En una mediática puesta en escena junto a Juan Francisco Galli, quien lo reemplazará desde el 1 de enero, Rodrigo Ubilla entregó su versión tras su abrupta salida de la subsecretaría del Interior. En la instancia, dijo que no tuvo “ninguna” diferencia con el ministro Blumel, a quien calificó como un “un joven de gran mérito, tenacidad, fuerza, claridad conceptual y que va a ser una gran contribución para el ministerio del Interior”. Sin embargo, los dichos de Ubilla poco calzan con lo que se comenta tanto en La Moneda como en las filas del oficialismo, donde señalan que eran evidentes sus diferencias en temas claves como el manejo de Carabineros. En el Gobierno, además, asumen en privado el impacto que significa la salida del último piñerista histórico, de la primera fila del equipo de Apoquindo 3000, que todavía se mantenía en Palacio.
Sonrisas, saludos ante las cámaras, y declaraciones de guante blanco. Así fue la puesta en escena en La Moneda, donde el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, se reunió con su sucesor Juan Francisco Galli Basili, horas después de oficializarse su sorpresiva salida del gabinete.
Ubilla se mostró ante la prensa junto a quien lo reemplazará desde el 1 de enero, en un punto de prensa donde entregó su versión tras su abrupta salida.
El personero, que estuvo los cuatro años del primer Gobierno de Piñera y los 21 meses de esta administración como subsecretario de Interior, partió dando las “gracias al Presidente por su confianza estos casi seis años” y “desearle a mi estimado amigo Galli y al ministro Gonzalo Blumel, que se lo merece, todo el éxito del mundo por el bien del Gobierno y del país”.
Según Ubilla, la salida del ministro del Interior Andrés Chadwick en el cambio de gabinete de octubre no influyó en su decisión, y aseguró que su renuncia es un tema que venía de “mucho antes”.
Acto seguido, ante consultas de la prensa, dio una declaración para descartar cualquier roce con el actual ministro, con quien alcanzó a trabajar menos de dos meses en La Moneda. Con Blumel, no hubo “ninguna” diferencia, sostuvo, insistiendo en que su salida obedece a “situaciones personales”. Es más, para reforzar este gesto público hacia el jefe de gabinete, Ubilla lo calificó como un “un joven de gran mérito, tenacidad, fuerza, claridad conceptual y que va a ser una gran contribución para el ministerio del Interior”.
Sin embargo, los dichos de Ubilla poco calzan con lo que se comenta en Palacio y en las filas del oficialismo. Según señalan altas fuentes de La Moneda, efectivamente entre Ubilla y Blumel había diferencias de criterio a la hora de las visiones que debía jugar Interior en este momento de estallido social.
La cartera ha quedado expuesta a hacer el papel de “malo de la película”, sobre todo por su responsabilidad sobre Carabineros, institución que carga con todos los dardos por sus responsabilidades en violaciones de derechos humanos y abusos en estas casi 9 semanas de crisis.
En este contexto, hay responsabilidades políticas claras, porque si bien las decisiones sobre Carabineros las toma el ministro del Interior, la coordinación está a cargo de la subsecretaría, y en ese sentido Ubilla es igual de responsable que Chadwick o Blumel.
Pero al interior de Gobierno señalan que el ministro Blumel se ha enfocado en la “cara bonita” de Interior y quiere evitar a toda costa “pagar los platos rotos” de la administración.
En la derecha y el Gobierno comentan que a Blumel lo ven “preocupado y nervioso” dada la presión que pende sobre Interior por su responsabilidad en materia de derechos humanos, y que se podría traducir en eventuales interpelaciones o incluso una acusación constitucional en el Congreso. Esta sensación de inquietud se vio incrementada ayer, por la polémica de la soda cáustica que Carabineros utilizaría en los carros lanzaaguas y la evidente mayor presencia policial que se vio en el sector de Plaza Italia para enfrentar un nuevo día de manifestación.
En este contexto, algunas fuentes tampoco descartan que la salida de Ubilla contribuya a descomprimir las críticas hacia Blumel y al general director de Carabineros, Mario Rozas. Incluso, señalan, podría representar el despliegue de un nuevo estilo de coordinación con Carabineros.
A nivel político, la partida de Ubilla tiene claras consecuencias. Si bien Galli -actual subsecretario general de la Ppresidencia- es militante RN, en el partido lo definen más que nada como un “piñerista puro y duro”, y que tiene “mucha confianza” del Presidente. A su haber cuenta con pasos por Interior y Defensa, por lo que las tareas de la subsecretaría no le son ajenas. Pero a su favor, sobre todo juega un factor clave: su estrecha relación de amistad con Gonzalo Blumel, con quien hará dupla en la cartera.
Pese a estos pergaminos de Galli, al interior del Gobierno asumen que hay preocupación. Ubilla es el último piñerista histórico que estaba quedando en Palacio, fue parte en la primera línea del equipo de Apoquindo 3000 y varios en el oficialismo reconocen su influencia en el triunfo en la segunda vuelta que instaló a Piñera en La Moneda.
Además, a Ubilla se le considera el “Aleuy” del Mandatario, y su partida termina dejando al equipo de Palacio sin el último bastión de tonelaje político que tenía en el diseño original y al único personero con real peso a la hora de toma de decisiones, sobre todo en momentos de crisis como la que enfrenta actualmente el Gobierno.