Publicidad
Jaime Gazmuri, ex embajador en Brasil: Bolsonaro alienta a aquella derecha chilena que se siente incómoda con la cultura de los DDHH PAÍS

Jaime Gazmuri, ex embajador en Brasil: Bolsonaro alienta a aquella derecha chilena que se siente incómoda con la cultura de los DDHH

El también otrora senador PS analiza las causas que han llevado al ex capitán del Ejército y nostálgico de la dictadura brasilera a estar a un paso de la Presidencia. Según su análisis, el término brusco del ciclo de buenos precios de los commodites, el «inadecuado» manejo del Gobierno de Dilma Rousseff frente a la crisis económica y el colapso del sistema político y de partidos son algunos de los factores que han impulsado este escenario. Si bien asume que “lo complicado es tener un Presidente que no tiene convicciones democráticas”, confía en que Bolsonaro “no va a poder ejercer toda su ideología protofascista desde el gobierno”.


Ha sido acusado de homofobia, racismo, misoginia y, como si fuera poco, de ser un nostálgico de la dictadura militar. No obstante, el candidato del Partido Social Liberal, Jair Bolsonaro, se encuentra virtualmente a un paso de la Presidencia de Brasil y, por lo tanto, a un paso de estar a la cabeza de una de las economías más grandes del mundo.

Esto, en el contexto de una debilitada candidatura de Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, quien posee, según la firma Ibope, apenas un 43% de preferencias, frente al 57% que ostenta el ultraderechista.

El fenómeno Bolsonaro, el favorito para el balotaje de este domingo, también ha repercutido en la política chilena, asume el ex embajador de Chile en ese país, Jaime Gazmuri. «En Chile esto ya ha tenido un impacto político, en el surgimiento de una derecha chilena que se han identificado con Bolsonaro, como José Antonio Kast, pero también con la UDI, e incluso, con RN. Por eso, esto puede tener impacto en Chile porque aquí hay sectores que se han sentido incómodos con la cultura que se ha venido produciendo con respecto a la condena de las violaciones a los DD.HH., de ampliación de derechos de género, del feminismo, y se sienten incómodos con una cultura democrática que afirma valores distintos a los de ellos», señala.

-¿El discurso de Bolsonaro, políticamente incorrecto, ha animado a la derecha chilena?

-Sí, allá se pueden hablar las cosas que acá son mal vistas… Tengo la impresión que puede alentar el desarrollo de aquella parte de la derecha chilena que todavía no hace bien las cuentas con la cultura de los derechos humanos y con la condena a los regímenes dictatoriales.

-¿Qué tiene que hacer la centro izquierda para enfrentar este tipo de liderazgos? 

-Se debe construir una alternativa amplia, unitaria y que pueda ofrecer al país un proyecto nacional para enfrentar los grandes desafíos que tiene Chile en el terreno productivo, social, en la profundización de la democracia, y ser capaces de recoger los temas que son muy importantes para la ciudadanía y frente a los cuales la izquierda a veces no construye un discurso suficiente, como los temas de seguridad pública, que en Brasil también han sido componentes de su crisis. La izquierda, frente a estos temas, no tiene discursos complejos que enfrenten el problema.

-¿Cómo se explica el fenómeno Bolsonaro?

-El sistema político y el sistema de partidos colapsó, y colapsaron fundamentalmente las fuerzas de centro derecha, que tuvieron dos gobiernos durante el último periodo. Colapsaron también las mismas fuerzas de centro derecha que dieron origen al impeachment. Los dos candidatos de los grandes partidos que apoyaron el gobierno de Temer, sumados, no alcanzaron el 7% de la votación. Y ese espacio, que durante los últimos 25 años, era de centro, y que incluía sectores muy conservadores y con personalidades extremistas, en ocasiones, bueno, ese espacio fue cubierto por un liderazgo como el de Bolsonaro.

-Un político que hasta ahora no había tenido un espacio relevante en la escena política…

-Bolsonaro no es un recién llegado en la política de Brasil: fue diputado por casi 30 años y en ese largo historial, siempre fue una figura marginal, casi pintoresca, que representaba a la defensa pública de las dictaduras, representaba una cultura homofóbica, racista, anti feminista, con una aproximación solamente represiva frente a los temas de seguridad. Es decir, una figura que fue a contracorriente de lo que era la cultura democrática en Brasil. El tema es qué provoca que un liderazgo de estas características logre un apoyo popular tan masivo, en una democracia como la brasilera, que durante muchos años se vio como una democracia estable y que tuvo un periodo muy notable de crecimiento económico.

-¿Que pasó, entonces, para que su figura creciera tanto?

-No hay respuesta única. Mi aproximación es que durante los últimos cinco años se desarrolló una crisis múltiple, de carácter económica, que fue el término brusco del ciclo de buenos precios de los commodites, que afectó mucho a Brasil, más un manejo inadecuado del gobierno de Dilma Rousseff a la crisis económica, y eso se agravó cuando se destituye a la Presidenta Rousseff y se elige un gobierno sin ningún apoyo popular que fue incapaz de revertir las tendencias económicas, que tuvo un enorme retroceso, que generó un efecto devastador. No hay que olvidar que Brasil es una economía grande, diversa, entre las 10 más grandes del mundo.

-Hubo, también, una crisis ética de la clase política.

-La crisis ética, que se desata con el proceso de Lava Jato, hizo evidente que la relación entre Estado, empresarios y partidos políticos era perversa,  lo cual dio pie a múltiples actos de corrupción que son propios del sistema y que siempre existieron. Sin embargo, los tiempos han cambiado y la sociedad es más exigente. En eso también hay un papel muy importante de los grandes medios de comunicación, que todos tomaron posiciones muy contrarias al PT y lograron con éxito que fueran el símbolo de la corrupción sistémica.

-¿Hay otra razón que expliquen el enorme arrastre electoral de Bolsonaro?

-También está la cultura política muy conservadora en términos morales, que está representada por el gran crecimiento de muchas iglesias evangélicas, que tienen mucha participación en la política, y que tienen una agenda muy extrema en materias de género, de aborto, de derechos de las minorías sexuales. Sus posiciones van en contra mano de una cultura democrática que se ha desarrollado en todo el mundo.

Tenemos que esperar que se constituya el gobierno de Bolsonaro, si es que va a ganar, como es probable. Hay que esperar la composición de su gabinete y ver qué tipo de gobierno va a ser, porque no toda su ideología protofascista va a poder ejercerla desde el gobierno, pero lo complicado es tener un presidente que no tiene convicciones democráticas.

-¿Qué responsabilidad le asigna al Partido de los Trabajadores en este escenario?

-Yo creo que el PT tiene una responsabilidad, en el sentido de que gobernaron el país por 14 años. Con Lula se hizo un buen gobierno, pero en este periodo se incubaron elementos de lo que sería la crisis. El PT, no obstante, hizo esfuerzos por generar una institucionalidad que permitiera combatir la corrupción. Dilma, incluso, pidió la renuncia de todos los ministros que tuvieran una acusación aunque no fuera probada. El PT, sin embargo, no fue capaz de eliminar el sistema de corrupción.

 

Publicidad

Tendencias