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Gonzalo Rojas Sánchez le prende velitas a Kast: “Sobre un 8% formaríamos un gran partido conservador que reviva a la vieja UDI” A columnista no le incomoda que la UDI sea partido liberal, “así nos dejan tranquilos a los conservadores”

Gonzalo Rojas Sánchez le prende velitas a Kast: “Sobre un 8% formaríamos un gran partido conservador que reviva a la vieja UDI”

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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El profesor de la Pontificia Universidad Católica analiza la separación de la derecha en el marco de la carrera presidencial. Reconoce a José Antonio Kast como la voz del gremialismo original, de la UDI de Jaime Guzmán, que fue quebrada por el lavinismo y la mano de Andrés Chadwick, el jefe político de la campaña de Sebastián Piñera. Asegura que la candidatura de Piñera no logra empatizar con el sentido común, la humanidad del chileno promedio, y que la irrupción de Kast es mucho más cercana y sincera con la ciudadanía.


Gonzalo Rojas, columnista político y profesor de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica, está feliz, entusiasmado y comprometido con la sorpresiva carta presidencial de la extrema derecha: José Antonio Kast.

El académico, reconocido por su fanatismo por el equipo de fútbol de la Universidad de Chile, adelanta que la fisura en la centroderecha y la mala política de Lavín y Chadwick, que terminó consolidando el viraje hacia el centro del piñerismo, abren la oportunidad para volver al origen del gremialismo, de la UDI de Jaime Guzmán, y así poder conformar un partido conservador y republicano, totalmente separado del sentido liberal de la línea de Sebastián Piñera. Para esto, Kast deberá superar el 8%, ojalá los dos dígitos, solo eso le dará el capital político para consolidar la emergencia de un nuevo partido a la derecha, de la derecha transicional.

-Al fin tiene candidato presidencial…
-(Risas) Sí, afortunadamente después de varias elecciones en que no tenía. Aunque la última vez voté por Evelyn Matthei, pero no había tenido entusiasmo. Ahora tengo candidato presidencial, es José Antonio Kast, a cuyo comando pertenezco, en alguna pequeña medida.

-¿Por qué la derecha, después de tanto tiempo con candidato único, va dividida?
-Por distintas razones, una por el talante personal de José Antonio, él es una persona que ha construido su tarea de servicio a Chile desde una candidatura a alcalde, que solo fue exitosa para ser concejal, tres o cuatro períodos a diputado, dos candidaturas fallidas a la presidencia de la UDI, una precandidatura a senador, que al final no cuajó, que finalmente terminó siendo candidato en un distrito muy difícil, La Reina, y terminó ganando. Por lo tanto, la convicción personal de él es que puede prestar un servicio en esa dimensión. Fue el primer factor.

-Pero él pertenecía a un partido, la UDI.
-Él tenía un partido, que lógicamente debió haberlo apoyado, pero ese partido –al que yo también pertenecí– optó por aquello que lo venía caracterizando en los últimos años: el apego al poder, a la dimensión cuantitativa, ser el partido más grande de Chile, a la construcción de redes con el actual Gobierno, abandonando su talante de partido nuclear, si era necesario minoritario, y claramente opositor. Prefirió el poder, el tamaño y las redes, lo que se suele llamar el «club de los políticos». José Antonio nunca ha estado para esa tarea. Entonces, el partido que lo debió haber acompañado es un partido que ha ido mutando, cambiando muchísimo. Yo tuve la fortuna de ser miembro de las dos fundaciones de la UDI, en el 83 y en el 89, conozco el tema, y estuve en el proyecto de Jaime Guzmán desde marzo de 1971, desde que llegué a la Casa Central de la Católica.

-¿En qué momento el gremialismo se traiciona?
-Con el lavinismo, es el daño más grande que se le ha causado a la UDI, y es la tendencia que la deshizo. Joaquín Lavín es una excelente persona, pero es de los peores políticos de los últimos 30 años, de las personas con menor sentido de la trascendencia de la política, y por eso es que se llama a sí mismo gerente. Una persona que se llama gerente de los problemas de la gente, es una persona que no ha entendido nada de la política como tarea de trascendencia. Él inyectó a la UDI esta mirada de gerencia, de solución de cosas prácticas, el “cosismo lavinista”; después intentó el bacheletismo-aliancista, tender redes con todo el mundo, no pelear con nadie, y nosotros los UDI fuimos formados para pelear casi con todo el mundo, justamente lo contrario. Por lo tanto, el partido se llena de gente, a finales de los 90, que va detrás de poder, en un partido grande y que pierde su talante de avanzada, para comenzar a asentarse en el sistema.

-¿Lo mismo ocurre con Andrés Chadwick?
-Chadwick es un factor decisivo para que el partido también pierda sus características. El último que mantuvo, en parte eso, fue Pablo Longueira. Hoy día no me voy a referir a Pablo, porque quiero ver el video en que se anuncia que va a llamar a los electores. Pero los factores decisivos han sido Joaquín Lavín y Andrés Chadwick, como las dos personas que le cambiaron a la UDI su carta de navegación, porque comenzaron a leer otras estrellas. Es más, la reafiliación de la UDI no se hizo con una foto de Jaime Guzmán en la calle, sino con una foto de Sebastián Piñera.

-¿Qué ocurre cuando uno de los partidos más grandes del país, que se consolida como opositor, pero también con un proyecto propio, traiciona sus orígenes?
-Todos los partidos, casi sin darse cuenta, se han transformado en pequeños PPD, en partidos instrumentales, menos el Partido Comunista, por supuesto. El Partido Socialista se ha pepedeizado, la Democracia Cristiana, todos se han transformado en partidos sin núcleo duro. Renovación Nacional nunca tuvo esa consistencia, pero la tenían el PS, la DC, la UDI, incluso históricamente la tenía el Partido Radical, y todos han tendido a plegar sus banderas, tomar algunas del adversario, lo cual en democracia es bastante absurdo, porque el ciudadano necesita opciones diferenciadas, y por eso surge la opción de José Antonio Kast.

[cita tipo=»destaque»]»Chadwick es un factor decisivo para que el partido también pierda sus características. El último que mantuvo, en parte eso, fue Pablo Longueira. Hoy día no me voy a referir a Pablo, porque quiero ver el video en que se anuncia que va a llamar a los electores. Pero los factores decisivos han sido Joaquín Lavín y Andrés Chadwick, como las dos personas que le cambiaron a la UDI su carta de navegación, porque comenzaron a leer otras estrellas. Es más, la reafiliación de la UDI no se hizo con una foto de Jaime Guzmán en la calle, sino con una foto de Sebastián Piñera».[/cita]

-¿La opción de Piñera no es diferenciadora?
-La opción de Sebastián Piñera no es diferenciada radicalmente, sustancialmente, de algunas materias que postula el PPD, por algo hay un PPD dentro de Chile Vamos: se llama Evópoli. Por eso José Antonio se va en mayo de 2016, él quería irse solo, y nos fuimos 31 militantes con él (…). Si se mira con detención esa lista, se puede observar que este va a ser el electorado de Kast, desde gente muy sencilla, hasta tipos muy connotados de la UDI. Entonces esa derecha que existe, que es la verdadera, porque RN y la UDI son partidos en materias culturales, morales, de mirada al Estado de bienestar, que se han corrido al centro, y eso es legítimo, pero ha quedado el espacio para los que, en materias culturales, morales e institucionales tenemos una mirada mucho más guzmaniana que Piñera. A fin de cuentas él es un democratacristiano que votó por el No y que en sus planteamientos lo demuestra poniendo a Patricio Aylwin en su franja. Comprenderán que, para una persona de los viejos de derecha, la figura de Patricio Aylwin es inaceptable, por la reforma agraria y por todo lo que pasó en los comienzos de su administración con el Gobierno de Pinochet.

-Se establece este periodo como una época de extremos. Surge el Frente Amplio a la izquierda y la candidatura de José Antonio Kast por la derecha, que se aprecia como una figura menos “dialogante” con el centro que el piñerismo. ¿Cómo será el diálogo entre las derechas si son Gobierno?
-Los extremos en política siempre admiten la posibilidad de que todavía haya alguien más a la derecha y, es más, a la derecha de esta derecha. Es perfectamente factible que haya gente que no vaya a votar por Kast porque lo encuentra blando en diferentes materias. En ese sentido, yo no me hago problema de aparecer, o que José Antonio, aparezca, colocado en el extremo de la derecha, porque uno sabe que hay todavía gente que considera a Kast tibio, demasiado simpático y no todo lo duro que debería ser. Creo que esa gente existe, así como hay gente a la izquierda de Frente Amplio, por ejemplo, el mundo anarquista, que considera inaceptable al Frente Amplio porque tiene organización, y porque se llama “frente”, así que, en ese sentido, yo no me hago problema. Por ejemplo, el otro día me paró un nazi en la calle, un tipo viejo, mayor que yo, de unos 70 años. Me dijo “nosotros, los camaradas, no vamos a votar por Kast”. «Camaradas de qué», le pregunté; “somos nacionalsocialistas”, me respondió.

En el tema del diálogo, el chileno medio lo que ha percibido es que la persona con mayor capacidad, simpatía, estilo y modo de tratar es, precisamente, José Antonio. Piñera se ofusca con mucha facilidad. El modo de ser de José Antonio siempre ha sido llano, decente, sensible, no se cree inteligente.

-¿Sebastián Piñera se cree inteligente?
-¿Tiene alguna duda de que se cree una de las inteligencias mayores que ha habido en la historia de Chile? José Antonio le dice a cualquier persona «mire, yo tengo una inteligencia normal, soy el candidato del sentido común», y eso a las personas inteligentes les plantea un problema. Las personas inteligentes, de vez en cuando, no son las de mayor sentido común, porque leen de tal manera los escenarios, que creen que los demás los están leyendo de igual manera que ellos, pero a veces no hacen sintonía con la gente. Yo sé que Piñera va a sacar la primera mayoría en primera vuelta, no creo que vaya a ganar –de ninguna manera– en primera vuelta, pero no cabe ninguna duda de que la gente va a votar por este tipo con aires de redentor, inteligente, que lo respaldan cuatro partidos, que va a poder hacer un Gobierno, si no es de mayorías, de consolidación. Pero, claro, también tendrá que conversar con José Antonio después de la segunda vuelta, para preguntarle por qué este fenómeno que la UDI no imaginaba.

-Entonces, el piñerismo no tiene consciencia de las subjetividades comunes y corrientes…
-Como todo hombre de negocios y rico, se ha basado en esa percepción del resultado final y el cumplimiento, y en general le ha resultado. Yo no voy a juzgar si los procedimientos han sido correctos o incorrectos, eso no me corresponde a mí, sino a quienes tienen juicio moral y a quienes tienen juicios en los tribunales, pero sí creo que él siempre mira la posibilidad de resultados, de éxitos. Eso no significa que él esté haciendo sintonía con lo más profundamente humano de los chilenos, quien está haciendo esa conexión es Kast, lo que pasa es que los chilenos estamos deshumanizados.

-¿Construirán un partido que interprete estas subjetividades?
-Es algo que está en nuestro interés, en nuestra ilusión, pero también depende del porcentaje de la primera vuelta. Comprenderás que es muy distinto un 3,6% de un 11%, psicológicamente hay una diferencia infinita. Aunque el 3,6% impida que Piñera gane en primera vuelta y, por lo tanto, sean votos muy codiciables, el 3,6% no te permite generar un partido político en marzo. Todo lo que pase de 7% o de 8%, te deja en una posición muy notable.

-¿Y pueden negociar en segunda vuelta con Sebastián Piñera esos votos?
-Es un tema que yo no he hablado con José Antonio, el candidato es quien va a decir. Yo creo que va a decir lo que se suele decir en estos casos, creo –es una opinión mía– que va a distinguir entre su posición personal y la libertad de los electores.

-¿Quiénes son esos electores de Kast, son antipiñeristas, ex UDI, gremialistas desilusionados del viraje al centro de la derecha?
-Yo creo que va a haber tres tipos de electores de Kast, si es que no pasa a segunda vuelta, porque está muy abierto todo, no sabemos cuánta gente va a votar. Están los que se abstengan, los que cumplan con su deber cívico y vayan a votar nulo o blanco, y los que no vayan a votar en primera vuelta, pero sí en segunda (…). Hay que ver que las encuestas hoy miden el voto probable y el voto en urna, y hay un voto indeciso que –porque todos los chilenos somos un poco tímidos– es un voto oculto por miedo. No creo que sea un voto de ME-O ni de Beatriz Sánchez, porque el carácter de su candidatura es expansivo, echado para adelante, y el votante de Beatriz Sánchez no debiera tener ningún temor de parecerse a ella, yo creo que ese voto oculto es Kast y va a haber un margen de sorpresa.

Me quedé muy contento cuando Roberto Méndez, que es un piñerista entusiasta, dijo que Kast podría llegar a un 6% u 8%. Va a ser muy interesante saber –e imposible al mismo tiempo– cuántos militantes y ex militantes de la UDI van a votar por Kast, va a ser muy importante esa votación. Evidentemente va a haber presión sobre el electorado más blando, y nosotros vamos a defender esos votos, de la gente que está con la duda de que Piñera no pueda pasar a segunda vuelta… pero, viejo, ¿cómo?

-¿Está ese discurso “del terror” en la centroderecha?
-Pero por supuesto. Alberto Espina, Andrés Chadwick, han usado las expresiones de “darse un gustito”, y ya veo que viene un video de Pablo Longueira llamando a toda su base a que no se vote “por quien quiere darse un gustito”, lo que es muy ofensivo.

-¿Duele ese discurso de parte de sus ex camaradas?
-A mí no, personalmente, pero a José Antonio, que fue el hombre que ocupó la posición de Pablo Longueira en San Bernardo, el hombre a quien le dejó el distrito, le va a doler ser calificado como una persona que se quiere dar un gustito. Sería una frase muy desafortunada y descalificadora.

-Se dice que la alta adhesión a la centroderecha y el propio núcleo de Kast, dejan en evidencia que se han ganado el sentido común del chileno. ¿Usted cree que sea así?
-No. Lo que yo creo es que se puede ir demostrando que entró en la subjetividad del chileno un sentido de la autonomía, algo a que Carlos Peña tanta referencia hace: la autonomía en las relaciones de mercado, morales, en la familia, en las decisiones educacionales y de recreación. En concreto, ese sentido es mucho más de la mentalidad de la derecha que de la izquierda, cuyo valor fundamental es la igualdad. Pero la autonomía, la libertad de Evópoli, no es la misma que la de otros sectores. No es que la derecha haya logrado tocar la sensibilidad del chileno, sino que hoy expresa mejor el afán de autonomía plena. Esto puede llevar al Gobierno de Sebastián Piñera a un centro liberal, entonces, de inmediato la Jacqueline van Rysselberghe levanta inmediatamente su dedito y dice “no queremos que el gobierno de Piñera sea liberal”, y aparece Evópoli diciendo que no se pongan vetos.

-La división en el piñerismo es una oportunidad entonces…
-Eso lo vamos a aprovechar nosotros, que somos conservadores en el sentido de la vida, la familia, la enseñanza, del Estado subsidiario y no del Estado de bienestar de que habla el piñerismo, eso nos deja espacio para nosotros. Cuando el piñerismo se abre a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, cuando está a favor del Acuerdo de Unión Civil, cuando se abre a la posibilidad del matrimonio del mismo sexo, nosotros decimos «ningún problema, esto nos está distinguiendo y eso va afectar a la UDI en gran medida». No solo a nivel electoral sino en un eventual Gobierno de Piñera, mucho más que en el primero, porque estas materias morales aún no estaban en el grado de efervescencia, y va a tensionar, porque Evópoli tiene un gran espíritu liberal. Por mí que haya un gran partido liberal en Chile, así nos dejarían tranquilos a los conservadores. Así podríamos formar un gran partido conservador, o republicano, que reviva a la vieja UDI.

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