En el Café Torres fue «la previa» a la inscripción de Soledad Alvear para repostular a la presidencia de la DC. Más feliz no se la podía ver, p
En el Café Torres fue «la previa» a la inscripción de Soledad Alvear para repostular a la presidencia de la DC. Más feliz no se la podía ver, porque no tendrá sin competencia: el puesto seguirá siendo suyo sin siquiera moverse de su escritorio.
Los abrazos y las felicitaciones sobraron. Mal que mal, fue la campaña con el resultado menos incierto del último tiempo. Lo más anecdótico fue el esfuerzo realizado por los mozos para acomodar las mesas al estilo de «comercial de Té Club».
En la jornada reinaron los platos vacíos y los cubiertos permanecieron en su sitio. La pregunta es ¿por qué la cita fue entonces en el Café Torres, si lo que menos hubo fue café?
En todo caso, la mesa no fue lo suficientemente larga, ya que el Gabriel Silber se quedó paradito, lo que al menos le reportó aplausos por ser catalogado como el jefe de campaña y diputado más joven.
Lo más freak de la jornada fue un entusiasta partidario que no dejó un solo instante de desplegar la bandera azul y roja de la DC tras la figura de la senadora. Más aún, cuando a ratos era guiado por miembros de la directiva que le indicaban donde ubicarse para salir en la foto.
La nota fea fueron los comentarios de «que se retire la prensa», un verdadero sinsentido, porque a fin de cuentas la convocatoria no tuvo mayor norte que «la foto» para el diario…
