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Yo quiero jugar…igual que ustedes Opinión

Yo quiero jugar…igual que ustedes

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Me quiero alejar del resultado, quiero expresar -o intentarlo al menos- que esta selección genera brillo, audacia y un camino largo por recorrer y construir. Ellas están escribiendo un capítulo maravilloso y el país debe ser consciente de cómo trabajar en mejorar y dignificar la liga femenina. Que los clubes sean profesionales en todo sentido del concepto y se despejan las diferencias que, hoy por hoy, existen entre un plantel masculino y femenino. Desde el trato, respeto y condiciones económicas hasta entender que tienen todo el derecho a crecer y desarrollarse en esta actividad.


Mis hijas juegan fútbol. Les gusta, se ven felices cada vez que entrenan o deben afrontar un partido  y en eso yo no tengo nada que ver, la elección fue de ellas. Sí reconozco que me encanta cada vez que las veo colocarse sus equipos y canilleras, porque fue la elección de ellas, libres y motivadas por sentirse iguales a sus amigos o compañeros.

Incluso, una de ellas nos contó que habían hablado con el inspector para poder tener un lugar para jugar en los recreos, tal como lo hacen sus compañeros y así, sentirse en la misma posición que los muchachos. Decidí escribir sobre esto, que están personal y de vivencia paternal, por que las mujeres en Chile empezaron a abrir un camino en el fútbol que merece respeto, dignidad, igualdad y apoyo incondicional.

Y estoy más convenido que nunca que los buenos ejemplos, las historias de esfuerzo y superación gatillan sensaciones de crecimiento, especialmente en la juventud. Por ello, el ver a la Roja Femenina cantando el himno en Rennes -primera vez que lo hacía un equipo de mujeres- fue una señal potente de todo esto.

Hay que saber y entender todo el derrotero que han debido superar este grupo de jugadoras para llegar a esta instancia de elite mundial. Simbolizan a todas esas mujeres que sienten el fútbol como una pasión, una forma de vida, una manera de ganarle a la vida y las circunstancias adversas que a veces de deben enfrentar.

[cita tipo=»destaque»]Los ejemplos mundiales están a la vista: estados Unidos, Suecia, Alemania, Noruega, China. Son potencias del fútbol femenino, porque tienen políticas deportivas fuertes en inversión, desarrollo, potenciamiento y promoción de éste. En esos países las jugadoras son profesionales en todo orden y no deben distraerse en otras actividades fuera del deporte. Estamos lejos de esa realidad, pero «La Roja Femenina» están entregando pautas claras y concretas que podemos-si es que queremos-avanzar hacia esas latitudes.[/cita]

Me quedo con una historia en particular, la de Daniela Pardo, criada en un ambiente machista y complejo, confesó que se disfrazaba de hombre para poder jugar en su barrio. Si soportar todo el rigor de esas pichangas de la calle, con los códigos propios que tiene un momento así, no es pasión y amor por el deporte, no entiendo nada. Daniela es una de las más experimentadas y laureadas jugadoras chilenas y cuando escuché su historia, se abre un amplio horizonte de empatía y comprensión.

Lo de Cristiane Ednler es sencillamente extraordinario. Otra narrativa para varios capítulos. Líder indiscutida de esta selección, llevando el nombre de Chile a los más altos equipos del mundo, como han sido Chelsea y ahora en el PSG. Pudo haberse dedicado a muchas otras actividades rentadas y de mejor valor, pero si bien tiene un interesante contrato en el club francés, optó por su pasión, por lo que ella estableció como forma de vivir el día a día y por ello, hoy es una de las mejores arqueras del mundo.

Lo que pase con Chile en el Mundial hoy es de difícil pronóstico. Se cayó ante Suecia -la octava mejor selección del planeta- y este domingo medirá fuerzas con las monarcas, las norteamericanas. Su último partido será ante la desconocida Tailandia y por qué no, con opciones de avanzar a la siguiente ronda.

Pero me quiero alejar del resultado, quiero expresar -o intentarlo al menos- que esta selección genera brillo, audacia y un camino largo por recorrer y construir. Ellas están escribiendo un capítulo maravilloso y el país debe ser consciente de cómo trabajar en mejorar y dignificar la liga femenina. Que los clubes sean profesionales en todo sentido del concepto y se despejan las diferencias que, hoy por hoy, existen entre un plantel masculino y femenino. Desde el trato, respeto y condiciones económicas hasta entender que tienen todo el derecho a crecer y desarrollarse en esta actividad.

Lo importante es que pueden seguir brindando satisfacciones al país y generar un movimiento fuerte para lograr que nuestras niñas, día a día, se interesan más en atreverse a jugar y dejar de lado celulares y computadores. Cuando como sociedad y estructura futbolística nos abramos y comprendamos ésto, podremos empezar a avanzar mucho.

Los ejemplos mundiales están a la vista: estados Unidos, Suecia, Alemania, Noruega, China. Son potencias del fútbol femenino, porque tienen políticas deportivas fuertes en inversión, desarrollo, potenciamiento y promoción de éste. En esos países las jugadoras son profesionales en todo orden y no deben distraerse en otras actividades fuera del deporte. Estamos lejos de esa realidad, pero «La Roja Femenina» están entregando pautas claras y concretas que podemos-si es que queremos-avanzar hacia esas latitudes.

En Chile hay jugadoras, hay muchas niñas que aman jugar y buscan esos espacios donde poder hacerlo. Hay que creer en ellas y darles ese trato igualitario, partiendo en el colegio, el barrio o el club deportivo. Se debe capacitar y potenciar a los técnicos, crear más torneos y ligas donde las chicas puedan desarrollarse, consolidar y profesionalizar aún más la liga. Muchas de nuestras jugadoras de la selección han partido al extranjero y eso demuestra que capacidad y calidad existen acá.

Muchas de ellas han hecho un trabajo de silencio para poder lograr un espacio en el mundo machista y muchas veces tirano del fútbol. Muchas de ellas han debido levantarse, una y otra vez, para volver a intentarlo, a pesar de puertas cerradas y tratos discriminatorios.

Este espacio de opinión hoy lo uso de manera personal y como alguien que está inmerso en el fútbol, para poder alzar la admiración a nuestras seleccionadas y a la vez, protestar para intentar provocar un giro hacia una sociedad más abierta, respetuosa e igualitaria con las mujeres.

Veo a mis hijas jugar y me siento parte de esa alegría, las veo correr y sé que están siendo felices, como Tiane Ednler, Pancha Lara o Carla Guerrero. Anhelo que no estén pidiendo ni rogando por un pequeño espacio para jugar, sino que jueguen igual que ellos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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