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Parques de agua para Santiago Opinión

Parques de agua para Santiago

Francisco Bosch
Por : Francisco Bosch Académico de la Facultad de Arquitectura Arte y Diseño UDP
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Ante la actual crisis climática, las ciudades se verán enfrentadas a importantes cambios y desafíos, como olas de calor, desertificación del paisaje urbano y lluvias torrenciales, entre otros fenómenos. Como uno sospecharía, estos efectos serán más críticos y afectarán en mayor medida a las personas de menores ingresos, deteriorando su calidad de vida en las urbes.

Este será, sin duda, el caso de Santiago, que requerirá de planes, proyectos e ideas para adaptarse a este escenario.

Una de las preocupaciones principales tiene relación con los veranos. Estos son y serán cada vez más largos y de temperaturas más altas. De cara a ese futuro, y particularmente en los lugares más rezagados, la ciudad debiera ofrecer espacios atractivos y refrescantes para que sus habitantes puedan pasar las tardes calurosas, las vacaciones escolares y los fines de semana.

Una propuesta sería la de conformar una red de grandes parques de agua públicos, como oasis distribuidos por la ciudad, que transformen a Santiago en un gran balneario de verano.

Para hacer esto, algunas antiguas ideas como playas urbanas, lagunas artificiales o piscinas públicas, podrían ser una buena alternativa. Sin embargo, es posible, en base a una tecnología existente, generar grandes parques de agua de forma mucho más económica, rápida y sustentable: los llamados “juegos de agua”.

Varios parques y plazas en Santiago ya han implementado este tipo de dispositivos (destacan en Santiago el Parque Metropolitano Sur, el Parque de La Familia, entre otras iniciativas) y han logrado generar experiencias refrescantes para sus visitantes. Sin embargo, la mayoría de estas intervenciones, hasta el momento, han sido acotadas o tímidas para el alcance que realmente podrían tener en un contexto metropolitano.

Un nuevo enfoque, más integral y ambicioso, podría ser el de abordar, en un conjunto de parques, y con una inversión unas 10 veces más alta que las que se han ejecutado hasta ahora, con la finalidad de crear grandes hitos recreativos en Santiago. Esto en base a juegos de agua de mayor superficie, zonas familiares de descanso, sombra y picnic en su entorno, además de la habilitación de baños y camarines como soporte, que permitan crear verdaderos panoramas urbanos, de alto atractivo y comodidad.

A diferencia de muchos otros proyectos urbanos, estos grandes parques de agua podrían materializarse de forma relativamente rápida y contribuir a avanzar efectivamente hacia una ciudad más acogedora, equitativa y adaptada al cambio climático. Al utilizar los parques públicos existentes de Santiago, no se requeriría compra de suelo ni modificaciones normativas. Tampoco serían necesarios estudios o permisos muy complejos.

Se podrían inaugurar en menos de dos años y cada intervención costaría unos 3.000 millones de pesos aproximadamente, un monto bastante acotado en términos de infraestructura urbana, si se considera el tamaño y rol de Santiago, además de la población beneficiada.

Desde el punto de vista de la sustentabilidad, los juegos de agua hacen un uso eficiente de este recurso a través de sistemas de recirculación, pero incluso el agua que se pierde podría rescatarse y reutilizarse para el riego del mismo parque (que de igual forma va a utilizar agua para estos fines). Es decir, un costo ambiental casi cero.

Importantes parques existentes como Juan Pablo II (Bajos de Mena), Parque Cerrillos, Parque Las Palmeras (Renca) o Parque La Hondanada (Cerro Navia), entre otros, podrían acoger estas inversiones y transformarse en grandes hitos urbanos, con el beneficio que esto traería a comunas con altos niveles de vulnerabilidad y necesidades.

Con unos 15.000 millones de pesos, en dos o tres años, Santiago podría transformarse en un gran balneario de verano, en base a parques de agua atractivos y sustentables, que hagan las veces de oasis urbanos en medio de la crisis climática.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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