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De cabos a generales: la lista de exmilitares que huyeron del régimen de Maduro a Chile PAÍS cedida

De cabos a generales: la lista de exmilitares que huyeron del régimen de Maduro a Chile

Más de treinta son los exmilitares que huyeron a Chile. Tienen entre 27 y 60 años y la mayoría de ellos vive fuera de Santiago. Todos son parte de una lista de hombres y mujeres que desertaron del Ejército, la Armada, la Guardia Nacional y la Fuerza Aérea de Venezuela.


Un pastor de iglesia, un conserje de edificio, un mecánico de camiones mineros, otro de aviones privados, una nana, un chofer de taxi, un ingeniero, dos agentes de viajes, cuatro choferes de Uber, cuatro deliveries, y una importante cantidad de guardias de seguridad y jefes de logística son algunas de las ocupaciones de los más de 30 exmilitares que se encuentran en Chile tras huir del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.

En la lista –cuyo número exacto autoridades del Ejecutivo pidieron no revelar– hay hombres y mujeres (solo 5) del Ejército Bolivariano (EB), la Armada Bolivariana (AB), Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Fuerza Aérea de Venezuela, que fue rebautizada por Hugo Chávez como Aviación Militar Bolivariana (AMB).

La cantidad y la vida de los militares venezolanos que desertaron de sus Fuerzas Armadas, por el rechazo al régimen de Nicolás Maduro, y se afincaron en Chile, cobraron especial interés luego del secuestro del exteniente 1° del Ejército Bolivariano, Ronald Ojeda, el pasado miércoles 21 de febrero. Hecho por el cual el Ministerio Público y la PDI trabajan en diversas tesis investigativas, entre ellas, una operación del crimen organizado, un secuestro político o una operación de inteligencia.

En la nómina de exuniformados del país caribeño, los más jóvenes tienen 27 años y los de mayor edad 60. Hay oficiales y suboficiales que van desde el grado de cabo 1° a general. De hecho, hay tres cabos 1° de la Guardia Nacional y dos generales del Ejército. Además de sargentos, tenientes, capitanes, comandantes, cuatro coroneles y un capitán de navío.

La mayoría de los “más de 30 exmilitares” venezolanos que viven en Chile desertó y huyó del país. Otros, principalmente de la Guardia Nacional, pidieron permiso para salir del país y no regresaron.

“En la Guardia Nacional hasta hace un tiempo había un reglamento menos estricto que para el Ejército o la Aviación. Uno podía pedir permiso para ausentarse por vacaciones o algo. Yo lo aproveché para escapar y no regresar más. Nosotros somos los encargados del orden público, la seguridad rural en lugares apartados, cosas de medio ambiente. Ahora somos parte de la Fuerzas Armadas Bolivarianas, pero históricamente habíamos sido una policía”, explica un exsuboficial que aceptó conversar con El Mostrador.

“Yo estuve detenido en el Sebin”

Del total de exuniformados, cuatro oficiales estuvieron recluidos en el Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, en el estado Miranda, y unos pocos estuvieron en el Centro para Procesados Militares, en esa misma región, y en la Cárcel de La Pica, en el estado de Monagas.

“Esas son tres de las cinco cárceles que la dictadura de Nicolás Maduro destina para uniformados venezolanos”, según explica a El Mostrador un coronel que pasó por Ramo Verde, el mismo penal donde estuvo Ronald Ojeda en 2017, antes de escapar.

“Yo estuve en dos movimientos para derrocar al Gobierno. Y, bueno, en la segunda operación fui capturado y encarcelado, fuimos capturados. Yo estuve detenido en el cuartel del Sebin, el Servicio Bolivariano de Inteligencia, y después en Ramo Verde. Pero nosotros siempre nos apegamos al artículo 350 de la Constitución Nacional de Venezuela: que todo venezolano tiene derecho a manifestarse. Cuando logré escapar, me vine a Chile. Yo llegué en 2015, creo que fui uno de los primeros oficiales en llegar. Ahora han llegado muchos más, pero no todos han participado de incursiones contra el régimen, sino que han llegado porque han huido de la dictadura y porque tampoco han estado de acuerdo con los lineamientos que ha dado ese régimen”, señala el exmilitar, quien pide reserva de su identidad, y que conoció en Chile al exteniente secuestrado.

“Todos los que hemos estado en las diferentes operaciones para derrocar al gobierno dictatorial de Nicolás Maduro nos conocemos, por supuesto. Yo a Ronald lo conocí aquí en Chile, una vez. Cuando yo ya estaba acá, él tuvo una operación con un grupo de oficiales que también iba en la misma línea de acabar con la tiranía. Lo conocí aquí en Chile por medio de un capitán, pero no tuvimos mucho contacto directo… Sí hicimos una amistad… que siempre estábamos pendientes (…). Yo no he hablado con su familia, entiendo que otros oficiales se han comunicado con su madre. (…) De hecho, yo no sabía que él estaba en curso en esa supuesta Operación Brazalete Blanco. Si yo hubiese sabido… yo le hubiese aconsejado que era una locura… Que cuatro personas, diez personas o veinte personas vayan a derrocar un régimen… Es mentira… O como yo lo catalogo ahora, es una quijotada (…). Un régimen totalitario que tiene todos los aparatos, toda la logística operativa, satélites (…) para neutralizar a toda aquella persona que esté en contra de ellos (…). Hoy me acaban de notificar que hay un compañero mío que lo tomaron preso. Y de verdad es triste, porque simplemente tuvo una relación con la doctora Rocío San Miguel (activista venezolana Rocío San Miguel, detenida el pasado 9 de febrero)”, relata el exuniformado.

De Venezuela a Puerto Montt

Casi todos los exuniformados que llegaron a Chile optaron por irse a vivir a regiones, “porque son ciudades más tranquilas”. Pocos se quedaron en la capital. De hecho, hay ocho en Valparaíso, cinco en Temuco, cinco en Talca, mientras que otros optaron por las provincias de Coquimbo, de Concepción, de Antofagasta, de Los Ríos y de Puerto Montt.

“La mayoría parece que vive fuera de Santiago. Es más tranquilo, más seguro supuestamente pues. (…) Yo me quedé en Santiago porque mis hijas están acá. Los que están en regiones se han adaptado muy bien allá, tienen sus familias, se las han traído con sacrificio”, sostiene uno de ellos.

Quienes accedieron a conversar con este medio, explican que les cuesta encontrar trabajos bien remunerados, porque “muchos documentos para acreditar estudios se tienen que pedir a Venezuela, pedirlos en la embajada no es posible”.

Varios son asiduos a comentar la actualidad de su país en redes sociales. Por ejemplo, se cuentan una decena de tuiteros con seudónimos, pero que en sus cuentas se identifican como exoficiales de las Fuerzas Armadas venezolanas.

Otros lucen en diversas fotografías en Facebook el uniforme que vestían. También imágenes denunciando prácticas del régimen de Maduro o recordando los aniversarios de militares encontrados muertos en diversas situaciones en su país.

Una cantidad significativa participa activamente de la religión evangélica, la luterana o la pentecostal, y asisten a templos los domingos. Un caso llamativo es el de un pastor de un credo cristiano, que participa “del culto dominical”, pero que se excusó de entregar su testimonio para este reportaje.

Diferentes miradas del caso Ojeda

Entre los exmilitares se cuentan historias sobrecogedoras. Por ejemplo, la de un cabo que estuvo trabajando, en 2016, en el Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, mientras en el interior del penal había un oficial que conocía y que estaba siendo torturado. Por cosas del destino, ambos llegaron a Chile. No fue posible conocer sus testimonios.

Según señalan, esta semana, parte de los exoficiales se reunió por Zoom, con retirados camaradas de armas “que se encuentran en distintas partes del mundo, como Europa y Estados Unidos”, para analizar el caso del extraño secuestro del refugiado Ronald Ojeda. La cita virtual se prolongó por más de dos horas. El contenido de los análisis de su plática los mantienen en reserva.

No obstante, entre los exmilitares venezolanos avecindados en el país también se aprecian diferentes miradas sobre el secuestro del exteniente Ronald Ojeda. Mientras unos defienden ciegamente la hipótesis de que Ojeda fue secuestrado en una operación de inteligencia, otros evalúan opciones distintas.

“Puede haber agentes venezolanos en Chile, claramente. Pero hay varias hipótesis también. Y lo que cuentan es que entre los que se lo llevaron había un chileno, podría ser también otra cosa bien distinta y no lo sabemos. Yo no lo conocía, no sé tampoco a qué se dedicaba, si solo era un delivery. Hasta ahora solo hay suposiciones, yo no he recibido información que me permita presumir quiénes pudieron llevárselo, así que soy más prudente en eso”, dice un exmilitar.

También existen miradas que solo apuntan a la sospecha más conspirativa y glamorosa de la cinematográfica historia.

“En el caso de Ronald, no soy policía ni soy investigador, pero en la lógica de mis estudios de inteligencia y de operaciones especiales, yo le puedo decir que a mí me llama la atención la forma como ellos actúan, cómo llegan a su piso (…). Indudablemente esa fue una operación perfecta y extremadamente planificada. (…) Es un mensaje y me preocupa que aquí sigan operando los agentes de inteligencia. Dos oficiales con refugio están pensando seriamente en irse de Chile, no se sienten seguros, otro pidió protección en Talca. Yo no les temo, no les tengo miedo, pero otros sí, y es lógico”, afirma otro exoficial.

 

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