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El poderío del movimiento social detrás del Apruebo: el fenómeno político que lleva la «pole position» para el plebiscito del 26 de abril PAÍS Crédito: Migrar Photo

El poderío del movimiento social detrás del Apruebo: el fenómeno político que lleva la «pole position» para el plebiscito del 26 de abril

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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El estallido de octubre modificó el tejido social y despertó un reencantamiento con la política, que ningún partido o expresión de la política tradicional ha logrado capitalizar. Si las campañas del «Rechazo» siguen a gran velocidad con un curso claro y determinado, y la apuesta institucional del Apruebo no hace más que magnificar su dispersión, ¿qué ha hecho que la opción Apruebo lidere todas las encuestas? Según diversos analistas, el movimiento social y político que surgió tras el 18 de octubre, y que se expresa de modo inorgánico y sin jerarquías, ha logrado copar sin competencia los espacios territoriales abandonados por la elite política. Asambleas barriales, juntas vecinales, asociaciones feministas y grupos de jóvenes que se autoconvocan todos los viernes en Plaza de la Dignidad (Plaza Baquedano), han desplazado a la clase política tradicional para sostener la campaña por el Apruebo y la Convención Constituyente como líderes con miras al plebiscito del 26 de abril.


La carrera por ganar el plebiscito del 26 de abril arrancó hace unos días. Las huestes institucionales del Rechazo, desde mucho antes del inicio oficial de las campañas, habían demostrado que tenían disciplina al cobijarse bajo el paragüas de un comando único. Así fue que la campaña del terror –representada de manera vehemente por el senador Andrés Allamand y su esposa, la exministra de Educación, Marcela Cubillos– agarró vuelo, de la mano de un robusto financiamiento proveniente del sector privado. Por el contrario, en la vereda de la política tradicional del Apruebo, la oposición partió tarde, desorganizada, incapaz de superar las diferencias para avanzar hacia un trabajo conjunto o, incluso –como afirmaron varias fuentes–, haciendo gala de cálculos pequeños para subirse al carro del «triunfalismo».

Si la oposición ha estado tan deslavada, ¿por qué la opción Apruebo puntea en todas las encuestas? La clave, según analistas, está detrás del movimiento social que surgió con el estallido del 18 de octubre, uno inorgánico y sin jerarquía, pero con un gran poderío territorial en barrios de Santiago y regiones, y un amplio despliegue en redes sociales, que le ha permitido ir transformándose en un fenómeno político capaz de llevar la «pole position» en el plebiscito del 26 de abril.

El rearme del tejido social

Días después de la revuelta de octubre, fueron muchas las asambleas territoriales y vecinales autoconvocadas que dieron inicio al proceso constituyente, sin esperar el cauce institucional que significó la firma del Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución, el 15 de noviembre. Una nueva forma de hacer comunidad y que, en voz de expertos, constituye un rearmado del tejido social.

El autor de más de una decena de libros de filosofía política y derecho constitucional, el estadounidense Bruce Ackerman, define a procesos similares a los que se viven en Chile como “episodios en los que el pueblo habla con un acento distinto del que lo caracteriza durante la política normal (…). Durante estos episodios excepcionalísimos, una ciudadanía de masas insiste en hacer algo más que elegir a sus gobernantes”. Con esa cita, el cientista político Alfredo Joignant afirmó que no le cabe ninguna duda que lo que se vive en Chile es un momento constituyente con una deliberación en diferentes instancias: la familia, grupo de amigos, en el trabajo e, incluso, en un evento social.

Desde octubre, diversos espacios de la sociedad civil comenzaron a deliberar por cuenta propia, sin la necesidad tutelar de un partido político, aunque hay asambleas que sí están vinculadas a diversos pactos, principalmente de la oposición. Fernando Aguirre, uno de los voceros de la Asamblea Barrio Brasil, relata que la razón de ser del florecimiento de las diferentes instancias de encuentro territorial tienen directa relación con un cambio en la forma de mirar la vida en sociedad: «Volver a sentirnos como pueblo, reconocernos entre nosotros, no nos hablábamos, no nos conocíamos, teníamos una necesidad de organizarnos en busca de una participación política activa a través, primero, de cabildos y luego asamblea”.

Si bien los nuevos espacios de comunidad son diferentes entre sí, hay un elemento que cruza a la mayoría: el rechazo a la institucionalidad, por lo que no es extraño que antes del inicio legal de las campañas para el plebiscito del 26 de abril, ya existía un despliegue territorial generalizado.

[cita tipo=»destaque»]La proliferación de cabildos autoconvocados o de organizaciones de vecinos que nacieron al alero del estallido del 18 de octubre, terminaron por evidenciar la falta de trabajo territorial de los partidos políticos, que terminaron como parte de la impugnación general a la elite institucional. De esta forma, dirigentes de diferentes agrupaciones sociales se ciñeron a señalar que, más allá de “la pelea chica” en período de campañas, las directrices o mensajes que emanan desde aquella institucionalidad no tocan tierra con la realidad de sus organizaciones.[/cita]

Como ejemplo se puede citar el caso de Asamblea Coordinadora de la comuna de La Granja, que previo al 18 de octubre contaba con dos asambleas y hoy funcionan a la par nueve de ellas. Tras el estallido, la desigualdad y la violencia fueron la motivación para que un comité de vivienda y una junta de vecinos comenzaran a reunirse con el propósito de encontrarse y protegerse. Actualmente, la coordinación consta de un despliegue territorial, que a través del puerta a puerta, los panfletos y las citas de los domingos y lunes en las diferentes plazas del barrio, busca enseñar educación cívica a los vecinos del sector y trasmitir las ventajas de la Opción Apruebo, junto con la Convención Constituyente, el eufemismo oficial que se buscó para evitar hablar de Asamblea Constituyente.

La presidenta de la instancia, Lucrecia Joao, relata que los vecinos “están súper agradecidos de todo lo que hacemos”. En tal sentido, Lucrecia narró un episodio que sirve para graficar el trabajo que hacen sin tutela partidaria. Se invitó a dos militantes de partido a uno de los tantos conversatorios para poder contrastar los puntos de vista y “para que conozcan nuestra realidad”, pero la instancia terminó con los dirigentes como escudos humanos para intentar frenar a los vecinos que quisieron agredirlos apenas iniciada la cita.

La proliferación de cabildos autoconvocados, de organizaciones de vecinos, de asociaciones feministas y de agrupaciones de jóvenes que copan todos los viernes, sin excepción, la Plaza de la Dignidad (Plaza Baquedano) terminaron por evidenciar la desconexión total de los partidos políticos con la calle, al punto de no poder sacudirse de la impugnación general a la elite institucional. De esta forma, dirigentes de diferentes agrupaciones sociales se ciñeron a señalar que, más allá de “la pelea chica” en período de campañas, las directrices o mensajes que emanan desde aquella institucionalidad no tocan tierra con la realidad de sus organizaciones.

Este fenómeno social que, si bien es una novedad en nuestro país, no lo es a nivel global, donde se ha expresado desde Hong Kong hasta Chile un rechazo generalizado a lo tradicional, reflejado en la institucionalidad.

Para la investigadora del COES de la Universidad de Chile, Emmanuelle Barozet, se trata de grupos de ciudadanos que deliberaban y que “de alguna forma, no es que tuvieran tendencia anarquista, pero querían romper jerarquías y formas de poder actuales en la política representativa (…), intentan prescindir de las formas de organización tradicionales, no es que no haya institucionalidad, porque hay mecanismos de participación y de discusión”.

El director de la Fundación Nodo XXI, Giorgio Boccardo, señaló que “hay una fuerza que estalla y que cuestiona el orden, que impugna la impunidad de las elites. En ese aspecto los partidos terminan siendo parte de esa impugnación”.

Este fenómeno “vivo”, que se evidencia día a día y al que las autoridades siguen intentando comprender, para varios de los consultados se seguirá viendo en las calles por un largo tiempo, ya que respondería a una repolitización de la ciudadanía en un momento crucial, en que se encuentran las diferentes causas por las que se ha luchado atomizadamente desde el regreso a la democracia. Así lo explicó Barozet, quien precisó que “son temáticas muy nuevas, pero en intensidad ganan mucho peso, explotan en conjunto de una forma que no teníamos prevista. Lo que vemos desde el 2018 y el estallido es una convergencia de las luchas, es una cosa espontánea, como señaló el fiscal (Manuel) Guerra».

¿El cauce?

Una de las dudas que se han instalado es la duración que el fenómeno pueda concebir. Bajo esta consideración, se pusieron sobre la mesa las variables del cauce que pueda significar el triunfo del Apruebo y la posibilidad de que lo que se está viviendo a nivel del trabajo de las diferentes asambleas territoriales, constituya un cambio cultural que llegó para quedarse.

Entre los consultados, hay quienes señalaron que no se puede realizar un pronóstico a futuro, considerando que se trata de un fenómeno único en nuestro país, el que Joignant describe como “un momento extraordinario, primero, porque es un momento excepcional, hay países que nunca han pasado por esto, una coyuntura de privilegio (…), conducido por abajo, no por arriba”, ejemplificando esto con el proceso constituyente fallido del Gobierno de la entonces Presidenta Michelle Bachelet.

A fines de diciembre y luego que los hechos de violencia disminuyeran, como consignaron desde el Ministerio del Interior, el Presidente Sebastián Piñera entregó su propio diagnóstico cuando dijo que “lo peor de esta crisis ya pasó”, una frase desafortunada que no tuvo una buena acogida en su sector, donde retrucaron apuntando a que podría anotarse como uno más de los “desatinos” comunicaciones del Gobierno y que le terminan por rebotar en la cara.

Expertos en la materia acusaron de apresurado aquel diagnóstico, pues habría que esperar a ver cómo se trabaja el proceso constituyente en todas sus dimensiones, y considerando que, de ganar la opción que da inicio al proceso, comienza una nueva etapa que considera cerca de dos años de trabajo.

En tal marco es que Boccardo puso el acento en el día después del plebiscito. Apuntó que “sin embargo, va a depender mucho de cómo se juegue la coyuntura de los dos próximos años, pensando en el proceso constituyente, para ver si efectivamente el malestar, el estallido, se procesa, se canaliza o no”. En este sentido, agregó que “el plebiscito es un hito necesario, pero que te abre un enorme escenario de interrogación, considerando que falta madurez de las fuerzas políticas para entender la magnitud del estallido”.

En concordancia con Boccardo, la investigadora del COES sumó otro factor a la ecuación tiempo y apuntó a que “se está en la etapa de la parte fácil, cuando uno protesta por algo; la parte más difícil es cuando hay que ponerse de acuerdo en lo que sí queremos y que se quiere implementar». En este sentido dijo que “tiene que empezar una convergencia de los actores en torno a cosas particulares, viene el proceso constituyente, entramos en esa etapa”.

Redes sociales

El copamiento de los espacios deliberativos de este movimiento social y político que ya demostró que no se cansa, tiene como canal de expresión otro territorio más. El del mundo digital. Mientras las campañas de Rechazo mueven todos los recursos que requieren, y aún así la puesta en escena sigue siendo ochentera, una copia del Sí (a Pinochet) de 1988, las campañas del Apruebo, que están fuera de la institucionalidad, reemplazan la falta de recursos con creatividad, dejando en claro que el terreno digital no es un soporte o una plataforma más para depositar mensajes, sino que es un hábitat donde se desenvuelven como nativos, a sus anchas.

Desde el inicio de la revuelta de octubre se construyeron distintos íconos, como la Tía Pikachu, la Primera Línea y la Plaza de la Dignidad, pero junto con ellos surgieron símbolos en RRSS enfocados en el tema constituyente. Así surgió la página de Instagram «Chayanne Constituyente» o @chayanne_constituyente, que ha tenido un explosivo aumento con más de 31 mil seguidores y subiendo y que se ha replicado en otras redes, como Twitter y Facebook.

En estas publicaciones se explican los términos técnicos, como qué es una Convención Constituyente, su diferencia con la Convención Constituyente Mixta, y también se explican las propuestas para la paridad de género y hasta las acusaciones constitucionales que se desarrollaron en enero. También hizo campaña para actualizar los datos en el Servel, además, unirse al «Sipo #Apruebo».

Otro ejemplo es «La Roca de Chile» @la.roca.de.chile, que cuenta con más de 139 mil seguidores y además de ser un espacio que respalda las movilizaciones también marca una posición favorable por el Apruebo y hace campaña, al igual que «Yoda Guaguito Constituyente» @babyyodaconstituyente.

«Depresión Intermedia» (@depresion.intermedia) es una página en Instagram que cuenta con 23.600 seguidores. Es un «colectivo de artistas y trabajadores de oficios creativos que creemos en el poder del pueblo autoconvocado», según la descripción de su biografía. Tiene 422 publicaciones, que en su gran mayoría son ilustraciones que respaldan el «Apruebo».

El director de Nodo XXI cree las fuerzas políticas y sociales se van a tener que acostumbrar a moverse en esta dimensión y agregó que estas “ayudan a la polarización, pero no la provocan, lo que de igual manera dificulta las condiciones para entendimiento de las fuerzas que no piensan igual”.

Para Barozet, el tema va más allá de las redes sociales por sí solas. “El problema es que uno puede decir lo que quiera de cualquier manera, sin filtro, ni afán de deliberar (…). En Chile la educación es tan segregada que uno se ha criado con gente muy parecida a uno, la gente vive en guetos, entonces, la gente está muy poco acostumbrada a intercambiar ideas con gente que piensa distinto».

 

 

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