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Rector de la UAI despedaza el «dress code» de importante estudio de abogados «Seguimos siendo una isla perdida, dominada por un grupo que con una mano predica la modernidad y con la otra aplasta cualquier intento de diversidad»

Rector de la UAI despedaza el «dress code» de importante estudio de abogados

Andrés Benitez cree que el instructivo lleno de prohibitivas sugerencias, especialmente hacia las mujeres no hace otra cosa que dar cuenta de que Chile «no ha avanzado nada» y que para muchos el listado no es tan malo porque «al final, vivimos en un país conservador y clasista»


Andrés Benitez, Ingeniero Comercial y rector de la Universidad Adolfo Ibáñez  dedicó este sábado una columna en La Tercera a desplegar duras críticas contra la política de vestuario que impone una serie de restricciones, especialmente a las abogadas del estudio Bofill y Escobar.

Benitez parte escribiendo que «nos encanta pensar que vivimos en un país moderno, global, vanguardista. Que pese a que estamos en el último rincón del planeta, sintonizamos con la primera línea de las tendencias mundiales. Que Santiago es una de las capitales más sofisticadas del mundo. Para qué hablar de nuestros profesionales; tipos que no tienen nada que envidarle a nadie. Que se mueven por Nueva York, Londres o Tokio como si estuvieran en su casa», dice. 

Pero la realidad es otra «en muchos aspectos seguimos siendo un pueblo chico, lleno de trancas y costumbres sacadas de otro siglo», asegura y en ese contexto recuerda algunas de las disposiciones contenidas en el reglamento del bufete. «que prohíbe cualquier intento de diversidad en la forma en que sus empleados se presentan en la oficina. Y lo peor, dedicado sólo a las mujeres, en una suerte de machismo pocas veces visto en una organización», asegura. 

Para Benítez se trata de «una lista que lejos de ser innovadora y respetuosa de la diversidad, busca uniformar a las mujeres bajo criterios ultraconservadores, casi pacatos. Pero, lo peor no es eso: al ligar la apariencia con la entrega de un servicio de excelencia, están validando la clásica crítica de que, al final, alcanzar el éxito en este tipo de organizaciones no pasa por la capacidad profesional, sino por la cuna, la pinta, por entender los códigos de una clase privilegiada, que se supone tiene el patrimonio del buen gusto. Algo que no sólo es discutible, sino que poco ético y de muy mal gusto», escribe. 

«Leo la lista una y otra vez y todavía no comprendo en qué estaban pensando sus autores. ¿Qué pasó por sus cabezas cuando la escribieron? ¿En qué planeta viven? A lo mejor son personas sin experiencia. O que sufrieron un trauma cuando chicos. O que fueron educados a latigazos. Porque no se entiende que alguien metido en el mundo moderno plantee tantas barbaridades al mismo tiempo. Basta mirar a la gente joven, de todas las clases sociales, para saber que hoy pocas estudiantes de derecho podrían postular a trabajar en dicho estudio», agrega.

Para el rector el problema no está en establecer un dress code «son muy conocidos en el mundo. Pero tienen al menos tres diferencias con el que publica el estudio de abogados chileno. Primero, son sugerencias. Segundo, promueven la diversidad. Tercero, tienen buen gusto (…) ninguna de las anteriores se cumple en el dress code de Bofill Escobar Abogados. No son sugerencias ni trata de promover la diversidad. Tampoco sigue las reglas del buen vestir. Por dárselas de expertos en moda, elaboraron un manual que es  una oda al mal gusto y para qué decir de falta de humor, que al final es esencial en el vestir. Los expertos dicen que hay que jugar con la ropa, poner toques que llamen la atención, sin desentonar. Las poleras con tiritas o pantalones cortos pueden ser y son muy elegantes si se usan bien. Lo mismo el pelo largo o las uñas pintadas con colores fuertes, que muchas veces dan el toque que falta a una tenida demasiado formal», dice.

Bemítez a la cabeza de una de las universidades que ha logrado un sitial en la elite cree que este instructivo habla del estado actual de la sociedad chilena, y en el fondo de lo que nunca ha dejado de ser. «Este país no ha avanzado nada de nada. Seguimos siendo una isla perdida, dominada por un grupo que con una mano predica la modernidad y con la otra aplasta cualquier intento de diversidad», dice y en el mismo sentido agrega que  «las implicancias de este dress code, no son menores. Nos habla de una elite profesional menos inclusiva, más pacata y menos moderna de lo que nos gusta admitir. Y eso es malo, muy malo. Porque estas reglas, al final, son una forma de exclusión. De no permitir la diversidad. Y cuando la apariencia se liga a la ética, al trabajo serio y profesional, entonces se cruza una línea muy delicada». 

Por otro lado el rector cuestiona que los representantes del estudio sean además integrantes de un movimiento de corte liberal como el que encabeza Andrés Velasco. «que estoy seguro no comparte lo sucedido. Y también están a cargo de una parte de la defensa del caso Penta. En suma, estamos hablando de personas de la elite profesional del Chile. Y eso es lo grave. Porque si ello interpreta a muchos de sus colegas, entonces la cosa es terminal». 

Benítez por último no duda que «para una parte no menor de la elite este dress code nunca debió ser público, pero tampoco es tan malo. Refleja lo que, al final, piensan muchos: que las mujeres debieran andar con trajecitos de dos piezas, con faldas hasta las rodillas y bien, pero bien ordenaditas. Porque, al final, vivimos en un país conservador y clasista»

 

 

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