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Comenzó a operar en Puerto Williams estación de monitoreo de aves migratorias más austral del mundo Animales

Comenzó a operar en Puerto Williams estación de monitoreo de aves migratorias más austral del mundo

Forma parte de la red Motus, que mantiene un seguimiento de ellas principalmente por América y Europa. En Navarino el objetivo central de estudio serán especies como los pitoto y chorlo chileno.


Cada invierno boreal son cientos de miles de aves las que se desplazan desde Alaska, Canadá y Estados Unidos hacia el sur en busca de alimento y mejores condiciones climáticas. Para rastrear sus movimientos una de las técnicas más exitosas ha sido la radio telemetría automatizada. Esto es la instalación de transmisores en ellas para monitorearlos mediante antenas y receptores de radio.

Pero cuando se trata de cubrir distancias intercontinentales ha sido necesario desarrollar redes de coooperación que permiten compartir datos entre distintos investigadores y cubrir mayores distancias.

A nivel global una de las más exitosas ha sido la red internacional Motus que el pasado martes 16 sumó su estación más austral en Puerto Williams, isla Navarino, una colaboración entre el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y el Centro de Ornitología y Biodiversidad (Corbidi) de Perú.

Chile es justamente el destino de algunas de estas especies migratorias y la red ya posee estaciones en la desembocadura del río Maipo, Valdivia, Chiloé y Bahía Lomas en Tierra del Fuego.

“Este mes, en colaboración con el Parque Marino Islas Diego Ramírez y Paso Drake, instalaremos diez transmisores en aves para probar el correcto funcionamiento de la estación”, adelanta Rocío Jara, investigadora posdoctoral del CHIC y de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

“Uno de los efectos del cambio climático, y particularmente del calentamiento global, es que las especies que normalmente llegan hasta una cierta latitud por razones térmicas a la medida que se va calentando el planeta se van acercando más a los polos. Entonces, es muy importante tener el monitoreo en los extremos latitudinales para monitorear las especies clave”, explica el ecólogo y filósofo Ricardo Rozzi, quien es director del CHIC.

En las Américas son las aves que se mueven entre el ártico y antártico, detalla el académico. En ese sentido, detalla que lo primero será ver si el cambio climático está generando un cambio en la distribución de estas especies, para lo que habrá que empezar rápido con los monitoreos porque como se carece de una línea de base previa no se sabe si su presencia era habitual antes.

“Claramente no son tan abundantes como más al norte, pero tenemos que partir”, dice.

Aves playeras

Rocío Jara señala que la idea inicial es trabajar con aves playeras, de las cuales se han registrado al menos 22 especies en la Isla Navarino, incluyendo el playero de Baird (Calidris bairdii), Chorlo chileno (Charadrius modestus), Playero de lomo blanco (Calidris fuscicollis), Pitotoy grande (Tringa melanoleuca), y Pitotoy chico (Tringa flavipes), entre otros.

“Hay un par de especies candidatas que tenemos en la mira para comenzar a estudiar durante este primer año piloto, ya que se agrupan en un sitio muy cerca de donde está instalada la estación Motus. Parte del trabajo en nuestro primer terreno (que será este mes) es justamente ver en más detalle cuál es su distribución en la isla, su abundancia y la factibilidad de captura”, comenta la bióloga y ecóloga.

Menciona por ejemplo que una de las especies migratorias que más les interesa estudiar son los Pitotoy de los que hay muy pocos registros en la isla Navarino y vienen acá después de reproducirse en Canadá. También le interesa el Chorlo chileno, del cual hay registros tanto en el Parque Diego Ramírez como en Navarino.

“No sabemos si por ejemplo los individuos registrados en Puerto Williams podrían estar llegando a invernar ahí desde las islas Diego Ramírez, o podría ser esta una zona de paso antes de desplazarse hacia el norte”, explica.

Las preguntas se acumulan: ¿Cuándo se van?, ¿cuándo llegan?, ¿Existen diferencias en las estrategias de migración entre machos y hembras?, Hay diferencia entre adultos y juveniles?, ¿Existen especies que conecten la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos con el Parque Diego Ramírez? Son dudas que respecto de esta y otras aves todavía no se han resuelto.

La investigadora que, a diferencia de las aves residentes, que viven en un lugar y no se mueven de allí, las migratorias dependen de una red de hábitat distantes entre sí y en buen estado de conservación. “Conocer exactamente no solo las rutas, sino también cuando utilizan estas áreas puede permitir, enfocar esfuerzos de conservación o de manejo en zonas específicas, en especial las más requeridas y críticas”, destaca.

Esto permitiría, por ejemplo, determinar la ruta del Pitotoy y proveerle de toda la protección necesaria en las zonas y momentos críticos.

También saber protecciones temporales para un área como restringir o cerrar la entrada cuando el ave migratoria está presente.

La experta explica que será básicamente un año de estudio piloto para aprender todo lo necesario antes de expandir la red, reconoce. La idea es sumar posteriormente más estaciones, incluyendo el Parque Marino Islas Diego Ramírez y Paso Drake, y en otros sectores de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos.

Estaciones que monitorean

Jara detalla que las antenas y receptor de radio de cada estación Motus están permanentemente escuchando cuando pasen aves y otros animales que cuentan con algún transmisor instalado. “La estación solo detecta si está presente o no por lo que una estación por sí sola no entrega mucha información en cuanto a movimientos de gran escala, pero cuando hay una red de estaciones se puede ir reconstruyendo sus movimientos”.

La red tiene más de 1.200 estaciones instaladas lo que permite construir mapas de desplazamientos. Esto entrega a los científicos un panorama más completo respecto de aves que, por ejemplo, se reproducen en Norteamérica y vienen a pasar su temporada no-reproductiva al sur de Sudamérica.

Cada estación consta de un conjunto de 3 a 6 antenas más un receptor de radio. Distintas antenas tienen diferentes alcances, el que puede llegar hasta los 15 kilómetros si es que no hay interferencia para la señal.

La estación que ya está sobre el Centro Subantártico del CHIC en Puerto Williams, por ejemplo, tiene seis antenas más su receptor.

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