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Isabel Plá: el as bajo la manga que salvó a La Moneda de sucumbir a la primera ola feminista

Son días complejos para el Gobierno. El estallido feminista los pilló de sorpresa, casi a todos, porque fue la ministra de la Mujer y Equidad de Género quien –de la mano de su equipo de trabajo– había previsto que la ola de demandas estaba lejos de retirarse. Así, de la nada salió liderando una de las agendas que La Moneda intenta impulsar para poner paños fríos a la tensión con universidades y colegios tomados. Una sorpresa al interior de la propia derecha, ante una ministra por la que «nadie daba un peso».


El Presidente Sebastián Piñera ingresó al patio de Los Naranjos acompañado de la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, una escena cuidadosamente estudiada por el Gobierno. Es que las tomas, paros y agenda del movimiento feminista y estudiantil se han tomado la agenda política, tanto, que a poco más de dos meses de su regreso a La Moneda, a la administración piñerista no le quedó otra que subirse al carro con una arremetida de 12 propuestas en materia de género, para hacer frente a una ola que nadie en la clase política vio venir.

El tiro de cámara fue perfecto, ya que mientras hablaba el Mandatario, justo a sus espaldas era flanqueado precisamente por la ministra Plá; la primera dama, Cecilia Morel; la presidenta de la Cámara de Diputados, Maya Fernández (PS); y la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, junto a las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola, dando así una clara señal de transversalidad. Como broche de oro y al fondo se alcanzaba a observar a una carabinera cumpliendo funciones de guardia de Palacio.

Entre los anuncios destacaron la modificación de la Constitución para reconocer la igualdad de género, como también iniciativas que llevaban meses y hasta años durmiendo en el Congreso: el derecho universal a sala cuna, a la lactancia y protección de la maternidad, el fuero maternal para miembros de las Fuerzas Armadas y la aceleración de la promulgación de la Ley de Universidades del Estado, que regula las relaciones entre estudiantes y académicos, además de tipificar el acoso, y la promoción de la inclusión de mujeres en altos cargos.

Un compendio de medidas que deberá ser liderado por la ministra Plá, quien se ha instalado como el rostro del Gobierno que puede enfrentar un conflicto con poca recepción e incómodo para la derecha más tradicional y conservadora. A pesar de las críticas que generó su nombramiento en enero, dada su vinculación a la UDI y su discurso conservador en temas como el aborto, estas semanas ha revertido ese clima y ha logrado ser “un oasis dentro de la incomprensión del conflicto que tiene la derecha”, según el analista Carlos Correa.

Un protagonismo que para Plá no ha sido fácil instalar en el seno del Ejecutivo, ya que en La Moneda confesaron que la agenda de género fue batallada hace semanas por la ministra, antes que las portadas de los diarios hicieran foco de ella, que en Palacio se dieran cuenta de que tenían una figura con la cual no quedar fuera del debate y en momentos en que “nadie daba ni un peso por ella”.

El Gobierno ha establecido un diseño para respaldar la labor que tendrá Plá, con dos de los ministros más cercanos a ella, el titular de la Segpres, Gonzalo Blumel, y la vocera, Cecilia Pérez. La idea es potenciar la sintonía que tienen entre ellos, que son rostros de una nueva derecha no asociada a las visiones más conservadores y cuyo objetivo sería blindar a la secretaria de Estado que ha sorprendido gratamente a los principales inquilinos de La Moneda, por haber previsto una masificación del movimiento que otros no creyeron tal.

[cita tipo=»destaque»]Al interior de la coalición de Gobierno y en su propio partido, la UDI, confiesan que Isabel Plá hasta ahora nunca había sido considerada realmente para la primera fila de la coyuntura política. Ha sido concejala por Peñalolén, ex vicepresidenta del gremialismo, jefa de gabinete de la entonces diputada María Angélica Cristi, trabajó en la Segpres como coordinadora de la Unidad de Coyuntura en el primer mandato de Piñera, una trayectoria que deja en evidencia que siempre se le vio como una integrante lejana “al círculo” de poder gremialista, a pesar de sus años de militancia.[/cita]

En este esquema, Blumel será el refuerzo en el Congreso con los temas legislativos de la agenda de género anunciada ayer y, en el área comunicacional, la ministra Pérez complementará el discurso público de Plá para evitar que la ministra de la Mujer se vea como una voz aislada en la administración piñerista. En Palacio explicaron que con este diseño se busca sostener una agenda que, de seguir en la línea asumida, solo trae réditos al Gobierno y que le permite, de paso, dejar atrás casi un mes de errores no forzados de Piñera y varios de los integrantes de su gabinete, con lo cual habían perdido el control de la agenda pública.

Para la académica y experta en género, Luna Follegati, este protagonismo de Plá responde a una estrategia gubernamental para blindar al errático ministro de Educación, Gerardo Varela, quien se ha caracterizado estos meses por declaraciones públicas que son la antítesis del clima político y social que se respira con el movimiento feminista. “Los anuncios de Piñera pretenden dos cosas: sacar al ministro Varela del escenario a través de la ministra, que puede desenvolverse mejor en este ámbito”, señaló.

A juicio de la académica, «la gran pregunta es: ¿cree alguien que el Gobierno de quienes no apoyan ni siquiera en las tres causales sobre aborto, va a promover este plan? Claramente no y la plataforma de acción de la ministra Plá no alcanza para esto. Es, entonces, una maniobra que busca cerrar el conflicto por arriba. Por ello, es necesario esperar la respuesta de las estudiantes”, sostuvo.

Una respuesta que no tardó en llegar, ya que las estudiantes movilizadas, secundarias y miembros de la Confech convocaron a una marcha para el 1 de junio, día de la cuenta pública presidencial, y, además, un paro nacional para el 6 de junio.

Sorpresa en la élite

La ministra no pertenece a la elite de poder de la derecha, una frase que parece ser un consenso para describir el carácter de Plá que hoy se roba la atención de los medios. De trato amable, preocupado, la relacionadora pública y oriunda de Quillota logró avanzar poco a poco en el escalafón político y, aunque “se ha ido mimetizando con el entorno”, lo cierto es que “nunca ha sido totalmente incluida” por las cúpulas, según reconoció una fuente cercana a la secretaria de Estado.

Optó por tener en el ministerio un equipo “pequeño, pero aperrado”, el mismo que ha estado atento desde el día uno a la agenda de género y a las movilizaciones feministas estudiantiles, las cuales han observado muy de cerca. La constitución de este equipo –agregaron en el Gobierno– no habría venido desde la lógica del “amiguismo”, sino de encontrar personas aptas para una cartera que, según decía Plá en esos momentos, era fundamental para el país, aunque para La Moneda fuera un tema de segunda línea

Al interior de la coalición de Gobierno y en su propio partido, la UDI, confiesan que Isabel Plá hasta ahora nunca había sido considerada realmente para la primera fila de la coyuntura política. Ha sido concejala por Peñalolén, ex vicepresidenta del gremialismo, jefa de gabinete de la entonces diputada María Angélica Cristi, trabajó en la Segpres como coordinadora de la Unidad de Coyuntura en el primer mandato de Piñera, una trayectoria que deja en evidencia que siempre se le vio como una integrante lejana “al círculo” de poder gremialista, a pesar de sus años de militancia.

Es más, su paso por el equipo de Cristi tampoco habría sido fácil, “no era tomada en cuenta”, y su rol se reducía a labores más de “asistente que jefa”, recordó un ex parlamentario, mientras que una cercana a la hoy ministra añadió que siempre “lo ha hecho regio, pero nunca se la valoró en el partido”.

Esta resistencia a otorgarle un rol más protagónico, de acuerdo a sus cercanos, se debe a que no viene de los colegios y universidades tradicionales, “no es parte de la élite”, razón por la que habría quedado fuera de la carrera parlamentaria, cuando la UDI prefirió darle el cupo al ex presidenciable, José Antonio Kast.

A pesar del acierto y la popularidad de estos días, la resistencia se mantendría en algunos sectores del oficialismo, principalmente en la “bancada cristiana”. Fuentes de Palacio afirmaron que este grupo le tiene “recelo”, ya que ellos “esperaban que la ministra casi llegara a instalarse con un discurso en contra del aborto, pero ella ha tomado su rol como ministra de Estado”.

Salvo ese sector, hoy todo es aplausos para la ministra. Una de quienes la ha respaldado es la diputada Marcela Sabat (RN), quien precisó que “la ministra Plá tiene una gran personalidad y liderazgo que nadie puede desconocer”, condiciones que hacen que esté “a la altura del importante desafío que tiene por delante y que es ser la representante de los cambios más importantes que vayan a tener las mujeres en la historia de Chile”.

En opinión de la diputada, Plá ha respondido más allá de las expectativas, porque en poco tiempo ha logrado “una vocería desde el ministerio para nuestros temas que no se la habíamos visto a nadie. La ministra, además, ha conseguido alinear y tener acogida desde todos los sectores políticos, entendiendo que este tipo de temas no tiene colores ni partidos”.

La díscola del gabinete

Dicen que, en su paso por la Segpres, Plá habría demostrado su “carácter fuerte” y “capacidad para trabajar en equipo” y que ahora, como ministra, “desde el primer día” habría intentado levantar una coordinación entre las jefas de las carteras sectoriales. Es reconocida por intentar “juntar a las mujeres” y es considerada “una muy buena compañera de curso», lo que no la neutralizó para salir a marcar diferencias públicas con Varela cuando el ministro se refirió a las «pequeñas humillaciones» que afectaban a las mujeres.

Un episodio con el que la ministra habría sacado “ronchas” al interior del gabinete del Mineduc. “Causa molestia, en ministros como Varela, que aparezca una ministra como Plá a contradecirlo públicamente, fue duro”, afirmaron en La Moneda. Y es que a este sector más “tecnocrático, que viene fuera del mundo político, pero que pertenece al Club de Golf y es bastante machista, no le gusta que le llame la atención una ministra”, agregaron.

Una molestia que no le habría afectado en nada a la secretaria de Estado. Un ex colaborador de ella precisó que entiende “perfecto” el mundo hostil y “cómo son las burlas en el mundo político, porque ella las ha sufrido, no se va a amedrentar porque a la derecha no le guste un proyecto o una opinión. Una vez un parlamentario de la UDI se rió en su cara y no se quedó callada”.

Es más, Plá habría estado tentada a responderle antes al ministro Varela, tras su famosa frase sobre la entrega de condones a sus hijos “campeones”, pero en dicha ocasión optó por “morderse la lengua”.

Quienes la conocen cuentan que Plá “es súper hinchapelota”, llama constantemente a los ministros y les exige cumplir los compromisos adquiridos. Ya habría transparentado su posición a favor, frente a temas delicados para la interna del oficialismo, como la Ley de Identidad de Género, el matrimonio y adopción por parte de parejas del mismo sexo, aunque, eso sí, su oposición al aborto “no la transa”, puntualizó un cercano.

El techo

Pero todo el despliegue, antelación y trabajo de este tiempo tendría un techo, el que estaría marcado por la planificación que ha hecho el Gobierno para reducir y contener el movimiento feminista estudiantil, en pocas palabras, “agotar hasta que se agote”, reconoció un asesor de Palacio.

Según la antropóloga de la Universidad Mayor y especialista en feminismo, Claudia Arellano, la propuesta de ayer no incluye un eje fundamental para lograr controlar un conflicto de estas magnitudes: el diálogo, el cambio desde abajo hacia arriba. “Las leyes de cambio no pueden surgir desde arriba y el papel aguanta todo”, recalcó.

Arellano destacó que es necesario que, en medio de esta coyuntura, se instaure “un cambio que termine con la violencia estructural que sufre la mujer, lograr un cambio estructural”, lo que resulta difícil “con los sujetos que hoy están en el poder”.

Las características propias de la ministra “contraria a muchos cambios impulsados por años”, también podría significar un impedimento: “Espero que este cambio no sea un populismo rancio, sino que signifique un cambio valórico de quienes están liderando la agenda en el Gobierno”, añadió la antropóloga.

Desde el movimiento feminista estudiantil también han sido críticos con la propuesta gubernamental que deberá liderar Plá.

En primer lugar, cuestionaron que demandas primordiales, como la educación no sexista, hayan quedado totalmente ajenas a las medidas anunciadas por el Ejecutivo. «Los anuncios estuvieron cargados a reforzar el rol familiar de la mujer y el histórico papel principal que hemos jugado en el trabajo doméstico-reproductivo, lo que es justamente lo contrario a lo que demandamos desde la organización feminista. Vemos, por tanto, que las propuestas son muy propias de la derecha conservadora que sigue viendo a la mujer principalmente como madre y dueña de casa», declaró Francisca Ochoa, secretaria de comunicaciones de la Fech y vocera Confech.

Agregó que en las doce propuestas «no se dice ni una palabra sobre la recuperación de nuestros derechos reproductivos, principalmente mediante la despenalización total del aborto, ni sobre la implementación de una educación no sexista, ni la entrega oportuna de educación sexual en los colegios, ni sobre el acoso callejero. En decir, no se reivindica ninguno de nuestros derechos suprimidos ni se ataca desde el origen a la violencia machista, solo se le combate parcialmente una vez ya consumada».

Desde el Gobierno reconocen que el rol de la ministra “podría tener un techo”, pero que este responde a las facultades que le da su cargo, ya que no podría intervenir directamente en el ámbito de la educación no sexista, pero sí se habría comprometido a apoyar en el proceso al Mineduc.

La decisión desde Palacio, en cuanto a que sea el ministro Varela el que se haga cargo del conflicto al interior de las universidades y colegios, respondería a mantener diferenciadas las labores y lograr neutralizar el conflicto a través de una agenda que evite el enfrentamiento con las estudiantes.

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