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‘El Mocito’ de Manuel Contreras: «Ricardo Claro era un millonario que financiaba a la DINA»

Christian Buscaglia
Por : Christian Buscaglia Periodista El Mostrador
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El fallecido empresario —quien fuese principal accionista del Grupo Claro, propietario del canal Megavisión y la Compañía Sudamericana de Vapores— fue visto por Jorgelino Vergara en el cuartel general de la policía secreta de Pinochet y en una de las casas que ocupaba en el Cajón del Maipo. Un retraso en la paga de los sueldos hizo que se enterara que, en más de una ocasión, el organismo represor “buscara” a Ricardo Claro para que “facilitara la plata”.


En los capítulos 8 y 16 del libro “La Danza de los Cuervos” del periodista Javier Rebolledo, Jorgelino Vergara, “el mocito” del general Manuel Contreras, da a conocer detalles escabrosos de cómo funcionaba el cuartel de la DINA “Brigada Lautaro” que se ubicaba en la comuna de La Reina y sobre la desaparición de prisioneros durante la dictadura militar.

Y una cosa más: la relación del fallecido empresario Ricardo Claro —quien fuese principal accionista del Grupo Claro, propietario del canal Megavisión y la Compañía Sudamericana de Vapores— con la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).

“Lo vi en algunas ocasiones”, ahonda “El Mocito” en la entrevista de Tomás Mosciatti en CNN Chile. Dice que lo reconoció en el Cuartel General de la DINA y en la Casa de Piedra ubicada en el Cajón del Maipo.

“Fue en una oportunidad cuando estaban en vacaciones de invierno la familia del general Manuel Contreras. Y él llegó allá con un grupo de guardaespaldas”, agrega.

Explica entonces que el empresario “financiaba parte de la DINA que era el departamento de todos los empleados que éramos civiles”. Asegura que “le consta” y recuerda de cómo se enteró de aquello.

“Normalmente se pagaba todos los 18 de cada mes y cuando se retasaron los sueldos la institución recurría a Ricardo Claro para que facilitara la plata (…) era como prestamos que él hacía. Pienso que era un tipo multimillonario que colaboraba con la DINA”, indica.

Ricardo Claro, fallecido empresario. Fue el principal accionista del Grupo Claro.

El hecho es relatado con detalle en el texto de Rebolledo: “A ellos les pagaban los primeros de cada mes, puntual siempre, como al resto del personal que era parte del Ejército. Todo se hacía a través de una empresa que se llamaba Boxer y Asper Limitada y que más adelante, no recuerda exactamente cuándo pasó a llamarse simplemente Asper. Todas las colillas de sueldos de los funcionarios civiles, o la mayoría, según le consta, pertenecían a estas empresas. La oficina estaba ubicada a un costado del paseo Ahumada, en la calle La Bolsa, justo en la punta de diamante, segundo piso”.

[cita]“¿Cómo sabía que Claro estaba detrás? Cuando comenzaron a atrasarse los sueldos, él y otros civiles pidieron explicaciones al encargado de la plana mayor del cuartel. En ese momento era el “Viejo” Sagardía. Tomó el teléfono delante de ellos y habló con la secretaria de Boxer y Asper. Le decía a ella que por favor le pidiera los sueldos a don Ricardo Claro. Y eso pasó varias veces». (Capítulo 16 de «La Danza de los Cuervos»).[/cita]

“¿Cómo sabía que Claro estaba detrás? Cuando comenzaron a atrasarse los sueldos, él y otros civiles pidieron explicaciones al encargado de la plana mayor del cuartel. En ese momento era el “Viejo” Sagardía. Tomó el teléfono delante de ellos y habló con la secretaria de Boxer y Asper. Le decía a ella que por favor le pidiera los sueldos a don Ricardo Claro. Y eso pasó varias veces. Cada vez que se atrasaban los sueldos, el “Viejo” Sagardía siempre hablaba directamente con la “Chica” Peki, que trabajaba en el cuartel general con el coronel. Entonces ella le decía: “Ya está lista la solicitud firmada por el coronel [o por Pedro Espinoza] para que salgan los sueldos de Boxer y Asper”.

«El comentario generalizado era ése: Claro los salvaba con dinero, aportes, todo el tiempo. A veces iba al cuartel general y después de esas visitas aparecían las platas y los inventos especiales de Michael Townley, los adelantos tecnológicos”.

“¿Volvió a ver a Ricardo Claro alguna otra vez? El 76 o el 77, ya no lo recuerda con claridad. El hombre llegó y subió hasta el segundo piso del cuartel. Se encerró con el coronel, también con Pedro Espinoza y con Álvaro Corbalán”, precisa el capítulo 16 de la “Danza de los Cuervos”.

«Sobre los métodos de tortura utilizados en las instalaciones de la DINA, “El Mocito” dice que el uso de electricidad, golpes, patadas y asfixia eran habituales, y que se usaba gas sarín e inyecciones letales de cianuro para terminar con la vida de los agonizantes prisioneros.

En ese contexto, recuerda los llamados telefónicos de Manuel Contreras. Para Jorgelino Vergara, el general retirado del Ejército y jefe de la DINA es el único autor directo de las órdenes de asesinato en contra de los detenidos. En algunas ocasiones lo escuchó decir: “a este tipo ya no se le puede estrujar más… mátenlo”.

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