La decisión de impulsar el largamente postergado cierre de la fundición Ventanas es, hasta ahora, la apuesta más arriesgada que le ha tocado afrontar en su ya dilatada carrera política y empresarial. Como entusiasta del montañismo, Pacheco en este caso -como en otros- caminó por la cornisa, al filo, y aun cuando salió airoso de este trance, pues mostró su habilidad negociadora para doblegar la férrea resistencia de los sindicatos de Codelco, cuyos dirigentes decidieron volver a una mesa de negociación que dé curso definitivo al cierre de Ventanas, de haber caído habría arrastrado a su paso a todo el gobierno del Presidente Boric. Sin embargo y pese a anotarse un punto político, la figura del gestor de empresas y militante socialista inmediatamente genera miradas encontradas no ya sólo respecto de su estilo, sino también sobre el futuro que le aguarda a Codelco bajo su conducción, ya que mientras algunos proyectan a una expansión operacional de la cuprífera estatal, en base a los logros que consiguió ante otros desafíos complejos (como el cambio de la matriz energética que impulsó cuando fue ministro del ramo), otros creen que asistiremos a su declive en vista de actuaciones no del todo aclaradas como en el Caso de Metrogas y fundamentalmente en ENAP, donde los dirigentes sindicales le enrostran una gestión «desastrosa». «En su gestión aparecieron contratos corruptos y millonarios sin justificación, la mayoría asignados directamente entre gallos y medianoche», afirma Nolberto Díaz, quien preside la Federación Nacional de Trabajadores de Petróleo.
“En la montaña uno se expone a riesgos y hay momentos de mucha tensión. Uno aprende a ser preventivo, a reaccionar frente a las dificultades administrando los problemas. Hacer cumbre es difícil porque el cansancio y la fatiga siempre llaman a abandonar. Entonces hay que apelar a la voluntad y la disciplina”.
La frase fue formulada por el actual presidente de Codelco, Máximo Pacheco, en una entrevista que ofreció a la Revista Universitaria UC en 2019, oportunidad en la que refería a una de sus pasiones: el montañismo. Pero la especie bien puede revelar la emoción de estos últimos días cuando el economista, académico y empresario, debió caminar por la cornisa, como un equilibrista para llevar adelante una decisión política como el cierre de Ventanas y desatar al mismo tiempo uno de los problemas más complejos a los que puede verse enfrentado un Gobierno: entrar en curso de colisión con los trabajadores del cobre, los que de haber mantenido la movilización habría provocado un daño devastador para la administración de Gabriel Boric.
“Lo que hizo Máximo Pacheco es algo que requiere decisión, no solo porque debe negociar con un mundo muy difícil de tratar, sino porque desde los partidos de gobierno y autoridades locales tampoco fueron muy claros en entregarle el apoyo”, señala el sociólogo Eugenio Tironi, quien se sitúa dentro de los defensores de una figura capaz de emitir luces en materia de gestión, pero que al mismo tiempo es capaz de proyectar una larga sombra sobre diversos asuntos, todos ellos bastante polémicos, razón por la que algunos lo ven como verdadero epítome de la tecnocracia neoliberal de la Transición.
Algunos de los consultados para la elaboración de esta nota coinciden en un rasgo de su personalidad, uno que bien puede ayudarnos a explicar su decisión de romper este verdadero tabú que es, en definitiva, impulsar el cierre de una instalación de Codelco, algo que previsiblemente gatillaría el malestar de la organización sindical de Codelco. “Máximo Pacheco tiene una predilección por los temas complicados. Lo estimula el desafío de encarar eso que nadie quiere enfrentar”, dice quien fuera un estrecho colaborador del actual presidente de Codelco cuando este se desempeñaba como ministro de Energía, durante el segundo Gobierno de Michelle Bachelet. Y vaya que es complicado este asunto de la fundición Ventanas, según Tironi: “Yo soy ventanino y la planta viene dando problemas desde hace muchos años. Cuando estaba en el Gobierno, en 1990, ya se ha hablaba de la necesidad de cerrarla… ¡Pero nunca nadie se atrevía a hacerlo!”.
Su otrora colaborador en el Ministerio de Energía sabe de lo que habla: Pacheco fue el responsable de empujar la transformación de la matriz energética en un contexto en que los empresarios se mostraban refractarios y escépticos a adoptar nuevas tecnologías en generación. No era lo único: el reto tenía el componente adicional de enfrentar a comunidades que, con una desconfianza aprendida ya difícil de desmontar, protegían con celo la integridad de sus territorios ante proyectos energéticos sin precedentes.
“Tiene esa cosa de tomar decisiones de alta complejidad, muy impopulares. Como Ricardo Lagos diciéndole que no a Estados Unidos (por la invasión en Irak), o como cuando el mismo Lagos se enfrentó a los empresarios microbuseros para empujar un nuevo sistema de transportes, cosa que nadie se atrevía a hacer”, señala su excolaborador.
“Tiene gran capacidad de trabajo y articula bien los equipos, y esa articulación la logra en base al garrote y la zanahoria. Es cierto que aprieta en el cumplimiento de los objetivos, pero también es bueno incentivando. Él mismo dice: ‘Dile al burro que tiene fuerza’. En general, diría que tiene una comprensión estratégica de los problemas”, agrega. Es, en definitiva, un hombre de carácter ejecutivo que lucha por imponer sus términos en la negociación, cuestión que muchas veces incomoda a esos interlocutores que comulgan con una cultura horizontal. «Es muy hábil negociando. En una comunidad indígena lo bautizaron ‘El Pachueco’ por su estilo simpático pero agresivo», añade el excolaborador.
«Tiene su gente de confianza y trata de llevársela a todas partes, como trató de hacer con Daniel Gómez (periodista) y Gabriel Sepúlveda (administrador público), que son sus orejeros… ¡pero quién no los tiene! Se hizo de ese equipo cuando llegó al gobierno de Bachelet. El primero era su jefe de comunicaciones y el otro era el jefe de gabinete, y trascendió que trató de llevárselos a la empresa como personal a cargo y como integrantes del directorio. Y eso es imposible», agrega el asesor, situación que puede graficar la confianza que Pacheco tiene en sus medios.
Otro rasgo que destacan quienes han conocido de cerca al empresario es su perseverancia que bien puede pasar por tozudez. Señala una fuente que integró el equipo de campaña de la fallida candidatura presidencial de Ricardo Lagos -elenco que era dirigido por el actual presidente de Codelco- que Máximo Pacheco «se tiene mucha fe, y quizás esa confianza en sí mismo puede ser un poco excesiva. Por ejemplo, él pensó que podría levantar la candidatura de Lagos y no hubo caso. Lagos nunca marcó. Creo que ese es uno de sus grandes fracasos, porque no supo, creo yo, leer los signos de los nuevos tiempos. Tampoco le fue bien dentro del partido (Socialista) promoviendo esa candidatura. Pocos se cuadraron con ella y me parece que eso lo resintió».
Daniel Sierra Parra, quien se desempeñó en Codelco como vicepresidente de Recursos Humanos, destaca las dotes del militante socialista como conductor de organizaciones tan complejas como es, por cierto, la cuprífera estatal. “Máximo Pacheco es un gran profesional y muy exigente con sus equipos, con gran sentido de los objetivos y de las metas”. Tironi agrega al respecto: “Pacheco no es nuevo en Codelco. Ya en 1990 asumió la tarea más difícil, que es hacerse cargo de la vicepresidencia ejecutiva de Operaciones. Y para eso también hay que tener cojones”, recalca.
Menos conceptuosa es la opinión que tiene el presidente de la Federación Nacional de Trabajadores de Petróleo, Nolberto Díaz, sobre el «estilo Pacheco», cuyo paso por la presidencia de ENAP entre 2014 y 2016 califica como un «desastre», algo de lo que dan cuenta «más de diez informes de Contraloría que sustentan nuestras críticas a su labor».
«Pacheco, al menos para los trabajadores, es lo peor que le ha pasado a ENAP», añade. «Tres o cuatro veces nos reunimos, incluso lo recibimos en el sindicato en Concón, en un gesto ingenuo de parte nuestra del que me arrepiento. Tengo la peor impresión de su gestión empresarial y de su forma de actuar porque se mueve por su agenda personal y es capaz de todo. No es creíble para nosotros los petroleros. Aquí conocimos su oscuro actuar y él no es bienvenido», sostiene el dirigente sindical de ENAP, quien calificó la llegada de Pacheco a la cuprífera como «un error» del Presidente Gabriel Boric.
No sólo el exceso de confianza y su desmedido personalismo le cuestionan quienes lo han acompañado en sus distintos desafíos. «También tiene este exceso de energía que lo lleva a meterse en todo, y que puede incomodar porque puede entrometerse en competencias o asuntos que no son los suyos. No es ese micromanagement en orden a que asume en persona las tareas de sus subalternos, pero es de ese tipo de personas que está siempre encima, preguntando, y eso puede ser un poco agotador. Y como es una persona ejecutiva, de hacer cosas, a veces puede dejar de hablar por concentrarse en hacer cosas, y eso en asuntos políticos puede ser complicado porque uno interpreta que toma decisiones de manera inconsulta».
Su antiguo colaborador en el Ministerio de Energía recuerda que «Pacheco tiene igual esta cosa media patronal, pero amable. Es un dínamo de energía».
“Siempre que siento fatiga o cansancio en el cumplimiento de una meta u objetivo me inspira recordar la idea de perseverar y saber que la meta es hacer cumbre. Me ayuda hacerlo sobre la base de un esfuerzo colectivo de motivación. Las grandes tareas se hacen en equipo y solo con ese espíritu se puede seguir avanzando”, decía Pacheco en la citada entrevista, lo que da cuenta de su determinación ante desafíos que parecen imposibles.
Por cierto: dicen algunos que Máximo Pacheco es un hombre transversal. “Yo creo que se ubica muy bien en cualquier cargo que lo pongan. Da lo mismo en qué ministerio o en qué empresa pública, porque hace las dos cosas: es político y es gestor de empresas”, señala la fuente que integró el equipo de campaña de Ricardo Lagos acerca de Máximo Pacheco.
“Le gustan las cosas difíciles. Pero cuando supe que se había metido con los trabajadores de Codelco, igual dudé de que pudiera avanzar un poco, porque nadie se atreve a meterse con ese mundo”, indica más tarde sobre la arriesgada apuesta del economista, quien encontró en el montañismo una de sus principales pasiones, al punto que en no pocas oportunidades ha destacado dos hitos en su trayectoria deportiva amateur, dos objetivos que considera tan valiosos como sus logros en materia política y empresarial: el haber llegado a la cima del volcán Ojos del Salado y del Mount Vinson de la Antártida.
“En el trabajo es así, muy de empujar, de perseverar. Es como todo montañista: esto de la voluntad, de echarle pa’ delante… muy de ese discurso de autoayuda en términos de convencerse de que es posible avanzar cuando nadie más ve posible dar ese paso. Ahora, si me dicen que él mismo va a encabezar el nuevo proyecto de fundición, yo lo creo. Quizás ya está en eso”, sostiene la fuente.
Nolberto Díaz, dirigente sindical de ENAP, cree que el futuro de Codelco no es muy luminoso bajo la conducción del militante socialista. A su juicio, basta con ver lo que pasó con la compañía estatal mientras estuvo a cargo. «Es la época más oscura y corrupta que ha vivido la estatal petrolera», sostiene.
«En su gestión aparecieron contratos corruptos y millonarios sin justificación, la mayoría asignados directamente entre gallos y medianoche. Tenemos el tema del cambio de logo, el innecesario cambio de edificio corporativo… A mitad del 2014 cambió el contrato histórico de helicópteros con la empresa DAP para dárselo a la empresa Ecocopter de Eduardo Ergas. Más encima empujó la termoeléctrica Nueva Era de Mitsui en Concón. No olvidemos que Pacheco defendió declarar de ‘interés nacional’ el proyecto Alto Maipo para asegurar su financiamiento a través de ENAP», maniobra en la que, según recuerda Díaz, trabajó codo a codo con Marcelo Tokman, quien fue gerente general de la petrolera hasta 2018, año en que renunció para irse a trabajar como director en AES Gener. «Ni hablemos de sus prácticas antisindicales, etcétera», agrega el dirigente de los trabajadores. «En su periodo ENAP terminó aumentando su endeudamiento en 1.300 millones de dólares», añade Díaz en su lapidaria evaluación de la labor de Pacheco.
Nacido en 1953, este economista –formado en el colegio Saint George y la Universidad de Chile– ha servido de puente entre el progresismo chileno y el mundo de la empresa, uno que conoce al dedillo, ya que ha sido director de algunas como Lucchetti, Falabella, AFP Provida y Banco de Chile. Además ha sido vicepresidente ejecutivo para Chile y Latinoamérica de la neozelandesa Carter Holt Harvey, sin mencionar su paso, a partir de 2000, en la multinacional International Paper, la mayor compañía forestal del mundo con sede en la ciudad estadounidense de Memphis, Tennessee, de la que incluso llegó a ser su primer vicepresidente, así como presidente para Europa, Oriente Medio, África y Rusia.
“No creo que nadie en Chile haya llegado tan lejos en una empresa trasnacional de esa magnitud”, asevera Tironi, quien es enfático en asegurar que “es un hombre de izquierda, claramente, por lo que es muy injusto que alguien en esta pasada le atribuyera intenciones de privatizar Codelco y esas cosas absurdas”. Al respecto, desde la disidencia del Partido Socialista, colectividad de la que es militante, son categóricos en aclarar que “Máximo (Pacheco) es un socialista de corazón concertacionista, pero que, a diferencia de sus compañeros de generación, ha sabido leer el momento político nacional, sobre todo después del 18 de octubre, haciendo una reflexión de lo bueno, lo malo y lo perfectible de lo que fueron esos gobiernos y lo que implica este nuevo socialismo”.
Asimismo, desde la disidencia –que está a la izquierda de las corrientes hegemónicas dentro de la formación– afirman que su compromiso con los cambios es tal que perfectamente “se ubica a la izquierda incluso de los senadores del PS”, a quienes se les ha criticado con dureza por supeditar los anhelos del pueblo chileno a sus intereses corporativos, toda vez que –a juicio de este sector– han renunciado a apoyar con entusiasmo la opción del Apruebo y al propio Presidente Boric. “En los hechos, (Pacheco) ha demostrado ser de los socialistas bacheletistas más comprometidos”, añade una fuente consultada.
Sierra Parra entrega un parecer que, en su opinión, revela parte de su sensibilidad hacia el mundo del trabajo: “Puedo dar fe, en el periodo que me tocó trabajar con él en los 90, que Máximo Pacheco demostró tener un gran sentido de responsabilidad social y de respeto por las organizaciones sindicales”, recalca el exvicepresidente de Recursos Humanos de Codelco.
Pero no a todos sorprendió la habilidad de Pacheco para desactivar esta verdadera bomba. “El hombre sabe porque tiene muñeca política”, sostiene, por su parte, el principal dirigente de una organización ciudadana, quien conoció a Máximo Pacheco cuando este encabezaba el Ministerio de Energía. “Trabajamos juntos en una materia específica que hoy le pena”, detalla, en referencia a otro gran lunar que arrastra su gestión ministerial en Energía: el artículo transitorio que permitió a Metrogas crear una empresa espejo (Agesa), a efectos de abultar artificialmente los cobros a sus clientes.
«Ya no dirige empresas privadas, pero nunca ha dejado de ser un hombre de ese mundo. No sé si es posible dejar de ser parte de ese mundo», responde la fuente que formó parte de la fallida campaña presidencial de Ricardo Lagos. «No es de los que va a afectar los intereses de las empresas. Yo creo que eso le pasó con Metrogas. Tiene muy presente esto de la certeza jurídica para atraer inversiones, de mantener las reglas del juego y actuar o regular hacia adelante, pero nunca hacia atrás, porque asume que cualquier falla de mercado es una falta del Estado, del país, no de la empresa que aprovecha la oportunidad que se le abre», agrega.
Nolberto Díaz alude también a su polémico rol como gestor de la llegada de un gigante: «Fue el gran promotor de la llegada de Gas Natural Fenosa a Chile, la misma que llegó para subcontratar áreas esenciales y luego venderle el negocio a los chinos». Para Díaz, Máximo Pacheco es un aliado de las grandes fortunas del país y un entusiasta defensor del interés corporativo, lo que explica «su apoyo a los proyectos de AES Gener o lo que pasó con Metrogas», situación que brindaría pistas de lo que para él y los trabajadores de ENAP parece una certeza sensible: «Su llegada a Codelco nos indica quiénes siguen gobernando a este país”.
Nolberto Díaz lamenta que la parte menos luminosa de la cultura transicional se prolongue en un país que exige prácticas y miradas distintas, como la debida transparencia y la responsabilidad política frente a los errores y horrores cometidos en el ejercicio de la función pública. Hasta aquí, sus críticos lamentan el que Pacheco no haya entregado una explicación detallada sobre lo ocurrido en el caso Metrogas. De hecho, el senador por Antofagasta Esteban Velásquez, de la Federación Regionalista Verde Social, sostuvo tras enterarse de la noticia que refería a este sonado escándalo: «Me pregunto si el entonces ministro de Energía (Máximo Pacheco), que hoy es presidente de Codelco, en unos años más no va a estar dando explicaciones y excusas respecto de su gestión en Codelco».
Pero ya se sabe: su figura es siempre fuente de opiniones discordantes. “Hemos tenido buen diálogo mucho tiempo. Con Máximo Pacheco es fácil llegar a acuerdos, porque con él siempre se puede conversar. No es esa persona prepotente que uno lamentablemente conoce en este tipo de asuntos. Y se nota que escucha”, recalca, en cambio, el vocero de la organización social que dialogó con él a propósito de la necesidad de reformar la industria del gas.
Otro dato biográfico interesante es que vivió en Rusia entre 1965 y 1968 gracias a que su padre fue embajador en la Unión Soviética, una experiencia que solo un puñado de chilenos pudo conocer en el siglo XX.
El dirigente de la organización social consultado por El Mostrador añade: “Máximo Pacheco tiene la habilidad de conectarse bien con los problemas de la gente común. La cultura ayuda a aproximarse a los problemas y los fenómenos sociales de una manera muy distinta. Hemos visto cómo se comportan otros empresarios en lo cotidiano o en situaciones estresantes”. En este sentido, el actual presidente de Codelco estaría consciente de que oportunidades nunca le han faltado, de acuerdo a quienes lo conocen: siendo muy joven fue analista del Banco Osorno, y luego se desempeñó como gerente de planificación y estudios del malogrado Banco de Talca, lugar al que llegó gracias a las gestiones de Sebastián Piñera Echenique.
Más tarde incursionó en el Banco de Chile, desde donde contribuyó a levantar tres proyectos antes de que la entidad fuera intervenida por el Estado: la AFP Santa María, Leasing Andino y Banchile Agencia de Valores.
He ahí otro nudo crítico en su biografía: su estrecha vinculación con el mundo privado, lo que nunca deja de despertar suspicacias en aquellos que dudan del tránsito bidireccional entre la empresa privada y el Estado. “Lo que pasa es que a veces uno se confunde por su lado empresarial, y en ese sentido él nunca ha fijado una posición de ruptura con ese ámbito”, agrega Daniel Sierra Parra, cosa que algunos cuestionan, toda vez que –recuerdan– Pacheco decidió alejarse de la empresa privada después de su paso por International Paper.
Pamela Poo, directora de Políticas Públicas e Incidencia en Fundación Ecosur, fue otra de las voces que en su minuto cuestionaron el arribo de Pacheco a la cuprífera: “Nombraron al exministro de Energía, Máximo Pacheco, a la cabeza de Codelco. Es una persona muy idónea, pero con dicha elección me queda claro que seguiremos con el extractivismo y probablemente no tendremos ley de glaciares”.
La misma fuente que trabajó con él en la efímera campaña de Lagos, pone de relieve otro elemento del que aquí poco se ha hablado, y que también ayuda a tener una idea de la formación política de Pacheco: “Hay que recordar que es un Matte. Es Máximo Pacheco Matte, que no se nos olvide. Es un hombre de la élite, una persona de la clásica oligarquía chilena, que se educó en uno de los mejores colegios de Chile y que frecuenta espacios muy restringidos para el común de las personas. Por una parte se relaciona bien con las empresas y con la élite porque en esos mundos, salvo por su militancia política, no lo ven como a un extraño”.
Por cierto, Máximo Pacheco Matte es hijo del abogado, académico, diplomático y político democratacristiano Máximo Pacheco Gómez y de Adriana Matte Alessandri. De su familia materna guarda un vínculo con dos expresidentes de Chile: Arturo Alessandri Palma y Jorge Alessandri Rodríguez, bisabuelo y tío abuelo, respectivamente. Sobra mencionar todos los políticos de apellido Matte que han protagonizado la política chilena en más de un siglo.
“Está acostumbrado a esto. Su conocimiento del mundo político y todo este asunto de la negociación es algo de familia, además porque él mismo tiene una vida intensa en ese sentido, ya que desde muy joven formó parte del MAPU”, agrega, en referencia a su antigua militancia, cuando, siendo aún muy joven, celebraba el triunfo de Salvador Allende mientras su familia, aterrada, visualizaba un verdadero asalto al Palacio de Invierno en suelo chileno.
La fuente que trabajó con Pacheco cuando asumió el rol de generalísimo de Ricardo Lagos coincide en cuanto a ese olfato político innato, que lo hace actuar con decisión. “Yo creo que tenía claro que los trabajadores (de Codelco) no tenían todas las de ganar por el rechazo que generaba esa actitud de cerrarse a la conversación, más cuando les han asegurado sus puesto de trabajo y mientras la gente se enferma por vivir en una zona de sacrificio. Se ve egoísta”.
En este punto, como en la montaña, Pacheco asumió riesgos, que a fin de cuentas resultaron bien, pero de haberse caído habría arrastrado a su paso a todo el gobierno.