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La ineficacia de la cumbre climática: propuesta para una nueva modalidad de trabajo intergubernamental Opinión

La ineficacia de la cumbre climática: propuesta para una nueva modalidad de trabajo intergubernamental

Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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Ojalá estemos equivocados. A menos que ocurra un milagro, los resultados a fines de esta semana serán mediocres, no lo que la emergencia climática exige. Por supuesto, necesitamos del “acuerdo y la cooperación intergubernamental”, pero los trabajos y las negociaciones deben dar frutos a corto plazo, no al ritmo actual. Tenemos que superar pronto la inoperancia. La actual ineficacia de la COP25 es inaceptable. Más aún, si no cambia el proceso, no pasará mucho tiempo antes que presenciemos estallidos sociales cada vez más fuertes y frecuentes por todo el planeta. Sí, señores, posiblemente, ocurrirán con la misma periodicidad de los eventos climáticos extremos.


En vista de la ineficacia de los últimos 25 años para alcanzar avances significativos en las negociaciones diplomáticas y fortalecer la acción climática, resulta aconsejable buscar nuevas formas de cooperación intergubernamental, donde la ciudadanía y la comunidad científica jueguen roles más importantes. La “emergencia climática mundial”, sin duda, exige nuevas modalidades de trabajo intergubernamental más acordes con la exigencia de acciones urgentes para enfrentarla.

Las Conferencias de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) son eventos muy complejos y complicados. Por ejemplo, la actual COP25 incluye decenas de reuniones abiertas intergubernamentales paralelas para atender asuntos científicos, tecnológicos, financieros, programáticos, de género, pueblos indígenas, entre muchos otros. También comprende reuniones cerradas de grupos de contactos para consultas, negociaciones y preparar borradores a ser sometidos a la consideración y aprobación de la Conferencia de las Partes, órgano rector de la Convención.

En este espectro de demandas, las delegaciones, a no ser que sean muy numerosas, no alcanzan a cubrir medianamente bien todos estas actividades que se llevan a cabo simultáneamente con muy pocas horas de diferencia. Además, a estos eventos intergubernamentales hay que agregar otras importantes reuniones colaterales no gubernamentales, organizadas por y para la sociedad civil, empresarial, científica y ONGs ambientalistas.

En este complejo escenario, donde participan más de 20 mil personas, donde se habla en los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas, la COP25 concluyó su primera semana con escasos resultados concretos. Una notable ineficacia. Apenas hubo un elevado número de borradores de textos destinados a cerrar algunos de los elementos de la agenda de los órganos subsidiarios. Las discusiones incluyeron financiamiento, tecnología, género, “pérdidas y daños”, y metas temporales de cumplimiento comunes a todas las partes, entre otras cuestiones.

Entre los asuntos que cabe destacar figura el desacuerdo sobre un párrafo relativo a la “transición justa”. Algunos solicitaron que se agregue una referencia a «prioridades de desarrollo definidas a nivel nacional», de conformidad con el preámbulo del Acuerdo de París. Pero no hubo acuerdo. Se solicitó más tiempo para consultas. También han surgido otros desacuerdos en torno al lenguaje del preámbulo sobre los Derechos Humanos. Algunas partes insistieron en retener el lenguaje del preámbulo y eliminar un párrafo que sugiere que las partes tomen medidas «a la luz de sus respectivas circunstancias nacionales». Continuarán las consultas informales sobre este tema.

Igualmente, las partes no han podido ponerse de acuerdo sobre un párrafo acerca de la gestión y el intercambio abierto de datos climáticos. Se aceptaron, con enmiendas, párrafos sobre apoyar el intercambio de datos completo y abierto; el plan de implementación del Sistema Mundial de Observación del Clima; asegurar fondos para las necesidades mundiales de observación del clima; y el próximo Día de Información de la Tierra.

Desafortunadamente, por presiones de Estados Unidos, Rusia, China, Australia y Arabia Saudita, entre otros, las Partes acordaron nuevamente no “hacer suyas” las recomendaciones del IPCC. Las partes solo acordaron «tomar nota» de la publicación de los informes, así como de los eventos especiales del IPCC. Acordaron, hipócritamente, expresar su agradecimiento al IPCC y a la comunidad científica por la preparación de los informes.

Lo único que se logró fue manifestar que los gobiernos «tomaron nota con preocupación» del estado del sistema climático global «como se informó en el Día de Información de la Tierra 2019». ¿Qué les parece? El planeta en peligro, las olas de calor y las inundaciones aumentan, los incendios forestales están en todos lados y las partes sin vergüenza continúan negando la urgencia que reclaman los científicos del clima. Inaudito.

Las partes también divergieron fuertemente sobre si incluir referencias a la «adecuación y efectividad» de los esfuerzos para lograr el objetivo global a largo plazo en la revisión periódica de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs). Una de las Partes incluso llegó a recomendar que el resultado de la segunda revisión periódica (2025) no produzca una alteración o redefinición de la meta global a largo plazo. Las discusiones continuarán esta semana.

Este lunes se cerraban los plenarios de los órganos subsidiarios de la COP. Antes del cierre aún no había una nueva versión revisada del tema más importante de la COP25: un texto borrador que reemplace el Artículo 6 sobre la descarbonización y los mercados del carbono. Los negociadores se concentraron en el tema financiero, es decir, los medios para la implementación del Acuerdo de París, un tema crucial que seguramente tendrá resultados imprevisibles.

Una cuestión que se tendrá que examinar con detención es el enfoque que busca financiar la acción climática en proyectos concretos en terreno. Podría debilitar la idea de la cooperación subregional o regional. La discusión de fondo se centró en buscar la mejor manera de «romper la burbuja» para fomentar la colaboración de expertos tanto dentro como fuera de la Convención. Importante.

En resumen, el creciente número de instancias para debatir, otras para consultar y otras para negociar, ha comenzado a superar las capacidades de la mayoría de las delegaciones de los países en desarrollo. Muchas cosas se están tratando a medias, otras se perderán, ya que literalmente hay sobreposiciones y repeticiones, con caos y desorden. Las delegaciones desde el martes 10 al viernes 13 se preparan para largas sesiones nocturnas, y otros, a esperar orientación desde las capitales o de los ministros cuando lleguen esta semana.

Como podrá suponerse, aunque el ritmo de los trabajos ha sido frenético, el avance de la primera semana de la COP25 ha sido lentísimo. No tiene ninguna concordancia con la urgencia del problema del sobrecalentamiento global. Este es un elemento que requiere atención. Este sistema de trabajo en los foros intergubernamentales y las Convenciones de la ONU ya no sirve a los propósitos de enfrentar un problema tan grave y urgente como la crisis climática.

Este es un desafío tremendo que requiere atención urgente por parte de todos los Estados Miembros del Sistema de las Naciones Unidas y de toda la comunidad internacional. Sería muy aconsejable que la Convención establezca en Bonn, Nueva York o Ginebra un “Comité de Alto-Nivel Permanente sobre la Emergencia Climática”, con expertos representantes de todas las partes, adscritos a sus respectivas embajadas o delegaciones permanentes ante las Naciones Unidas, que se reúnan por lo menos una semana al mes, durante todo el año, hasta terminar con un programa de acción coherente y sólido.

El objetivo del Comité sería negociar e ir despachando con eficacia y eficiencia los innumerables temas pendientes que requieren ser estudiados y acordados con urgencia para hacer frente a la crisis climática. A las reuniones de este Comité de Alto-Nivel deberían ser invitados a participar otros actores, de acuerdo a su relevancia respecto a los temas a tratar y negociar, por ejemplo, a representantes de la sociedad civil, científicos, grandes y pequeñas empresas, sindicatos, entre muchos otros.

No podemos continuar trabajando como hasta ahora. Llevamos 25 COPs, o sea, tomen nota, 25 años de reuniones anuales, sin avances significativos. Un cuarto de siglo, sin determinación y, mientras tanto, se agravaba la crisis climática. Es preciso terminar con esta parsimonia diplomática que ha dilatado la acción. Lo que se requiere es superar pronto la inacción, tenemos que elevar la calidad de las COPs. Tenemos que borrar de su mente la percepción de aquellos jóvenes que, en Madrid, el viernes pasado, mostraban una pancarta con la frase “Las COPs son un fraude”.

Ojalá estemos equivocados. A menos que ocurra un milagro, los resultados a fines de esta semana serán mediocres, no lo que la emergencia climática exige. Por supuesto, necesitamos del “acuerdo y la cooperación intergubernamental”, pero los trabajos y las negociaciones deben dar frutos a corto plazo, no al ritmo actual. Tenemos que superar pronto la inoperancia. La actual ineficacia de la COP25 es inaceptable. Más aún, si no cambia el proceso, no pasará mucho tiempo antes que presenciemos estallidos sociales cada vez más fuertes y frecuentes por todo el planeta. Sí, señores, posiblemente, ocurrirán con la misma periodicidad de los eventos climáticos extremos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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