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“Sí o sí hay un daño”: psicóloga explica las consecuencias del vínculo forzado entre hijos y padres BRAGA

“Sí o sí hay un daño”: psicóloga explica las consecuencias del vínculo forzado entre hijos y padres

Aún cuando un padre haya hecho abandono y/o haya sido condenado por violencia intrafamiliar (VIF) o delitos sexuales, el sistema jurídico lo obliga a mantener un vínculo forzado con su hijo, lo cual tiene un impacto en este último. Así, la aprobación del proyecto que permite solicitar la suspensión de la relación directa y regular en casos como los mencionados fue celebrada principalmente por madres, quienes suelen ser las más afectadas por la situación, según datos recogidos por la norma: ¿De qué manera impacta este vínculo forzado en madres e hijos? “Sí o sí hay un daño”, explica la psicóloga Dafne Valdés Pavez.


Este domingo 23 de julio, una mujer fue asesinada por su expareja en Providencia: el acusado cometió el crimen cuando fue a dejar a su hija luego de una visita. Para la psicóloga clínica, Dafne Valdés Pavez, el proyecto que permite solicitar la suspensión de la relación directa y regular padre-hijo reconoce un problema estructural del que ya se tenían reportes, pero “nunca se han tomado cartas en el asunto”.

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“Por lo general cuando se pone una denuncia por violencia intrafamiliar (VIF) hay separación de los padres, y los niños siempre quedan ahí como en el limbo, y queda la pregunta en los tribunales, que hablan de los derechos de la madre, pero se suele olvidar del niño, niña o adolescente, que también tiene derecho a vivir en un espacio libre de violencia”, sostiene la especialista.

-¿Cuándo podemos considerar que un vínculo entre padre e hijo es forzado?

-Creo que parte de ahí, desde que no nos hemos hecho cargo como sociedad de ver cuánto es lo que a un niño le está afectado o se ve afectado en este tipo de relaciones de pareja. A pesar de que hemos trabajado tanto en los derechos del niño, y de verlos como sujetos de derecho, se nos olvida que ellos también tienen derecho a decidir si quieren o no ver a sus papás. Hablo de padres porque es lo más común.

En este punto, la psicóloga recordó una conversación ciudadana en la cual participó con un grupo de mujeres con la presencia de la Ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana. Durante la ocasión, una mujer que estaba con su hija pequeña contó que sufría violencia de su expareja desde que estaba embarazada y desde que la pequeña nació tiene un rechazo muy grande por su padre, pero aún así se mantienen las visitas. La mujer solicitó ayuda porque su hija no quería ver a su papá y se ponía muy nerviosa cada vez que la iba a buscar. Y lloraba. Pero su papá seguía ejerciendo el derecho a visitas.

“Entonces, al final, por querer cumplir una normativa, la niña estaba sometiéndose a un estrés gigante y finalmente no era beneficioso para ella”, indica Valdés.

Por este motivo, para la psicóloga hay que evaluar caso a caso, si realmente es beneficioso o no que un hijo vea a un padre que lo abandonó o ejerció violencia contra su madre, o él mismo. En el caso que comentó, era notorio que no existía “ningún beneficio” y por ello subraya que “ningún menor debería experimentar ese estrés, frustración y quizás miedo por tener que cumplir una normativa que no le está beneficiando en nada”. Así pues, el vínculo forzado significa exigir al menor que haga uso de su derecho, sin considerar su derecho a vivir en un espacio libre de violencia.

-¿Qué implicancias puede tener este vínculo forzado (a corto, mediano y largo plazo) en el desarrollo social, cognitivo y de otra naturaleza en el niño, la niña o adolescente?

-Lo que implica a corto, mediano y largo plazo en el desarrollo social cognitivo de los niños y niñas adolescentes es súper individual, pero sí o sí hay un daño, no podemos desmerecer eso, puede haber un daño relacional que es uno de los aspectos en lo que más se demuestra porque si sometemos a los niños a un constante de violencia se le normaliza y luego vemos adolescentes que se comportan en sus relaciones de pareja de la misma manera, o sea, relaciones en las que se normalizan los gritos y violencias. Pueden haber problemas de control real de las emociones porque no se puede reconocerlas, hay una suerte de negación de las emociones y eso tiene relación con la crianza desde la primera infancia.

Muchas veces los niños no entienden por qué su papá se va o por qué no lo viene a ver si dijo venía, un niño pequeño no tiene un poder cognitivo muy grande como para entender ese tipo de cosas y si el niño se pone triste es para dañar a las otras partes vinculadas, esta suele ser una razón común, es algo implícito.

-¿Qué opinas sobre el proyecto que se está tramitando en la Cámara de Diputadas y Diputados en relación al reconocimiento de los derechos de NNA y los de las mujeres?

-Tenemos una deuda como sociedad en relación al abandono de las víctimas, esto que se llama el círculo de la violencia: abandonamos a estas personas que necesitan apoyo y las redes de apoyo se disuelven. Tenemos una deuda gigante y es pura educación, partiendo desde la educación emocional en no normalizar las conductas de violencia, siempre estar dispuestos a tender una mano aunque sea frecuente, romper el círculo de la violencia es súper difícil para las víctimas, las mujeres que sufren violencia intrafamiliar y los hijos también.

Me parece que que este proyecto viene un poco a compensar todo el daño hecho, aún así me preocupa el alcance de cómo se vaya a regular porque hasta el momento las medidas de protección no siempre son cumplidas en nuestro país, sucede mucho que las restricciones de alejamiento no siempre se cumplen porque no tenemos suficiente contingente policial, por ejemplo, nuestros policías no están capacitados con perspectiva de género.

Igual llegamos tarde, pero como todo en la justicia es reactivo espero que funcione y que se vayan puliendo las cosas que se tengan que pulir, pero me preocupa que finalmente quede en nada como todo. Insisto también que es primordial esta deuda social de educarnos en reconocer nuestras emociones, la deuda y el compromiso que tenemos que hacer con las nuevas generaciones de niñas, niños y adolescentes es aprender a mantener y respetar el buen trato en las relaciones interpersonales, de pareja, amistades, con la familia es algo que hay que trabajar a largo plazo.

 

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