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Pensar la educación desde el final Opinión

Pensar la educación desde el final

Partir por el final significa que las autoridades educacionales dejen de elaborar políticas educativas con la esperanza de que éstas impacten en el aprendizaje de los estudiantes, en su lugar, hay que poner el aprendizaje en el centro y luego elaborar políticas que faciliten que éste se produzca.


El campeón mundial Capablanca aconsejaba a sus estudiantes comenzar el estudio del ajedrez por el final. Decía que un buen jugador realiza cada movimiento calculando si facilita o no una posición final favorable. Primero se necesita claridad de qué posición se quiere alcanzar y cómo sacarle el máximo provecho. En Educación 2020 estamos elaborando nuestro Plan Nacional de Educación y compartimos la premisa de Capablanca respecto de nuestra educación escolar.

Quienes hemos trabajado en colegios sabemos la infinidad de burocracias, obligaciones y programas que roban nuestro tiempo, sin entender por qué ni cómo impacta en nuestros estudiantes. Basta revisar las investigaciones de equipos directivos en Chile, donde una y otra vez reclaman que la mayor parte del día se les va en tareas administrativas, y la menor, en tareas relacionadas con el liderazgo pedagógico. Esto no es casualidad, sino el resultado de un sistema poco coherente y con falta de visión.

Partir por el final significa que las autoridades educacionales dejen de elaborar políticas educativas con la esperanza de que éstas impacten en el aprendizaje de los estudiantes, en su lugar, hay que poner el aprendizaje en el centro y luego elaborar políticas que faciliten que éste se produzca.

Sabemos que el aprendizaje se juega en la relación docente-aprendizaje-estudiantes (el núcleo pedagógico), entonces por ahí debemos comenzar y preguntarnos: ¿Qué acciones aumentan la motivación de los estudiantes?, ¿qué medidas fomentan el desarrollo de las capacidades y trabajo colaborativo entre docentes?, ¿cómo se construye un currículum de mejor nivel, que responda a los desafíos del siglo XXI?

Con el núcleo pedagógico como guía, revisaremos qué tipo de apoyo externo necesitan hoy las escuelas para mejorar su trabajo. Así, el rol que deben cumplir los sostenedores y programas de formación estarán en función de lo que las escuelas demandan pedagógicamente, no de lo que otros creen que necesitan. Lo mismo sucederá con temas macro, como financiamiento y liderazgos intermedios, donde la discusión debe centrarse a qué cambios son necesarios para que se facilite el rol de los sostenedores y escuelas.

La única forma de mejorar el aprendizaje de nuestros niños, niñas y jóvenes es tejiendo un traje a la medida para los colegios, fortaleciendo un sistema educativo coherente y articulado, donde cada decisión tenga en el centro la mejora de los aprendizajes y la equidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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