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“Juntas somos más fuertes”: Día Mundial de la Salud Mental Materna BRAGA

“Juntas somos más fuertes”: Día Mundial de la Salud Mental Materna

Claudia González Darricarrere
Por : Claudia González Darricarrere Mg. Psicología de la salud, activista en derechos sexuales y reproductivos.
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“Me refiero a condiciones estructurales de nuestra sociedad que en mayor o menor medida impactan la experiencia de criar y agudizan los sentimientos de soledad, tristeza, rabia y desesperanza que acompañan la gestación y el postparto. La sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, la carga mental, la precariedad laboral, la discriminación en contextos laborales, la violencia de género, la medicalización de los partos, la violencia simbólica, son algunos ejemplos”.


A partir del año 2016, el primer miércoles de mayo, se celebra en el mundo el Día Mundial de la Salud Mental Materna. Bajo los lemas “juntas somos más fuertes” y “en red nos sostenemos” de la organización Postpartum Support International y el lema de la Red Latinoamericana de Salud Mental Perinatal, “visibilizando la salud mental de las madres latinas”, organizaciones de diferentes partes del orbe unen sus esfuerzos para crear conciencia sobre este tema a través de la organización de eventos y campañas en redes sociales.

A través de la experiencia de 2 mujeres, a quienes acompaño como psicoterapeuta perinatal en su tránsito por la experiencia de maternidad, quiero poner en relieve el rol de las redes de apoyo en el bienestar materno y la importancia de despatologizar el malestar psíquico de las madres.

Hace 2 meses, conocí a Rita. Recuerdo su angustia, el nerviosismo en su rostro por lo que me tenía que contar. ¿Estará bien esto que siento? ¿será normal sentirse así?. Hace 6 meses se había convertido en madre de un niño, fue una gestación inesperada que llegó a sus 36 años.

“Quisiera volver a mi vida de antes” – me dijo – “siento que me cuesta mucho sostener el día a día con mi hijo. Me siento muy sola en todo esto, siento que no estoy bien, que no me la estoy pudiendo. Lloro varias veces al día, me siento insegura”.

Rita es una mujer autónoma económicamente, con estudios universitarios y con una vida social muy activa antes de convertirse en mamá, de la cual solo queda el recuerdo. Se separó del padre del bebé al tercer mes de postparto. Durante las sesiones logramos nombrar como violencia psicológica, manipulación y control, diferentes comportamientos que él tenía con ella desde el embarazo y que gatillaron la separación.

Con Valesca, esta semana tenemos nuestro último encuentro tras 10 meses de psicoterapia. La sesión anterior me habló de su nuevo emprendimiento con una tienda de ropa de lactancia materna. Me contó que un día, una mujer entró a la tienda y le preguntó: ¿puedo entrar y amamantar a mi guagua? “por su puesto que puedes, para eso está el espacio” les respondió mi paciente. Valesca había instalado un sillón en la tienda para que las mujeres que transitaban por el centro de la ciudad de Constitución pudiesen acomodarse, sacar la teta cómodamente y dar de amamantar a sus crías. La tienda partió como una alternativa ante la amenaza del fin de la alerta sanitaria y la imposibilidad de seguir con teletrabajo.

Cuando Valesca acudió por primera vez a mi consulta, presentaba una serie de malestares emocionales y físicos que tenían origen en la dificultad para conciliar la vida laboral con la maternidad. Teletrabajar con un bebé de 5 meses en la casa y en soledad era la mezcla perfecta para que las crisis de angustia, la ansiedad, la sensación de pérdida de control y culpa acompañaran a diario su día a día.

Según la Guía para la integración de la salud mental perinatal en los servicios de salud materno infantil, publicada por la OMS el 2022, una de cada diez madres en los países de altos ingresos experimentará un problema de salud mental durante el embarazo o durante el primer año tras el parto. En el caso de los países de menores ingresos, esta cifra crece a una entre cinco mujeres. Entre las mujeres que padecen algún problema de salud mental en la etapa perinatal, se estima que el 20% experimentará pensamientos suicidas o llegará a autolesionarse.

Entre los síntomas más comunes destacan los sentimientos de tristeza, falta de energía y motivación, preocupación excesiva, dificultades con la alimentación y el sueño, falta de concentración, dificultad para tomar decisiones, sentimientos de culpa, soledad y desesperanza (OMS, 2022).

En Chile,  los estudios sobre sintomatología ansiosa y/o depresiva durante el embarazo, revelan prevalencias entre un 16,7% y un 35,2% en las muestras estudiadas (Guía Perinatal 2015, Minsal). A su vez, en el posparto, alrededor del 41,3% de las mujeres chilenas presenta síntomas de ansiedad o depresión al tercer mes postparto (Jadresic & Araya, 1995). Un estudio publicado recientemente, revela una prevalencia entre 41,3% y 44,3% de sintomatología ansiosa entre el tercer trimestre de gestación y los 6 meses tras el parto (Coo, Mira, García & Zamudio, 2022).

Rachelle García (2018) escribe “la epidemia de trastornos mentales perinatales son el síntoma y no el problema en sí mismo”. Desde una mirada feminista de la salud mental, es importante ver el bosque completo y no perdernos entre los árboles, de lo contrario corremos el riesgo de patologizar la salud mental de las madres.

“Cuando sé que me toca estar un día sola con mi guagua, sin niñera, sin mi amiga, sin el padre, se me aprieta el pecho, comienzo a sentir angustia (…) necesito herramientas para dejar de sentir esta soledad que me ahoga” – Cuando escucho a Rita decir esto en una de las sesiones, me pregunto en silencio ¿qué herramientas hay para dejar de sentir soledad cuando estás criando en soledad?

La experiencia emocional de las mujeres que maternan expresa algo mucho más profundo que el síntoma de una enfermedad. ¿Por qué me siento triste? ¿porqué siento rabia? ¿por qué me siento abrumada? ¿porqué siento soledad siendo madre?

Si bien cada experiencia de maternidad es singular, no se puede obviar que existen circunstancias que transversalizan, si no a todas, al menos a la mayoría de las madres.

Me refiero a condiciones estructurales de nuestra sociedad que en mayor o menor medida impactan la experiencia de criar y agudizan los sentimientos de soledad, tristeza, rabia y desesperanza que acompañan la gestación y el postparto. La sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, la carga mental, la precariedad laboral, la discriminación en contextos laborales, la violencia de género, la medicalización de los partos, la violencia simbólica, son algunos ejemplos.

Los aportes de los estudios de género y/o feministas han contribuido significativamente a relevar la influencia que tienen las condiciones de vida, desigualdades, discriminaciones y violencia sobre la salud mental de las mujeres (Lombardi, 2014).

En septiembre del 2022, Valesca me cuenta en sesión, con mucho orgullo, que Maternamor Constitución ya tiene personalidad jurídica. Maternamor, es un grupo para compartir entre mujeres, madres o gestantes que desean maternar en tribu. Es un espacio respetuoso, sororo y feminista.

“Lo que inició desde mi cama, dando tetita, sintiéndome sola, incomprendida y triste se transformó en una motivación para hoy avanzar e intentar desmitificar que la maternidad se debe vivir encerrada entre 4 paredes. Debemos tener una sociedad más amigable con las madres, debemos visibilizar la maternidad real”. Estas son las palabras que Valesca publicó en su cuenta de Instagram el día que la agrupación se constituyó formalmente.

Desde la profunda soledad que la embargaba siendo madre, Valesca crea una cuenta en redes sociales y hace un llamado a hacer tribu. Un llamado que invita a dejar de vivir la maternidad en soledad y soltar el mandato que dice “yo puedo con esto sola”. Hoy son 26 mujeres, que se reúnen periódicamente, han juntado a las familias, se han hecho amigos entre sus hijos y se sostienen unas con otras.

Esta semana Rita me escribe si puede llegar con 30 minutos de retraso a la sesión. Era mi última paciente, así que le dije que no había problema. Llega acelerada. Me explica que hoy tocaba la visita del padre de su hijo, pero éste no llegó y tuvo que pedirle a su mejor amiga que se quedará con la guagua para poder asistir a la sesión.

Desde el mes siete de embarazo, Rita se fue a vivir a la casa de su mamá, viuda hace 2 años. En la casa además vive su mejor amiga Isabel, quien arrienda un espacio en la casa de su madre. Isabel es de esas amigas que apaña en todas, si bien no ha sido madre, no tiene ni una pizca de vacilación cuando su amiga le pide que la saque de apuros. También tiene el coraje necesario para ofrecerse de niñera, la delicadeza de tenderle una mano cuando su amiga desborda agotamiento y tiene un oído siempre abierto para alojar sin juicio cualquier cosa que su amiga le cuente.

En medio de la sesión suena el teléfono de Rita, es Isabel. Llama para consultar cuántas cucharadas de leche necesita para preparar la mamadera. Rita me pregunta a mi. Yo no tengo idea de medidas de leche, pero le digo que seguro en el tarro aparecen las indicaciones. Es la primera vez que toma relleno y se lo dará su mejor amiga. Rita cuelga y continuamos la sesión. Hablamos de Isabel, de lo importante e incondicional que ha sido su amiga en todo este proceso. Rita se emociona, “es que no sé que haría sin la Isa”, “es la única que siempre está para mi y que no se complica por nada”.

La literatura señala que las redes de apoyo, son un factor protector para la salud mental de las mujeres en la etapa perinatal (OMS, 2022). Se recomienda fortalecer estas, como estrategia preventiva en la aparición de sintomatología de salud mental y como parte del pool de estrategias de intervención cuando estos ya se han hecho presentes.

Cuando escribo sobre Rita y Valesca, recuerdo la palabra “acuerpar” que nos regala Lorena Cabnal para nombrar “la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos. Que se autoconvocan para proveeerse de energía política para resistir y actuar contra las múltiples opresiones. El acuerpamiento genera energías afectivas y espirituales y rompe las fronteras y el tiempo impuesto. Nos provee cercanía, indignación colectiva pero también revitalización y nuevas fuerzas, para recuperar la alegría sin perder la indignación”.

Esta palabra también me recuerda mi propia historia junto a mis compañeras de activismo en la región del Maule, a quienes me sumé el año 2016. Nos unieron las experiencias deshumanizadas de parto, que mes a mes, durante un año fuimos colectivizando para finalmente nombrarlas como violencia obstétrica. De esa indignación, emerge una fuerza que nos lleva a constituirnos el 2017 como Corporación Matria Fecunda. Hoy somos parte de la Coordinadora Nacional por los Derechos del Nacimiento, y junto a una veintena de organizaciones y colectivas estamos impulsando el proyecto de Ley Adriana, que se encuentra en discusión en la Comisión de Salud del Senado y busca establecer derechos en el ámbito de la gestación, parto, postparto, aborto, salud sexual y reproductiva, y sanciona la violencia ginecobstétrica.

También me recuerda a mis colegas de la Red Chilena de Salud Mental Perinatal, que el año 2020 se unen a la marcha del 8M cargando un lienzo que lleva escrito “por el placer de maternar más y mejor salud mental perinatal”.

El malestar (mal-estar) psíquico y emocional de las madres moviliza a crear agrupaciones, a facilitar sillones de lactancia en el centro de una ciudad, a impulsar leyes o a cuidar del bebé de la mejor amiga.

El malestar psíquico, también puede ser un signo de salud, que expresa que “algo no esta bien” y nos moviliza para producir los cambios estructurales que nuestra sociedad necesita para maternar(nos) mejor.

En el día mundial de la salud mental materna, en Latinoamérica y Chile, alzamos la voz para concientizar sobre las maternidades latinas, que alojan en un territorio caracterizado por desigualdades y brechas de género que precarizan el bienestar materno. Hago eco del lema juntas las madres somos más fuertes.  En red nos sostenemos y nos proveemos de cuidados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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