego a las reformas. Mal que mal, la propia Bachelet dijo hace unas semanas que era requisito fundamental para su nuevo gabinete la disciplina con su programa, con lo prometido en campaña. [/cita]

Pero el sociólogo Alberto Mayol advirtió que esa decisión de la Mandataria representa una derrota para ella, que fue “la gran perdedora” de este ajuste ministerial, porque “la oportunidad histórica de construir la Nueva Mayoría, de hacer reformas estructurales, de girar fuertemente respecto a la Concertación, se ha acabado en este cambio de gabinete. Ha ganado el ala conservadora y la tesis de Gutenberg Martínez respecto a la Nueva Mayoría como un contrato de arriendo se ha hecho realidad”.

Se reconoce a Burgos como una figura de la Concertación de tomo y lomo, que ha transitado en diversas posiciones y cargos desde el debut de la democracia en 1990. Los primeros cuatro años fue jefe de gabinete del entonces ministro del Interior, Enrique Krauss, y asesor jurídico de esa cartera. Fue embajador en Ecuador en el mandato de Eduardo Frei y fue subsecretario del Interior, para luego ser elegido durante tres períodos seguidos como diputado.

Fue parte del llamado grupo “München”, que se creó en la década de los 80 por varios fundadores de la Concertación y que convocaba a cenas semanales a figuras como el PS Marcelo Schilling, Osvaldo Puccio y Ricardo Núñez, además de los DC Edmundo Pérez Yoma, Mariano Fernández, el “Gute” Martínez, Edgardo Riveros y Mario Fernández. Hasta el 2011 aún se mantenía vigente, ya no se reúne como antes, aunque las redes se mantienen con varios.

A pesar de eso, en la DC dicen que si bien es conservador en lo valórico, no se puede hacer un símil de su llegada a La Moneda con la de Pérez Yoma al mismo puesto en el primer mandato de Bachelet. El ex ministro, agregan, se ubica en el ala más a la derecha de la falange y se caracterizó siempre por un estilo “muy de patrón de fundo”, mientras que Burgos, recalcan, es “mucho más abierto de mente”, es “reflexivo” y “dialogante”.

Hacen el matiz en que, si bien Burgos es moderado, no lo es necesariamente en la perspectiva de disminuir y “aguar” las reformas, sino que más que nada en las formas, que apunta a los tiempos, sin la vorágine e imposición al Congreso que se evidenció en momentos.

En la falange ponen el acento en que Burgos es lo que se ve de él, lo que reflejan sus declaraciones: apuesta por el consenso, por escuchar, buscar acuerdos, que sabe que llega con todo el poder para ser el jefe político del Gobierno.

Escoba nueva

En el oficialismo y en La Moneda destacaban ayer que es leal a la Presidenta, al programa de Gobierno. No fue gratuito que Bachelet lo considerara en su primer gabinete en marzo del 2014 como titular de Defensa.

Las primeras directivas de partido que ya han conversado con él recalcan que no tienen dudas de su apego a las reformas. Mal que mal, la propia Bachelet dijo hace unas semanas que era requisito fundamental para su nuevo gabinete la disciplina con su programa, con lo prometido en campaña.

Lo que sí no es Burgos, recalcan transversalmente, es ser obsecuente. En la DC ponen el acento en que no peca de lealtades mal entendidas, de ser un yes man. Todo lo contrario, se distancia de las máquinas partidistas, “tiene criterio independiente” incluso del partido, “tiene opinión propia”.

Un punto no menor será el proceso constituyente que anunció hace dos semanas la Presidenta Bachelet y que se iniciará en septiembre. Será una prueba de fuego para el nuevo ministro del Interior, en el entendido de que es público que él no es partidario de ideas como la Asamblea Constituyente y que su mirada pasa por conversar todo en el Congreso, lugar que considera es donde se deben poner los temas sobre la mesa y aprobarlos.

Bachelet no ha precisado los detalles de ese proceso constituyente, es la tarea de los siguientes meses aterrizarlo y el papel del ministro Burgos ahora adquirirá un peso mayor.

Se dijo ayer en Palacio que en los días previos, cuando la Presidenta estaba definiendo el cambio de gabinete, la DC puso dos opciones sobre la mesa: a José de Gregorio en Hacienda y a Burgos en el Ministerio del Interior. Que la elección fue clara, sin dudarlo, porque la primera alternativa no era viable, ya que el economista de la falange representa posturas demasiado a la derecha, junto con el hecho de haber sido un crítico público de la Reforma Tributaria el año pasado.

Entre las dos opciones, agregaron, la Mandataria escogió a quien representa una chance de mantener el programa, alguien que no puso condiciones para asumir las riendas del Gobierno, que quería estar en La Moneda y que incluso, desde los sectores más progresistas de la coalición oficialista, destacaron ayer que representa un “buen mix” entre las dos almas que conviven en el actual oficialismo: la vieja guardia de la Concertación y la Nueva Mayoría.

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