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Mingas por el Mar: el proyecto de protección ambiental que cuida las Galápagos Medioambiente

Mingas por el Mar: el proyecto de protección ambiental que cuida las Galápagos

Pese a ser patrimonio de la humanidad, las islas Galápagos sufren un grave problema: la contaminación plástica que afecta su ecosistema.


«No existe un solo lugar en las Galápagos libre de plástico», comentaba en mayo pasado el investigador de la Galapagos Science Center, Juan Pablo Muñoz. Durante distintas jornadas de limpieza, los voluntarios lograron recolectar casi 22 toneladas de residuos en las playas del patrimonio de la humanidad, con cerca del 90% siendo plástico. Y es que los desechos viajan desde las costas del territorio continental hasta las diferentes islas que componen el área, más de 1.000 kilómetros mar adentro, terminando en los estómagos y ecosistemas de animales únicos en el planeta.

Uno de los peligros más agudos es el hecho de que los investigadores no tienen todas las certezas respecto a la cantidad del daño que están generando los microplásticos. Sin embargo, a día de hoy existen diferentes iniciativas que están conscientes del daño que reciben las islas que dieron el puntapié inicial a la teoría de la evolución de Charles Darwin. Mingas por el Mar es una organización sin fines de lucro y que funciona gracias a más de 30 voluntarios, dedicados no solo a la mantención de la limpieza en las costas, sino que también a crear conciencia ambiental entre los habitantes de las trece islas del archipiélago. Abigail Celi es coordinadora y voluntaria con más años aportando en el proyecto.

¿Cómo surgió la idea de Mingas por el Mar?

Esto surge desde Guayaquil, Ecuador, por la iniciativa de Cecilia Torres -la coordinadora nacional- y nuestra gran misión como Mingas por el Mar es poder generar educación ambiental en la población, en nuestra comunidad. Poder abrir los ojos y mentes de las personas que viven en un lugar. Y cómo no hacerlo en las Galápagos, un paraíso que además es patrimonio natural de la humanidad.

Antes veíamos tanta inmensidad natural en las islas, la que poco a poco se está degradando por el tema del plástico y el microplástico. Como mingueros voluntarios, realizamos una iniciativa de poder realizar limpiezas costeras, poder realizar cacerías de microplásticos, que son aquellos que afectan a nuestros ecosistemas, nuestra flora y fauna endémica, únicos en el mundo entero. No queremos que en unos veinte o treinta años estos animales se extingan -que de hecho ya hay especies que están en extinción-. Más allá de poder conservar nuestra naturaleza, de la cual me siento orgullosísima de ser parte, buscamos hacer entender a nuestra comunidad que vivimos en un paraíso: muchas de las personas no saben lo que tenemos, no saben lo que es Galápagos y creo que cuando no sabes de lo que hablas no entiendes el por qué tienes que conservarlo.

Una de las formas de hacerles entender es informándoles, y la única forma de lograrlo es haciendo educación ambiental. No solo hablar de ciencia o plásticos, sino generar conversatorios donde el desarrollo humano se amplíe, se fortalezca y se puede generar un respeto hacia el mismo y hacia nuestro medioambiente.

¿Existe una cooperación nacional para resguardar las Islas Galápagos o crees que están solos en esto?

Hay ciertas agencias y ONGs internacionales, empresas privadas -como la Fundación Charles Darwin- que vienen y plasman proyectos como el nuestro en las Galápagos. Pero siento que no hay acercamientos con nuestros gobernantes, las personas que están en cargos políticos e importantes. No hay una sinergia que pueda generar una fuerza para nuestra problemática. Muchas veces es una cuestión de nombres: algo que tal ONG hizo, tal persona lo hizo. Lo percibo de esa forma, donde es mucho faranduleo y creo que lo estamos tomando por una vía nada educacional, seria. Se crean proyectos de conservación, y se muestra al mundo lo que se está haciendo (como la fotografía, que no solamente revela el hábitat en sí sino los efectos del plástico). Pero no hay un trabajo en común, una situación en donde podemos decir ‘vamos manos a la obra, vamos a trabajar por eso’. Todavía estamos en una postura de queja y no de solución.

Han recuperado miles de residuos plásticos durante sus trabajos. ¿Qué están haciendo con esto, o qué buscan hacer?

Tenemos mano de obra en Galápagos, muchos artesanos. Y hemos considerado hacer arte con estos plásticos. Sin embargo no hemos aterrizado esa investigación, qué tan favorable podría ser. Creemos que no mucho, porque volverían eventualmente a ser un residuo y no nos favorece tener eso en Galápagos.

Uno percibe cierto abandono por lo que son los pescadores del resguardo de la vida marítima. ¿Sientes que las nuevas generaciones de galapagueños le toman el peso a lo que es la preocupación por los mares?

Se hace una pesca sustentable de tal modo que no se vea afectado nuestro hábitat. Sin embargo creo firmemente en que la educación es la única vía por la que los humanos podemos hacernos cargo de nuestros actos. La única mano que puede tocar nuestra consciencia para ampliar nuestras habilidades. Creo que todo parte en los curriculums académicos que existan en cada colegio: si no hay información frente a esta circunstancia no habrá manera de actuar. Considero que nuestra generación -y la que viene detrás de nosotros- aún le falta apoderarse también de esta información. Le falta concientizarse, volverse más vulnerable a lo que está pasando. De tal forma la tecnología no ha sido adecuadamente recogida de manera responsable.

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