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Luis Maira (PS): “La política chilena ha sido pobre desde el segundo Gobierno de Michelle Bachelet” PAÍS Crédito: Carlos Saldivia

Luis Maira (PS): “La política chilena ha sido pobre desde el segundo Gobierno de Michelle Bachelet”

Carlos Saldivia
Por : Carlos Saldivia Periodista de El Mostrador
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La amistad entre el Presidente de la República, Gabriel Boric, y exdiputado de la UP y exministro Luis Maira (PS) comenzó más o menos hace ocho años, cuando el entonces diputado por Magallanes se convirtió en pololo de su hija menor, Margarita Maira. El exparlamentario de la UP –que la semana pasada hizo noticia por su columna sobre la declaración de la Cámara del 22 de agosto de 1973– afirma que no es “consejero” del Mandatario, sino que solo se reúnen para conversar de diversos temas. Maira no oculta su afecto por Gabriel, como a veces lo nombra. “El Presidente Boric, en parte por su edad, por pertenecer a una generación que no tiene normalmente pares similares entre los jefes de Estado, es seguido en todo el exterior (…). En 20 años más recién tendrá poco más de 50 años”, comenta.


La complicidad entre el Presidente de la República, Gabriel Boric, y exlegislador de la UP y exministro Luis Maira (PS) comenzó más o menos hace ocho años. Fue cuando el entonces diputado por Magallanes se convirtió en pololo de su hija menor, Margarita Maira. Por esos días, en su casa de Providencia, la pareja lo visitaba con frecuencia. Ahí se formó una amistad que continúa hasta hoy, pese a la ruptura de aquel amor. Ambos intercambian puntos de vista políticos con frecuencia y el Mandatario usualmente llama a “don Lucho” por teléfono para ir a visitarlo, pero Maira puntualiza que lo llama “como amigo, no como un consejero”, para conversar de la situación internacional y la política local.

Hace unas semanas, el exdiputado de la UP se instaló en un departamento en el barrio Lastarria, donde logró ordenar por temas sus cerca de siete mil libros de relaciones internacionales, el prisma desde donde prefiere abordar la coyuntura nacional. En su escritorio está la autobiografía del exministro de Allende, Pedro Felipe Ramírez, De Tomic a Boric, pero el libro no es para Luis Maira. El autor le pidió el “favor” de pasárselo al Presidente como un obsequio y así fue. A Boric le gustó tanto la dedicatoria que llegó de sorpresa al lanzamiento, el viernes pasado. Ese es su nivel de cercanía.

Maira no oculta su afecto por Gabriel, como a veces lo nombra. Cuenta que ve un futuro prometedor en el Jefe de Estado y destaca que “con mi experiencia de seguimiento a las subregiones y países del mundo, nunca ha sido más bajo el nivel de producción de los gobiernos, nunca más pobres las políticas públicas. La política chilena ha sido pobre desde el segundo Gobierno de Michelle Bachelet. La segunda administración de Piñera fue francamente mala. Entre Bachelet, Piñera y Boric, él es el único con un inmenso futuro político”, señala.

La semana pasada una columna de Luis Maira en El Mostrador recordó el día en que, como diputado de la Izquierda Cristiana, le tocó defender la “falta de facultades constitucionales de la Cámara y de sus 29 legisladores” para el polémico proyecto de acuerdo –en medio de una crisis política– “que finalmente se aprobó declarando que el Presidente Salvador Allende había abandonado el orden constitucional”.

-¿Cómo recuerda ese 22 de agosto?
-La tarde del 21 supimos que venía esto. Traté de detener la idea. Hablé con varios dirigentes de la DC, Bernardo Leighton, Renán Fuentealba y Mariano Ruiz-Esquide, tres democratacristianos de probadas convicciones democráticas, pero no era posible convencerlos. Votaron mayoritariamente y se impusieron. Al final (hubo) un largo debate, de unas siete a ocho horas, que se inició con dos intervenciones globales, la de Claudio Orrego y la mía. Después siguió con parlamentarios de diferentes partidos. Fue una reunión que no terminó a golpes, que tuvo momentos de incidentes tensos muy extremos. Luego, lo conversé con el Presidente Allende, que no me dijo nada del tema (…). Yo no fui de las personas que creyeron inicialmente que el Gobierno del Presidente Allende iba a terminar en una crisis, ni con su mandato interrumpido, menos con 17 años de dictadura.

-¿Cuál es su reflexión del clima político entre el Gobierno y la oposición hoy?
-Chile está viviendo el fenómeno de un debilitamiento de la política, de su influencia y prestigio. Es un rasgo del que no se libra ninguno de los 20 países de América Latina. Sin embargo, Chile tiene una perspectiva más promisoria y un balance más honorable que otros países. El Presidente Boric, en parte por su edad, por pertenecer a una generación que no tiene normalmente pares similares entre los jefes de Estado, es seguido en todo el exterior. Es una persona activa, que se mueve y conoce muy rápidamente a sus posibles interlocutores políticos. Y tiene un discurso interesante generacionalmente, con impacto en la gente menor de 35 años que conforma el sector emergente, que está integrándose a la situación política de Chile.

-¿Y el clima democrático lo ve tenso o son episodios aislados?
-Siempre debe haber un respeto hacia quien gana una elección presidencial. El trato despectivo, displicente y ofensivo que empezó a ser frecuente en algunos sectores minoritarios en Chile, a poco de empezar el Gobierno del Presidente Boric, es incompatible con la verdadera democracia, con un clima democrático. Eso hay que cortarlo, porque si no va teniendo más despliegues y puede terminar en un cuadro que perjudica a todos, produce dificultades en la satisfacción de las necesidades básicas de los ciudadanos. No le conviene a nadie. Y la responsabilidad del Gobierno es impedir, evitar esa situación, pero también la responsabilidad de la oposición es conducir sus críticas dentro de un clima que no afecte la convivencia civilizada entre los sectores políticos.

-¿Cree que el Presidente logré imponer su agenda programática?
-Boric tiene opinión, desde que fue parlamentario en dos periodos, pero tiene muchas dificultades en su agenda y tiene también muchos sectores que desconfían, algunos de su edad y otros de su posición política. Pero tiene una situación comparativamente mejor que otros de sus pares. La política chilena ha sido pobre desde el segundo Gobierno de Michelle Bachelet, que pintó mucho, pero pudo hacer poco. La segunda administración de Piñera fue francamente mala. Vi algún trabajo, al terminar ya su periodo, y él ha vuelto con esa actitud estelar que tiene y con contactos que sus recursos le permiten y pareciera aspirar a algo. En ese cuadro, entre Bachelet, Piñera y Gabriel Boric, Boric es el único con inmenso futuro político. Lo veo terminando bien su Gobierno y es muy joven. En 20 años más recién tendrá poco más de 56 años.

-Usted se reúne con frecuencia con el Presidente, ¿es su consejero internacional con la experiencia que tiene?
-No. Yo tengo un diálogo con él, y él de vez en cuando viene para mi casa. Pero nunca he escrito nada para el Presidente, que me haya pedido. Solo conversamos y le doy opiniones sobre cómo veo su gestión. Opiniones no escritas, conversaciones, le pregunto cosas, le contesto otras, pero no trabajo en ningún tema, no tengo nada que ver con nada de las políticas públicas del Gobierno, no he hecho nunca una presentación para el Gobierno y nunca he tenido una oferta tampoco. Yo lo conozco porque fue pareja de mi hija menor durante cinco años (Margarita), yo me hice amigo de él y conversábamos mucho. Yo le sugerí conocer lo que la mayoría de esa generación despreciaba, el periodo de la transición, la dictadura, cómo se enfrentó a la dictadura y el tipo de divisiones que en Chile prosperaron. En el extranjero hay un seguimiento de él. Es una cara ya reconocible y era una figura interesante para la gente. De hecho, di una conferencia sobre Boric en la UNAM y hubo que cerrar la sala después de empezar, se atochó. Chile tiene hoy día un Presidente que es de una familia política indescifrable en el exterior, de una generación nueva, es el primer presidente de esta generación en el continente, que llegó a tener experiencia parlamentaria y un conocimiento adecuado del sistema político chileno.

-En su columna sobre el 22 de agosto usted dice que mucho se ha aprendido, ¿quién ha aprendido y en qué se nota el aprendizaje?
-Todos aprendimos en distintas medidas lo que significa tener un poder absoluto, autoritario durante un tiempo tan largo. Los que fuimos críticos aprendimos más, porque vimos más elementos desfavorables. A mi juicio, la dictadura de Pinochet fue la más poderosa en seguridad nacional que existió en América Latina. Hubo dos cosas que no hace ningún dictador: bombardear el Palacio de Gobierno e incendiar los archivos de La Moneda, donde estaba la Declaración de Independencia Nacional. Otros aprendieron de cosas que eran más puntuales, porque tenían algún pariente en el exilio que ellos querían que se juntara con ellos porque eran parte de su familia. Otros fueron críticos de los desaparecidos. Otros aprendieron de las intervenciones domiciliarias sin orden judicial. Y tanto más.

-¿En qué nota que hay un esfuerzo político para fortalecer la gobernabilidad en Chile, como dice en su columna?
-Boric tuvo un programa de gobierno que presentó al electorado y que no ocultó durante su campaña, que recibió, por lo tanto, el voto que suponía la adhesión de los electores y a este programa, que en algún momento se distorsionó, que él iba a tener la prerrogativa de ejecutar ese programa, pero cuyos detalles tenía que concordar con otros sectores que tuvieran menos adhesión a este, y eso lo hace cualquier Gobierno. Es decir, un proyecto que formaliza y que luego en el propio debate parlamentario va siendo objeto de indicaciones, ajustes y termina siendo aprobado con modificaciones que reflejan el parecer de la oposición y que son aceptadas por los partidarios del Gobierno. Esa es la manera como funciona un Gobierno democrático en convivencia civilizada. Ese es el esfuerzo.

-¿Usted cree que hay una convivencia civilizada en el Consejo Constitucional para una propuesta de Carta Magna?
-Con franqueza, a mí me resultaba inexplicable que el conjunto de la derecha se hubiera opuesto, desde el fin de la dictadura, para haber discutido esto a tiempo y en condiciones más favorables para una nueva Constitución. Y esa nueva Constitución se ha producido porque hubo una cosa que se llamó estallido social, con graves alteraciones de la normalidad y la vida y la convivencia entre los ciudadanos. Esto se hace en tiempos anormales que se produjeron después de octubre de 2019. Quizás qué pasará.

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