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Subsecretario: ¿cuál será, Latinoamérica o Asia? Opinión

Subsecretario: ¿cuál será, Latinoamérica o Asia?

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Según la Subrei, “el acuerdo comercial entre los países de la Alianza del Pacífico y Corea del Sur permitirá profundizar y fortalecer aún más la relación comercial actual entre los cinco países”. No, subsecretario Ahumada, lo que necesitamos es trabajar para asegurar la integración regional en América Latina y no con Asia. Posibles negociaciones y/o actualización de acuerdos existentes con Asia deberían realizarse a partir de una región unida y fortalecida. No podemos olvidar que estamos viviendo momentos críticos en el orden internacional establecido, que es desafiado desde diferentes frentes, y nosotros seguimos a la espera, involucrándonos en nuevas distracciones de baja prioridad y –aparentemente– sin un objetivo y dirección claros. Tengo la impresión de que, en medio de múltiples objetivos, perdimos el “foco” en las relaciones económicas internacionales y comerciales. ¿Me equivoco?


Nadie puede ignorar que estamos en un momento de transformaciones geopolíticas y económicas de nivel global y –además– muy profundas. Por ello, el anuncio de nuevas negociaciones comerciales de Chile en Asia sorprende y es preocupante. Al respecto, la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) anunció en su portal, el inicio de negociaciones “para alcanzar un Tratado de Libre Comercio entre la Alianza del Pacífico y Corea del Sur, que permitirá que este país asiático pueda convertirse en Estado Asociado de la Alianza del Pacífico …” (Subrei, 23 de junio, 2022). Sin embargo, el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (su revisión), la ratificación del TPP-11 y una propuesta concreta para la “Integración Regional” siguen esperando. Y este último está en el programa presidencial. ¿Por qué Corea y no los otros acuerdos? ¿Hacia dónde propone llevarnos, subsecretario?

Francamente, la Cancillería no cesa de sorprender y confundir con sus zigzagueantes decisiones. A no ser que no haya visto o escuchado información relevante, tengo la clara impresión de que la iniciativa recién anunciada se aparta de todo lo que se nos ha dicho en materia comercial por esta administración. Para empezar, el candidato Gabriel Boric nos dijo, durante su campaña, que: “Se revisarán los procesos de evaluación y suscripción de tratados comerciales para permitir procesos democráticos de participación… [para agregar que la Subrei…] “deberá revisar los acuerdos comerciales que estén en vigencia para evaluar su pertinencia en el marco de un nuevo modelo de desarrollo turquesa (verde y azul), feminista y descentralizados, evaluando que a su vez que dichos acuerdos estén en línea con los procesos de integración latinoamericana …” (Programa Boric Presidente, página 66, mi énfasis). Esto ha sido reiterado por el subsecretario en más de una ocasión.

Antes de comprometernos a esta nueva negociación, ¿realizó la Subrei una “revisión” –con participación ciudadana– de los logros de la Alianza del Pacífico y/o del acuerdo con Corea? No recuerdo haber visto o escuchado nada a ese respecto. Más aún, ¿se hizo un estudio del posible impacto del acuerdo propuesto? Nada por acá. La única información pública disponible en materia de evaluación de estos “acuerdos” son estudios de la Subrei, en especial, del TLC con Corea (diciembre de 2021) y folletos informativos sobre la Alianza del Pacífico (2021) y del TLC con México (2020). Curioso, pues tenía entendido que los estudios deberían realizarse periódicamente y que son de conocimiento público. De hecho, la Subrei exhibe documentos relativamente recientes, de los TLC con India, Ecuador, UE, Canadá; Mercosur; y EE.UU., este último muy voluminoso.

Una rápida mirada a información comercial disponible, indica que cualquier intento de “profundizar” los acuerdos de la Alianza del Pacífico o con Corea, ya sea directamente o vía la “asociación” de este último, requerirá como mínimo de un estudio profundo que permita una nueva “fórmula” para estos acuerdos. En la actualidad, ambos aportan muy poco a los cambios estructurales propuestos en el programa del candidato y actual Presidente de la República.

Si bien Chile mantiene una balanza comercial positiva con Corea (2.472 millones de dólares, promedio anual 2012 – 2021), llama la atención que se intente negociar un nuevo “acuerdo”, junto a los países de la Alianza, dadas: 1) La estructura y características de las exportaciones de Chile a Corea; 2) La balanza comercial deficitaria que mantiene Chile con la Alianza del Pacífico; y 3) La participación de México. Al respecto, es necesario recordar que nuestras exportaciones a Corea consisten en un puñado de productos –principalmente minerales y metales– que representan el 81% de los envíos (3.490 millones de dólares, promedio anual). El resto es un número limitado de alimentos, productos agrícolas y productos de origen forestal (803 millones de dólares, casi el 19%). Además, el valor de los envíos a Corea se ha mantenido casi estable durante la última década, fluctuando en torno a los 4.312 millones de dólares, al mismo tiempo que nuestras exportaciones al mundo crecieron de 78.063 millones de dólares, a más de 89.842 millones de dólares durante el mismo período (Base de datos ONU-ITC). Con la Alianza del Pacífico, tenemos un déficit comercial de 992 millones de dólares (promedio anual, 2012 – 2021), aun cuando con Perú mantenemos un superávit de poco más de 384 millones de dólares.

México merece una mención especial. Para empezar, México y Corea han intentado por años negociar un TLC. Luego de suspender las negociaciones en el 2006, el último intento fue en el 2008. Y ahora, el 2 de marzo pasado, el Gobierno de México anunció que ambos gobiernos alcanzaron un acuerdo para negociar un TLC. En la ocasión, ambos países habrían indicado que están interesados en negociar un acuerdo por cualquiera de las “vías” disponibles: un TLC bilateral, la Alianza del Pacífico o el TPP-11 (Corea habría postulado) (Gobierno de México, Comunicado No. 010, 2 de marzo; y El Economista, 23 de marzo). ¡Por lo menos ahora ya sabemos quiénes están interesados en esta nueva negociación!

La dependencia de la economía mexicana del comercio con los Estados Unidos agrega un nuevo factor de complejidad a la negociación del acuerdo. En los últimos 10 años, el 79% de las exportaciones de México tuvieron como destino el mercado de los EE.UU., seguido –desde muy lejos– por el de Canadá (2,8%) y China (1,6%) (promedio anual). Corea recién aparece en el onceavo lugar, con menos del 1%. Tal vez lo más relevante, no obstante, es el alto grado de integración que existe entre diversas industrias en el mercado de Norteamérica. Así, hoy en día, más allá de las “declaraciones de intenciones”, en materias de comercio, las “lealtades” de México están –sin duda– con el USMCA. Por décadas, México ha estado intentado “despegarse comercialmente” de los EE.UU., pero el progreso ha sido limitado y lento, a pesar de varios TLC ya negociados. La Alianza del Pacífico y el posible acuerdo con Corea no son sino un nuevo intento en esa dirección.

Por ahora, no sabemos si se realizó una evaluación de los tratados involucrados y de su posible impacto. Parecería que no. En todo caso, el acuerdo propuesto se aparta del proceso de integración regional latinoamericano, tampoco favorece los objetivos de cambio del modelo de desarrollo, ni la puesta en marcha de una política comercial verde y turquesa. Todos objetivos destacados en el programa del candidato Boric. Tampoco se perciben claros beneficios comerciales o, al menos, no han sido publicitados. Más importante, esta negociación será una distracción para una posible propuesta de “integración regional” y de otras medidas urgentes, de revisión de la deficiente gestión y de la institucionalidad de apoyo de los acuerdos ya existentes

Según la Subrei, “el acuerdo comercial entre los países de la Alianza del Pacífico y Corea del Sur permitirá profundizar y fortalecer aún más la relación comercial actual entre los cinco países”. No, subsecretario Ahumada, lo que necesitamos es trabajar para asegurar la integración regional en América Latina y no con Asia. Posibles negociaciones y/o actualización de acuerdos existentes con Asia deberían realizarse a partir de una región unida y fortalecida. No podemos olvidar que estamos viviendo momentos críticos en el orden internacional establecido, que es desafiado desde diferentes frentes, y nosotros seguimos a la espera, involucrándonos en nuevas distracciones de baja prioridad y –aparentemente– sin un objetivo y dirección claros. Tengo la impresión de que, en medio de múltiples objetivos, perdimos el “foco” en las relaciones económicas internacionales y comerciales. ¿Me equivoco?

Sugiero “revisitar” y “aterrizar” los objetivos y principios esbozados en materia de relaciones económicas internacionales y de comercio en el programa de la candidatura presidencial, con el fin de establecer prioridades claras y el “foco” de estas actividades. Las grandes potencias ya pusieron sus cartas sobre la mesa y nosotros debemos responder a ese desafío.

El programa de la candidatura presidencial entrega las principales definiciones, pero debemos darle un foco claro y realista: sugiero dirigir nuestros esfuerzos a la integración regional, centrados en el sistema silvoagropecuario y alimentario, y dirigido a la formación de un Mercado Común Agroalimentario, como la base de un proceso más amplio de integración, liderado por Sudamérica. Hay varios motivos para centrarse en este sector. Los principales pueden resumirse en que, por una parte, este es el sector económico con el mayor dinamismo y nivel de interacción e integración regional, vía el intercambio comercial y, por la otra, que es el sector económico de mayor cobertura regional a nivel país, permitiendo la efectiva integración de las regiones al proceso de desarrollo.

Trabajar en este sector permite, además, avanzar simultáneael cumplimento de otros objetivos del programa, como la seguridad y soberanía alimentaria, la integracimente en ón de las pymes rurales a las cadenas de comercialización y exportación, la formación de cadenas productivas agroindustriales para agregar valor a las exportaciones, así como la protección del medioambiente y la mitigación de la crisis climática, entre otros.

¿Nos dará el ancho? No será fácil, pero debemos intentarlo para enfrentar los desafíos que se vienen, con una América Latina más fuerte y unida. Desunidos, nos “hundiremos”. ¿No es así, Presidente?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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