Publicidad
San Javier y Yacanto: el tesoro argentino de naturaleza, enoturismo y filosofía de kilómetro 0 Viajes

San Javier y Yacanto: el tesoro argentino de naturaleza, enoturismo y filosofía de kilómetro 0

Loreto Santibáñez
Por : Loreto Santibáñez Editora de Agenda País y Revista Jengibre. Periodista PUC con experiencia en prensa escrita, radio y TV, tanto en Chile como en el extranjero.
Ver Más

Desde hace algunos años, la zona de Traslasierra, en la provincia de Córdoba, Argentina, se ha transformado en un lugar que recibe cada vez mas visitantes, cautivados por la naturaleza, el ambiente, los sabores y la gente. Un lugar para desconectarse de la ciudad y simplemente disfrutar.


En la provincia de Córdoba, hacia el centro de Argentina, se encuentra San Javier y Yacanto, un pueblo de 6 mil habitantes que en los últimos años ha ganado popularidad al conquistar a visitantes que se han quedado a vivir para alejarse del estrés de la ciudad y disfrutar de un paisaje montañoso, un aire descontaminado y de gente cálida y amable.

Y es que en la zona de Traslasierra no hay apuro. Como muchas zonas interiores, las personas disfrutan el día a día que da vivir en una zona tranquila, segura y con un hermoso e imponente paisaje caracterizado en un 80% de monte nativo.

Con una tradición agrícola y ganadera, la zona se ha transformado además en una de las nuevas rutas de enoturismo de Córdoba y del país trasandino, llevando al desarrollo de pequeñas bodegas que desarrollan vino de calidad orientado principalmente a potenciar el desarrollo local.

Porque la filosofía del Kilometro 0 -esa que no requieren miles de kilómetros de transporte para llegar al consumidor- es fundamental en San Javier y muchos de sus productos son para el consumo de quienes los visitan o para abastecer a los restaurantes u hoteles del lugar.

El turismo sostenible es una visión que se está desarrollando en la zona, con productos de calidad y bajo impacto en su huella de carbono y contaminación.

Así por lo menos lo explica Fabián Mateu de Café de Montaña, unos de las cafeterías y restobar más concurridos del lugar, ubicado solo a metros de la plaza principal, y que es reflejo del crecimiento de San Javier en los últimos años.

Como muchas personas, Mateu llegó de Buenos Aires y compró un terreno en el lugar en 2011, luego de empezar a frecuentar más la zona. Allí levantó hace cuatro años un negocio familiar que atiende a cientos de comensales por día en temporada alta, con una cocina que abre desde las 9 de la mañana.

Destaca su buen café, además de alfajores, chocolates y bollería, pizzas, sandwiches y empanadas, en una propuesta cuidadosamente pensada y elaborada. Por supuesto, no puede faltar las preparaciones con queso de cabra, nueces y aceite de oliva de la zona.

Un lugar lleno de historias por descubrir

En San Javier es común encontrar figuras de animales de metal adornando plazas, zonas típicas e históricas y algunos lugares de hospedaje.

Como todo pueblo iberoamericano, cuenta con una plaza central que tiene una iglesia y edificios municipales. Los miércoles en la mañana (y viernes en época de verano) se coloca una feria de productores locales donde se puede ver desde queso de cabra, fitocosmetología, hierbas naturales a dulce de leche y miel.

En una esquina está el Bar de Mario, un negocio que además vende alimento para animales y cuyo bar literalmente se instala en la vereda con sillas y mesas de plástico, escuchando una rocola antigua. El lugar fue declarado zona de interés turístico porque es muy significativo para el pueblo y pareciera que allí el tiempo no pasa.

Mario Alejandro Jiménez cuenta que es la segunda generación a cargo del local que atiende con su hijo y que partió como un pequeño boliche al que decidió además vender forraje además de comida para todo tipo de animales y medicamentos veterinarios. Un poco más allá, en la misma calle hay una carnicería, un supermercado y un restaurante que son de sus familiares cercanos.

En el bar es posible ver algunos comensales que asisten diariamente como si estuvieran en casa y ya son parte de la identidad del lugar.

Ahí se puede disfrutar de preparaciones a la parrilla en la noche con choripán, costeleta, asado o su picoteo -que allá llaman picada-. En el verano se realizan eventos y festivales locales. Y es que todo se enmarca en un concepto de muy familiar y local.

Mario es una leyenda en el pueblo y -cómo no- un verdadero personaje, que cuando quiere cerrar sale con un látigo para decir que ya es la hora. Todo con humor, por supuesto.

Otro lugar de interés es el Hotel Yacanto, un recinto familiar históricamente conocido por su cancha de golf y que existe desde 1917. El paso del tiempo se nota en su arquitectura, decoración y mobiliario que se mezcla con un hermoso paisaje e instalaciones que incluyen piscina, canchas de tenis, mesas de pool, tacataca y salas de juego, además de espacios para que tanto adultos como niños puedan entretenerse.

Julio Madero, actual dueño y gerente del lugar, recuerda que “durante 80 años éramos el único hotel en el pueblo, además de una hostería, el resto eran casa de veraneo para familias más grandes.  Pero empezó a venir más gente buscando qué hacer y acá estamos”.

“Estos pueblitos chicos son lugares donde la gente viene una vez de paso para alejarse de la ciudad y luego vuelve y vuelve. Ahora justamente hay un chico que tiene como 35 años y viene al hotel desde que nació. Y hoy viene con sus hijos”, detalla.

Una montaña para disfrutar de la naturaleza y el deporte

San Javier y Yacanto cuenta con una montaña que llega a más de 2 mil metros de altura y permite recorrer áreas naturales protegidas, además de realizar diversas actividades deportivas como trekking, excursiones a caballo, escalada, mountanbike, entre otras.

Entre las excursiones más destacadas es hacia el Puesto Ferreyra, a 1.400 metros de altura, que se originó porque Carlos Ferreyra tenía que subir a diario a buscar sus animales y, cansado de subir y bajar, decidido construir su casa en la sierra. Actualmente su hijo sigue viviendo ahí con su familia, con sus animales -desde perros, cabras hasta un pavo real- y ofreciendo comida y bebida para quien llega al lugar.

Con Eco Champaqui Turismo Activo realizamos una caminata de dificultad baja-media, cuyo ascenso duró algo más de 2 horas. En el camino es posible ver muchos cuarzo blancos y rosados, feldespato y mica, además de una flora nativa que incluye helechos,  molles, algarrobos, quebrachos, entre otras plantas.

La belleza natural del lugar también incluye pozones de agua de vertiente como la Hoya del Tabaquillo, que sirve para realizar una pausa y refrescarse, lejos de la ciudad, sin señal de celular, escuchando el sonido del agua y el viento y entre medio de las plantas endémicas y animales que recorren libre los parajes de la sierra.

Enoturismo de altura y a los pies de la sierra

En el Valle de Traslasierra está compuesto por cuatro bodegas que elaboran principalmente cepas tintas, priorizando por supuesto el Malbec, la cepa estrella argentina.

Históricamente la provincia de Córdoba fue un lugar de tradición vitivinícola, con cultivo de vid desde finales del siglo XVI, hasta que los jesuitas fueron expulsados. La actividad se retomó en la época moderna, pero volvió a decaer a fines del siglo pasado.

Ahora nuevamente se está retomando la tradición. Las características climáticas, la calidad del agua y el terroir determinado por suelos francoarenosos, atrajeron a algunos emprendedores que apostaron al desarrollo vitivinícola. Actualmente son cuatro las viñas que componen el circuito de Traslasierra y que, además de elaborar buen vino de plantas jóvenes, apuestan por entregar una experiencia de enoturismo y hospedaje única.

Bodega Piedra Mora

Esta viña de ecoarquitectura y autosustentable está ubicada en La Campiña, junto a la sierra y a 1050 metros de altura. José Antonio Zarco, dueño Piedra Mora, recuerda que comenzó con algunas plantas en su propia casa, hasta que decidió dar el salto de crear sus propios vinos, los que incluyen cepas como Malbec, Bonarda, Tanta y Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc.

Además de sus catas y recorrido por una hermosa propiedad de 25 hectáreas, se puede disfrutar de un ambiente acogedor para disfrutar de un atardecer maravillos, con vistas espectaculares al valle, acompañado de una picada con productos locales.

Disfruta de la tranquilidad del entorno natural y sumérgete en la pasión vinícola de Córdoba. Descubrí el encanto de Bodega Piedra Mora, donde el vino se convierte en una experiencia inolvidable.

Bodega Noble San Javier

Este viñedo se ubica a algo menos de 2 kilómetros de la plaza principal del pueblo y es una de las más reconocidas de la zona, tanto por ser una de las que trajo de vuelta la elaboración de vinos a Traslasierra como por los diversos premios que ha recibido.

Su historia parte con Nicolás Jascalevich, de Buenos Aires, que tras terminar de estudiar Licenciatura en Alimentos llegó a trabajar en un viñedo en Bordeaux, Francia. Su acercamiento con el mundo del vino lo llevó a elaborar su propia iniciativa.

La propuesta Bodega Noble de San Javier se basa en Malbec, ensamblajes con Shyraz, y Merlot. Actualmente producen 20 mil botellas, lo que significa 17 mil litros de vinos jóvenes pero con carácter. Nada se exporta, todo queda en el valle.

Se puede realizar una visita gratuita,  donde explican el proceso de elaboración de sus vinos y la historia de la bodega. No tiene restaurante pero si una hostería llamada Las Jarillas para disfrutar del paisaje, la piscina y, por supuesto, el vino.

Bodega Araóz de Lamadrid

Entre jardines espectaculares, figuras de metal y con la montaña de fondo se encuentra la viña Araóz de Lamadrid, una bodega que además cuenta con cabañas premium para hospedar a turistas que quieran desconectarse de la ciudad y disfrutar del imponente paisaje.

Como muchos, la historia parte luego de salir de Buenos Aires. Goyo Aráoz trabajaba como paisajista -incluso vivido unos años en Washington- hasta que llegó a San Javier, donde vive ya desde hace 12 años.

Y es que a veces el azar transforma cada vida, como cuando sus primeros huéspedes llegaron por accidente buscando alojamiento por error. Así decidió junto a su esposa desarrollar un espacio con una identidad propia, donde el arte se mezcla con las plantas y la elaboración de vinos.

Flores de loto, árboles, y un cactario de más de 5 mil especies son parte de los atractivos del lugar, además  de una cuidada apuesta por tiempos en gastronomía y maridaje que incluye vinos tintos, blancos y rosados. Cuentan con diez cepas tintas que son Malbec, Syrah, Tannat, Petit Verdot, Ancelotta, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Monastrell, Garnacha y Marselan , además de dos blancas: Chardonnay y Viognier.

 

Bodega La Matilde

La Matilde elabora vinos orgánicos y biodinámicos de cepas Malbec, Cabernet Sauvignon y Tannat. La agricultura biodinámica se basa en prácticas más amigables con el medio ambiente, libre de químicos y cuyos cultivos se protegen activamente al integrar plantas frutales, aromáticas y olivos, al igual que ciertas especies de animales.

La propuesta es vivir una experiencia sensorial, disfrutando lo simple y la belleza de lo local. Incluye una posada rural, restaurante, vinos, tranquilidad y naturaleza en un entorno único.

Publicidad

Tendencias