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Once mil hectáreas de Chile serán incluidas en plan de protección de aves CULTURA|CIENCIA

Once mil hectáreas de Chile serán incluidas en plan de protección de aves

Así lo dio a conocer Chad Wilsey, jefe de Ciencia de Audobon, organización dedicada a cuidado de estas especies más importante de Estados Unidos, en el recién inaugurado Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC por sus siglas en inglés), en Puerto Williams. Presentó plataforma con datos disponibles para científicos y público a nivel mundial.


Once mil hectáreas del territorio nacional esperan ser influenciadas en programas de protección de las aves migratorias desarrollados por Audobon, la principal organización dedicada al cuidado de estas especies de Estados Unidos.

Así lo dio a conocer el doctor Chad Wilsey, jefe de Ciencia de Audobon, en la Primera Conferencia ofrecida en el recién inaugurado Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC por sus siglas en inglés), en Puerto Williams.

Wilsey destacó que realizarán acciones directas en 11 mil hectáreas de territorio nacional cuyo efecto esperan llegue a 11 millones.

El científico señaló que se va a estudiar la posibilidad de que en Cabo de Hornos se instalen torres con avanzada tecnología para la detección de aves migratorias.

Igualmente, dio a conocer una plataforma, recientemente alojada en internet, con datos para conocimiento de las aves, accesible tanto para científicos como para público a nivel mundial.

El centro internacional donde se realizó la conferencia se propone recuperar la integración entre la tecnología, la ciencia y la filosofía, separadas por décadas de distanciamiento.

Integración

Su director, Ricardo Rozzi, doctor en Ecología y magíster en Filosofía por la Universidad de Connecticut, Estados Unidos, profesor titular de la Universidad de Magallanes y de la Universidad de North Texas, sostiene que “la tecnología y la ciencia se separaron de la filosofía y se centraron en lo cuantitativo y la lógica. Nos quedamos entonces sin palabras para hablar de aquello que no es ni lógico ni cuantitativo. La biocultura recupera la integración entre áreas del conocimiento que son esenciales para resolver las causas últimas del cambio climático”.

En relación a esto señala que el centro recién inaugurado “no solo se preocupa del cambio climático y el impacto sobre la biodiversidad sino también de cómo son percibidos por parte de la sociedad”.

Señala que esto lo diferencia de otras instituciones, “que no se hacen esta pregunta epistemológica, metafísica, ontológica. Nosotros nos preguntamos cómo incluir una pluralidad de saberes, pluralidad de valores y nos planteamos por qué la sociedad se comporta del modo en que lo hace, desde el punto de vista de la educación y la ética”.

Asegura que esto lo convierte en un “centro biocultural” que constituye “una novedad a nivel mundial”.

El gobernador de Magallanes, Jorge Flies, ha dicho que “el nuevo centro vincula la investigación científica con las necesidades del territorio, especialmente en el ámbito de la educación desde el nivel inicial y escolar, la conservación marino-terrestre y el monitoreo de marea roja con nuevas metodologías de análisis”.

Arquitectura internacional

La inauguración del 15 de mayo contempló también el estreno oficial del edificio donde funciona el Centro Cabo de Hornos, cuya arquitectura tiene connotación internacional. Fue diseñado por los mismos arquitectos del Acuario de Beijing, la Biblioteca Presidencial Bill Clinton de Arkansas y los planetarios de Shangai y del Museo de Historia Natural de Nueva York, entre muchas otras obras.

Ellos forman parte del estudio “Ennead” de esta última ciudad, reconocido a nivel internacional por su desarrollo de proyectos ligados a la cultura y la educación.

Su vinculación con el Centro Cabo de Hornos data de hace 23 años, cuando Ricardo Rozzi imaginaba el proyecto que hoy es realidad.

En esa época se conocieron con el director de “Ennead”, Kevin McClurkan, quien se entusiasmó con la idea y junto a su equipo se puso a trabajar en ella. En la modalidad “pro bono”, es decir, ad honorem, sin percibir remuneración.

La obra está inspirada en la realidad austral, dice Rozzi: “el territorio y el ‘maritorio’ de este extremo sur del continente americano, se navegan. Han sido navegados por los pueblos ancestrales en canoas de corteza. Hoy son navegados por la Armada de Chile, por los cruceros. La vocación es de navegar más que de instalarse en tierra y abrir carreteras”.

Esta visión, comenta, “coincide con la filosofía, que a decir de algunos ‘es un barco a la deriva, que busca su rumbo’”.

Esta idea se introdujo en el proyecto y se tradujo en la representación de tres proas, “de tres embarcaciones que emergen desde la tierra. Entonces, no son agresivas con el paisaje y aunque se trata de tres pisos, no sobresalen mayormente desde la ciudad de Puerto Williams. Pero tienen esta mirada hacia la cordillera Darwin, hacia el esplendor de la cumbre austral de América”.

Una de las proas, detalla Rozzi, está dedicada a la educación, desde el preescolar hasta lo universitario, con un énfasis y un foco especial en la educación técnica, para el turismo de intereses especiales, con menciones para guardaparques, guías de turismo, gastronomía subantártica y otras especialidades que se vinculan a las singularidades de la diversidad biológica y cultural del extremo sur.

Otra de las proas está destinada a un anfiteatro, con capacidad para unas 200 personas.

El tercer área está reservado a la investigación, orientada hacia tres ámbitos, “centinelas del cambio climático”, “centinelas de la homogeneización (referida a la pérdida de identidad y diversidad por la uniformidad de la enseñanza)”, y conservación biocultural”.

El CHIC es un consorcio de varios centros de investigación y universidades. Encabezadas estas últimas por la Universidad de Magallanes, la Universidad de Chile, la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Texas. A ellas se suman, la Universidad de Talca, la Universidad Central, la Universidad Católica de Temuco y la Universidad de Los Lagos.

Es financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, Anid, del Estado de Chile, a través de un fondo basal destinado a centros de excelencia científica.


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