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Tere Valdés y el rol de las mujeres contra la dictadura: “Mostramos que era posible trabajar juntas” BRAGA

Tere Valdés y el rol de las mujeres contra la dictadura: “Mostramos que era posible trabajar juntas”

En el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, la doctora en Ciencias Sociales subrayó el decisivo rol de las mujeres en la recuperación de la democracia: “Somos las que avanzamos en el año 83 en hacer una propuesta unitaria, mostramos que era posible trabajar juntas y desde la Democracia Cristiana hasta el MIR manifestamos que no podía continuar la dictadura”. La militante feminista recordó el modelo de mujer ideal concebido por el regimen militar, la política para acrecentar la población chilena mediante la quita forzada de DIU y otros temas.


Las mujeres fueron las primeras en organizarse de distintas maneras para aunar las luchas en una sola: derrocar la dictadura. Recuperar la democracia fue el norte de diversas féminas que, durante 17 años, vieron mermar el tejido social con la instauración de un sistema político, económico y social que marcó un antes y un después en la historia de Chile: el neoliberalismo. Así lo reconoce la destacada investigadora y activista feminista, Teresa Valdés, quien vivió el periodo desde las calles y la academia.

“Frente a la dictadura, somos las mujeres las primeras en organizarnos de distintas maneras, hubo una conciencia política respecto de la democracia y avanzamos en el año 83 las Mujeres Por la Vida en hacer una propuesta unitaria y decir ‘no puede haber nada que nos separe como para no juntarnos a luchar por la democracia’: las mujeres hicimos eso, mostramos que era posible y trabajamos juntas, desde la Democracia Cristiana hasta el MIR manifestando que no podía continuar la dictadura, eso es un capital que sigue estando como acervo para las mujeres en el día de hoy”, subraya.

-¿De qué manera se constituyó la agenda de género de Salvador Allende y cómo se transformó radicalmente a partir de la dictadura?

-Fue dramático porque en estos 50 años hemos estado fuertemente atentos a los Derechos Humanos básicos como el derecho a la vida; y también a temas como la desaparición forzada, las ejecuciones, la tortura, pero no hemos puesto sobre la mesa el tremendo impacto que tuvo en la vida cotidiana, y además, en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Había un programa de vida familiar y educación sexual desarrollado desde el gobierno de Frei, que continuó en el gobierno de Allende e inició la educación sexual desarrollando todos los materiales y la capacitación de profesores. Todo eso fue quemado y eliminado.

Y en el ámbito del derecho a la anticoncepción fue muy grave lo que se hizo porque se eliminó todo lo que era educativo, los afiches explicativos del proceso reproductivo, cuándo y cómo se producía la fecundación. No pudieron eliminar la pastilla porque estaba ligada a la ayuda que daba Estados Unidos y formaba parte de la ayuda, y bajo dictadura por dios que se necesitó porque Chile tuvo los niveles más altos de pobreza que recordamos.

Las mujeres ya no tenían la posibilidad de educación sexual ni la posibilidad de educación en el consultorio, solo después del primer embarazo y si ella lo pedía, algunas matronas y personal de salud sensible se lo podía ofrecer, o bien ella se lo podía pedir. Gracias a las trabajadoras de la salud, mayoritariamente, si tú miras las tasas de fecundidad no vimos un salto dramático consecuencia de estos hechos.

Significó un deterioro y un retroceso, un retroceso enorme porque se dejó de hablar, se impidió avanzar, había una decisión política tanto de lo que se hacía en salud, como en la educación y nos encontramos con una iglesia que impedía que se hiciera educación sexual, también con El Mercurio, que impedían que se hablara de sexualidad.

-Cuando hablamos de violencia política sexual hacia las mujeres en dictadura nos referimos mayoritariamente a lo ocurrido con los cuerpos, pero no hablamos tanto de la violencia simbólica que se fue construyendo a partir de este desmembramiento de lo que significaba ser reconocidas como sujetos de derecho.

-La propuesta de la dictadura para las mujeres era que fueran madres, esposas y dueñas de casa. Entonces, la violencia política y sexual la ejercían justificándose en que las mujeres salían de la casa: “si usted estuviera tranquilita en su casa cuidando a sus niños, no le pasaría nada”. Es todo parte del mismo modelo que designaba un lugar de las mujeres.

La dictadura es el único periodo en que hubo una política de población en este país. Hay un documento que dice que se debía aumentar la fecundidad porque, por razones de seguridad nacional, la población chilena comparada con la argentina, daba ejércitos bastante diferentes.

Hay testimonios de mujeres a las que efectivamente les retiraron los anticonceptivos, los dispositivos intrauterinos, yo tengo testimonios de pobladoras a las que retiraron el dispositivo intrauterino para balancear respecto a Argentina por seguridad nacional.

Fue un disciplinamiento ejercido a través de los distintos mecanismos y este es más horroroso porque se trata de destruir, no hay mayor destrucción que la violencia sexual sobre una mujer, ser ocupada por terceros, dejas de ser tú, un sujeto de derechos: eres objeto del placer o de la satisfacción, o de la violencia o de la rabia o lo que sea de un tercero o de un organismo público.

-¿Qué procesos sociales y políticos marcaron un antes y un después en los movimientos de mujeres?

-Hay distintas condiciones que favorecen el surgimiento de esta conciencia que llamamos segunda ola feminista, porque hay un contexto internacional en que esto está sucediendo. El año 75 ocurre la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer donde hay un primer foro no gubernamental, y por primera vez se presentan las mujeres dialogar sobre su situación, lo cual posibilita en los organismos de Naciones Unidas la posibilidad de tener recursos.

En esa época manifestamos una profunda incomodidad con lo que estaba sucediendo, y había un contexto internacional que nos permitía descubrir que el dictador estaba allá en el país, y también en la casa. Eso marca una posibilidad y unifica a un movimiento de mujeres que había nacido en múltiples organizaciones y partidos políticos, ligadas a la lucha por las necesidades fundamentales, como las ollas comunes, así nació la necesidad de juntarse: además de la democracia que queríamos para el país, queríamos una democracia también para nosotras, reconocernos como sujeto de derecho en la democracia.

Hay una marca fundamental en tiempos de dictadura y uno la puede situar más o menos en el año 83, cuando ya íbamos para la Tercera Conferencia Mundial de la Mujer y sucedieron encuentros feministas en América Latina y el Caribe, donde nuestra Julieta Kirkwood, junto con otras feministas chilenas, jugaron un rol fundamental para comprender este sistema cultural patriarcal que subordina sistemáticamente a las mujeres, por qué lo hace y cómo se podría trabajar en su transformación.

Antes hablábamos en los estudios de la mujer y a partir de allí aparece esta explicación de que se trata de un orden de género que se basa en la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza de parte de los varones respecto a las mujeres.

-Yendo a hechos más recientes, los procesos constituyentes ¿Por qué es importante que los derechos de las mujeres estén consagrados en la Constitución y no queden relegados al debate legislativo?

– La sociedad reconoce en su constitución el orden deseado, lo que es bueno para la sociedad. El poner la igualdad, poner la paridad, significa que la sociedad reconoce que el género humano es transformado por hombres y mujeres, que hay condiciones que establecen y producen desigualdad y por lo tanto hay que preocuparse activamente para que se generen condiciones de igualdad y no discriminación.

Esa condición paritaria tiene que, imbuir y traspasar, permear todo el orden social a nivel de pensamiento. No hay cómo reparar la desigualdad, lo hacemos para el presente y para el futuro.

-Más reivindicar que reparar….

Es futuro, es transformar por el orden deseado, hacia una mejor sociedad: eso está mostrado en los indicadores. Cuando uno mira los indicadores, por ejemplo, de salud mental, psicológica, te vas a encontrar las consecuencias negativas que tiene para mujeres y para hombres el vivir en esta cultura donde la opresión, donde el maltrato, la violencia, los privilegios están instalados.

Cuando uno piensa en una sociedad que lo que pretende es el bienestar, el buen vivir, la felicidad, uno dice bueno cuáles son los factores que están impidiendo eso, y uno de los factores principales es el género como determinante social, es el orden desigual de relaciones entre hombres: una democracia paritaria significa que los temas que se abordan incluyen a las mujeres.

Cuando tú tienes comisiones de género de mujeres en el Parlamento y tienes más mujeres en el Parlamento, entonces se abordan los temas que hacen a la condición de las mujeres, que finalmente favorece al conjunto de la sociedad. Nada de lo que las mujeres hemos reivindicado para nosotras es algo que solo favorece a las mujeres, favorece al conjunto de la sociedad.

¿Qué hacer desde la institucionalidad, desde los movimientos sociales, desde las organizaciones de mujeres, para seguir sosteniendo la bandera frente a un contexto que marcha contra de las mujeres?

-Lo más complejo es que tenemos pocos espacios de encuentro, pocos espacios de conversación, ahora con motivo de los 50 años estamos teniendo un montón de paneles, pero no tenemos la red de organizaciones de tejido social que tuvimos en tiempos de dictadura.

Pero de todas maneras soy positiva en el sentido de que la resistencia que hay hoy día es por lo mucho que hemos avanzado, nos volvimos en amenazantes del poder absoluto y de los privilegios.
Nuestras propuestas son subversivas respecto a ese orden.

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