Publicidad
La Paz, un paseo por las nubes Turismo y Viajes

La Paz, un paseo por las nubes

Publicidad

En este relato vivencial, la socióloga Constanza Pavez da cuenta de su experiencia en la ciudad boliviana, entrega datos útiles para quienes se internen en sus calles y explica por qué se trata de un destino turístico que, definitivamente, vale la pena conocer.


 

Este verano fui a Bolivia por tercera vez. Para mi suerte, febrero es época de carnaval, lo que necesariamente implica un singular movimiento de gente, un ambiente festivo y multicolor y una serie de pequeños rituales pachamámicos que invitan hasta al más escéptico a participar, ya sea prendiendo palo santo, participando de una guerra de agua o simplemente tomando una cerveza con la comunidad chola que celebra con sillas en la calle, al son de un ritmo improvisado por un par de instrumentos de viento.

Para  carnaval, una infinidad de agrupaciones de baile, llamadas comparsas, desfilan por la avenida Santa Cruz. La gente se instala a las orillas de la calle con camas y petacas y disfruta de diabladas, morenadas, tinku, caporales, y un sinfín de otros bailes. Toda esta festividad es acompañada de guerras de agua, explosiones de petardos, escenarios con grupos de cumbia andina, elección de reina del carnaval y javas de cervezas por montón.

Pero La Paz es mucho más que Carnaval. El resto del año es una ciudad rebosante de vida, de ruidos, de olores y color, basta un paseo por su centro histórico para impregnarse de lo que esta enorme ciudad andina emplazada en las faldas del volcán Illimani, tiene para entregar.

El paseo obligado por La Paz debe comenzar en la Plaza Murillo, rodeada por la Casa de Gobierno el “Palacio Quemado”, el Palacio Legislativo y la Catedral. En la calle posterior a la Plaza, Ballivian,  se encuentra un secreto muy bien guardado la “Heladería Napoli” que ofrece copas de helados gigantes, hamburguesas, pizzas y lo mejor de lo mejor sus salteñas. Las salteñas son unas empanaditas características de Bolivia y en Norte de Argentina, que en su relleno incluyen también arvejas y papas. En el Nápoli, son jugosísimas con un toquecito picante y están disponibles todos los días en la mañana, así que son frescas, frescas.

[cita tipo=»destaque»] La Paz es mucho más que Carnaval. El resto del año es una ciudad rebosante de vida, de ruidos, de olores y color, basta un paseo por su centro histórico para impregnarse de lo que esta enorme ciudad andina emplazada en las faldas del volcán Illimani, tiene para entregar.[/cita]

Continuando el recorrido, algunas cuadras al norte de la Plaza la colonial emerge la Calle Jaén, con sus características casitas coloridas y piso empedrado. Esta callecita es famosa por conservarse prácticamente igual que en la época colonial, por las miles de leyendas de eventos sobrenaturales que allí suceden y por albergar la casa del mártir independentista paceño, Pedro Murillo, hoy convertida en museo.

Hacia el otro sector del Centro de La Paz, se ubica la Basílica de San Francisco de estilo “barroco andino”, se caracteriza por ser fiel representante del sincretismo religioso latinoamericano. En su interior se entremezclan variada imaginería religiosa tallada en madera policromada, detalles con láminas de oro y gladiolos de todos los colores que simbolizan el fervor religioso de los fieles. Se realizan visitas guiadas, las que permiten apreciar de mejor manera su abrumadora belleza y el sinfín de detalles artísticos, como también el monasterio emplazado dentro de sus dependencias.

En esta misma dirección se encuentra las calles Sagarnaga e Illampu en cuyas inmediaciones se emplaza el denominado Mercado de los Brujos, en el que se ofrece una infinita variedad de productos de diversa procedencia: ponchos de lana de oveja y alpaca, chalecos, aros, pulseras, instrumentos musicales, como también fetos de llamas embalsamados, ofrendas para el carnaval, ekekos y carteras. Definitivamente es el mejor lugar de La Paz para comprar artesanías y productos locales y también para comer.

teleferico-lapaz

Si lo que se busca es comida típica y buena atención, recomiendo el Restaurant 1700 (Sagarnaga 906), en el que sirven platos con ingredientes típicos como alpaca o llamo. Lo que más me gustó fue que junto con los tragos (también locales) nos regalaron un plato con distintos frutos típicos de Bolivia, de los que la garzona, amablemente, nos contó sus nombres y particularidades. Otro lugar muy recomendable para comer es “La Cueva”, dónde encontrarán delicias mexicanas como tacos, fajitas, nachos y enchiladas, (todos con opción vegetariana) y disfrutar de unas buenas cervezas provenientes del país del norte (Tarija 210). Recomiendo particularmente la tabla mixta, que tiene de todo un poco, y trae un guacamole espectacular.

Desde hace un tiempo La Paz cuenta con un teleférico que permite atravesar la ciudad y obtener vistas panorámicas, apreciándola en todo su esplendor. A través del teleférico también se puede llegar a la ciudad de El Alto. Esta particular localidad cuenta con un enorme mercado en el que  encontraremos desde artículos electrónicos a precios módicos, hasta pequeños pejerreyes traídos en baldes desde el Lago Titicaca. En El Alto también se puede ser testigo de una de las más pintorescas y singulares entretenciones: la ‘Lucha de Cholitas’, tal cual su nombre lo indica tiene lugar en un ring donde dos mujeres con sus polleras y trenzas características, realizan un espectáculo de lucha libre, digno de admirar.

La Paz se erige actualmente como emergente destino turístico: la claridad de sus cielos, sus antiguas construcciones, el caos de sus calles, la alegría y relajo de su gente y los accesibles precios,  lo convierten  un destino peculiar y muy original que vale la pena conocer.

* Dedicado a María José Coni y Marina Menegazzo.

Publicidad

Tendencias