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El elefante blanco del GAM: el ambicioso proyecto cultural Bicentenario que se farrearon Bachelet y Piñera CULTURA

El elefante blanco del GAM: el ambicioso proyecto cultural Bicentenario que se farrearon Bachelet y Piñera

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Fue anunciado como un gran proyecto Bicentenario por la ex Presidenta Michelle Bachelet y empezó a ser construido en 2015. El compromiso era que iba a estar terminado dos años después, pero la constructora responsable quebró. Desde entonces han pasado varios gobiernos, sin que la obra de 60 millones de dólares tenga actualmente fecha de término. Es más, ni las autoridades del Gobierno de Bachelet ni del ex Presidente Piñera han querido hacerse responsables de las negligencias en su gestión. Desde el MOP, el liberal Juan Carlos García promete echarse al hombro la iniciativa y volver a insistir en las licitaciones, las que hasta ahora no ha tenido interesados en retomar las obras, dado que el precio sería mucho mayor al proyecto licitado. «Si quieren hacer esto está bien, porque en Chile no hay una sala de este calibre. En Sudamérica, tampoco. ¡Pero no la puedes hacer con cuarenta mil millones de pesos! Tienes que contar con dos o tres veces más», señala el arquitecto Ramón López, expresidente del directorio del GAM. Lo cierto es que el elefante blanco, que partió siendo una ambiciosa iniciativa vanguardista, hoy se encuentra en ruinas.


La ex Presidenta Michelle Bachelet anunció, el año 2010, que uno de los proyectos emblemáticos para celebrar a Chile en su bicentenario sería ampliar el GAM para tener tener dos edificios interconectados, con 5 salas de espectáculos adicionales y 22 mil metros cuadrados. Una obra única en su tipo en América Latina. En 2015, Bachelet puso la primera piedra.

El inicio fue la construcción de lo que llamaron el proyecto «Segunda Etapa GAM», por 60 millones de dólares, que incluye una gran sala con capacidad para 2.500 personas. Apuntaba a construirse en dos años y mostraría a Chile como país líder en la región en materia cultural. En aquel momento la acompañó el entonces ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, y el titular de Cultura, Ernesto Ottone.

Sin embargo, a pocos meses de cumplirse siete años, la edificación no solo está inacabad  sino que además su construcción se encuentra interrumpida, sin visos de poder retomarla, debido a las fallidas licitaciones que acompañaron a la quiebra de la primera empresa, cuyas obras dejó botada. Hoy está abandonada, en ruinas, siendo hoy un elemento estable del derruido escenario del centro de Santiago. De proyecto de vanguardia a elefante blanco, donde ninguna autoridad se hace cargo de las negligencias en su gestión.

Consultadas por este medio, las autoridades del centro cultural ni siquiera hacen propio el problema. Felipe Mella asumió la dirección ejecutiva el GAM en marzo de 2016, con el objetivo no solo de inaugurar la obra sino también de gestionar el futuro teatro. En 2020 prometió que se iba a entregar este año, pero dos años después sigue sin haber novedades al respecto.

Hoy el director ejecutivo no quiere hablar sobre el «elefante blanco», como tampoco el presidente del directorio de la Corporación Centro Cultural Gabriela Mistral, el académico Tomás Peters. Lo mismo ocurre con los arquitectos responsables del proyecto, liderados por Cristián Fernández. Consultados por este medio para brindar una explicación, todos ellos apuntan en la misma dirección: el Ministerio de Obras Públicas (MOP), hoy liderado por el arquitecto liberal Juan Carlos García.

Una de las pocas voces que se anima a dar su diagnóstico es Alejandra Wood, exdirectora ejecutiva del GAM.

«Este es un proyecto grande, en lo que a infraestructura cultural se refiere, y es una inversión alta también para el ámbito de la inversión pública en cultura, y que ha trascendido muchos gobiernos, diferentes presidentes en el directorio, con distintas visiones sobre lo que el proyecto debe ser, en un contexto político también complejo, sobre todo desde el estallido social en adelante. Creo que refleja lo lento que ha sido la construcción y conclusión de la segunda etapa del GAM. Ha estado sujeto al ciclo político», señala.

La oferta más barata

La historia es conocida, pero traería consecuencias. En 2015, tras una licitación, el MOP optó por la oferta más económica y eligió a la constructora española Ecisa para realizar la obra. Hasta entonces en Chile la firma tenía experiencia en hospitales y proyectos ferroviarios, pero no en centros culturales de estas dimensiones.

La compañía hispana, que había aterrizado en Chile en 2012 para realizar varias obras, inició la construcción. Sin embargo, al poco tiempo comenzaron los problemas. Empezó a haber fallos en el pago a proveedores y subcontratistas. Luego, acusó sobrecostos. Y finalmente quebró. Abandonó el país en 2018 y la obra quedó botada. En 2020 la empresa anunció que demandaría al MOP por 10 mil millones de pesos.

El arquitecto Ramón López, expresidente del directorio del GAM, cree que el «vía crucis» en que se ha transformado la obra se debe a múltiples factores, entre otros, a errores del propio ministerio a cargo.

«Le adjudicaron la obra a una empresa constructora española Ecisa, que se ganó la propuesta por un precio más bajo, y que era poca diferencia con la empresa que seguía, que había sido la que hizo la primera etapa», recuerda. En la primera etapa trabajaron las constructoras locales Ingevec y CVV, y fue inaugurada en 2010, al terminar el primer mandato de Bachelet.

Estallido social

Lo cierto es que en mayo de 2018 el MOP decidió poner término anticipado al contrato con la firma Ecisa.

«En ese momento, la obra presentaba un avance físico general superior al 40%. En particular, se había completado el 98% de la obra gruesa y se había instalado gran parte de las estructuras metálicas», detalla una fuente del ministerio.

Desde entonces, el MOP ha estado a cargo de la seguridad del edificio y del resguardo de los equipos y equipamiento de escenotecnia, que ya se habían adquirido.

En octubre de ese año, tras la llegada del segundo mandato del Mandatario Sebastián Piñera, la presidencia del directorio fue asumida por Andrés Rodríguez, conocido por su larga vinculación con el Teatro Municipal de Santiago.

«Él quiso informarse y tuvo varias preocupaciones con el proyecto, por el tema de la acústica», cuenta López. «Originalmente el proyecto fue configurado con acústica electrónica asistida, que no sería natural. Y como él estaba más vinculado a la música clásica, a la ópera, quería que pudiera responder óptimamente a la acústica natural. Pidió asesoría extranjera, pidió informes, empezaron a hacerse estudios, se contrató gente por todos lados, se gastó mucha plata, se hicieron informes para modificar. Había que introducir modificaciones a la arquitectura», indica.

Licitación infructífera

En julio de ese mismo año, el MOP realizó una licitación para ejecutar las obras de terminación, con un presupuesto de 20.000 millones de pesos. Sin embargo, fue infructuosa.

Esto se debió a que solo recibió una única oferta, de la firma Ferrovial (también –como Ecisa– de origen español), que duplicaba el marco presupuestario, «y que se consideró como inconveniente para el interés fiscal», de acuerdo al MOP.

En el intertanto, la situación empeoró en octubre de 2019, con el estallido social. El sector se convirtió en escenario de constantes choques entre manifestantes y Carabineros de Chile. De hecho, el mismo 18 de octubre fue baleada por un carabinero frente el GAM la actriz María Paz Grandjean, cuando se preparaba el estreno de «La pérgola de las flores».

Gran parte de la zona se convirtió en tierra de nadie. En ese contexto, durante los últimos meses de 2019 se produjeron actos de vandalismo al interior de la obra por el ingreso de personas, que generaron incendios menores y dañaron equipos, como tableros eléctricos y gabinetes de extinción de incendios, según el MOP.

Nuevo fracaso

El año siguiente no trajo grandes novedades. Así, en 2020 se hizo una licitación para actualizar los antecedentes del diseño original, que corrió una suerte aun peor: resultó desierta por falta de oferentes.

López atribuye esto no solo a un escaso presupuesto, sino también a que «había que pasar por encima de los arquitectos originales, ganadores de un concurso», lo que desincentivó a sus colegas a participar.

Según el arquitecto, tras el último cambio de Gobierno, ahora el MOP decidió volver al diseño original de la acústica asistida. Pero se sumó otro problema: la incertidumbre de los arquitectos originales, que no sabían en qué medida podían seguir trabajando en la obra tras tantos años, entre otras razones, por temas contractuales.

«Finalmente, ahora, están llegando a un acuerdo en que se va a echar a andar esto, se va a llamar a licitación, se van a incorporar algunas sugerencias que han hecho empresas especialistas extranjeras», ya que la obra involucra una veintena de especialidades a considerar, complementa.

Nueva evaluación

Desde el Gobierno aseguran que durante la actual administración ha existido un trabajo coordinado entre el MOP, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y el GAM, para evaluar las condiciones actuales del proyecto y definir los próximos pasos.

«Esta evaluación está próxima a concluir, tras lo cual se informará respecto a la programación, inversión y plazos del proyecto», anuncian desde la cartera de Obras Públicas.

Son las mismas buenas intenciones que señalan desde el Ministerio de las Culturas, para el cual «es un anhelo la materialización y concreción de proyectos de infraestructura cultural, como es la segunda etapa del GAM».

«Por lo mismo lamentamos los contratiempos producidos en la construcción de esta obra, los que se arrastran desde el año 2018. Actualmente estamos trabajando coordinadamente con el Ministerio de Obras Públicas y el GAM en la evaluación de la situación, con el fin de estimar la inversión, programación y plazos del proyecto», indican.

¿Cuál ha sido el impacto del abandono de la obra?

«Naturalmente afecta en distintos grados, según el sector. Para eso el MOP ha pedido un diagnóstico. En todo caso no pareciera haber deterioro estructural», puntualiza el arquitecto Ramón López.

Falta de conciencia

A la postre, lo que parece haber habido es un error de cálculo respecto de las magnitudes de la obra.

«Sabemos, por experiencia mundial, que todo este tipo de proyecto son únicos», remarca el arquitecto López. «Todo es especial. No es como construir el galpón de una fábrica o un edificio de viviendas. Aquí todo es especial, todo es de dimensiones colosales, todo es gigantesco, todo tiene formas distintas. No hay más que ver la historia de los grandes teatros del mundo: el Teatro Real de Madrid, el Teatro de Copenhague, el Teatro de Noruega. Primero tenían un presupuesto, por decirte, de quinientos millones de euros, y salieron por mil millones de euros. Todos salieron el doble de caros, pero acá no hay esa conciencia», sostiene.

En ese sentido, para el expresidente del directorio «es absurdo meterse en una cosa de este tamaño, que es como un portaaviones», como si fuera un proyecto más de obra pública, en un país donde –critica– todos pasan por encima de los arquitectos, desde el MOP, pasando por las inmobiliarias y las municipalidades, donde «se busca lo más barato, y no lo mejor, y tarde o temprano esos pecados se pagan. Y estamos pagando como país este fiasco, porque es un fiasco», más allá –agrega– de que se pueda reparar en este caso.

«Si quieren hacer esto para Santiago de Chile, está bien, porque en Chile no hay una sala de este calibre. En Sudamérica, tampoco. ¡Pero no la puedes hacer con cuarenta mil millones de pesos! Tienes que contar con dos o tres veces más. Otra cosa es que el país esté dispuesto a asumirlo, que es otro tema. Porque por mucha burocracia o normativa que le pongan, la realidad es otra. Nadie quiere trabajar en un proyecto leonino, donde te ponen multas. El MOP es súper complicado, con las maneras en que se entregan los proyectos, las especificaciones. Por eso la gente prefiere meterse en otro tipo de proyectos. ¿Para qué te vas a meter en una cuestión que es un cacho?», señala.

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