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Innovación y carrera directiva: un antídoto para el sistema educativo Opinión

Innovación y carrera directiva: un antídoto para el sistema educativo

Erick Caballeri y Consuelo Iturrieta
Por : Erick Caballeri y Consuelo Iturrieta Director Liceo Ciudad de Brasilia, Pudahuel; Coordinadora de Incidencia Pública de Educación 2020, respectivamente.
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Para avanzar hacia una mejor gestión de las expectativas y el necesario apoyo a su labor, urge una carrera directiva para Chile, que atraiga a personas idóneas al cargo y les otorgue una ruta posible de desarrollo. Una carrera directiva que promueva la formación y el desarrollo de capacidades de liderazgo que permitan impulsar y sostener la innovación educativa en las escuelas y liceos de nuestro país, estableciendo las condiciones necesarias para movilizar a las comunidades hacia una cultura escolar centrada en los y las estudiantes. De lo contrario, la innovación seguirá dependiendo solo de voluntades y los aprendizajes adquiridos corren el riesgo de quedar como una linda anécdota de innovación en tiempos de crisis.


El 2022 ha traído consigo el desafío de volver a la presencialidad en las escuelas, luego de dos años interrumpidos y críticos, marcados por el distanciamiento físico, el agobio y la necesidad manifiesta de un enfoque integral de la educación. Las comunidades educativas y actores de la sociedad civil a lo largo de Chile y el mundo hemos continuado en la búsqueda de distintas maneras para que los y las estudiantes puedan retomar sus trayectorias de aprendizaje y, por sobre todo, encontrar en la escuela un lugar seguro y de bienestar.

Desde ya podemos relatar aprendizajes, que al igual que el 2020 y 2021, nos llevan a hablar de innovación educativa como una respuesta relevante y posible. Sin embargo, la reflexión principal debe centrarse no solo en compartir y/o destacar estas prácticas innovadoras, sino también en analizar cómo podemos incorporarlas de forma definitiva en los procesos pedagógicos de las escuelas. Para esto, es necesario generar preguntas a nivel sistémico que puedan aportar a esta reflexión, tales como: ¿qué enseñanzas nos dejan la priorización curricular y el uso de evaluaciones socioemocionales? ¿Qué análisis hacemos del trabajo de autoevaluación? ¿Qué efectos tiene en el aprendizaje disminuir las horas pedagógicas y aumentar las horas no lectivas de docentes?

Hemos experimentado que la innovación no emerge solo por buenas intenciones o por el mero esfuerzo de una persona. El profesorado no puede hacer el trabajo solo. Las directoras y los directores debemos aprender a promover y distribuir el liderazgo, generando condiciones y movilizando a las comunidades educativas para que las innovaciones puedan desarrollarse como una respuesta ante las múltiples necesidades y cambios que necesita el sistema educativo.

El rol de las directivas y los directivos debe avanzar hacia liderar, gestionar y apoyar acciones de innovación educativa, promoviendo la participación, colaboración, creatividad y formación de los y las docentes para enfrentar de manera colectiva el desafío que implica esta transformación.

La reciente evidencia recopilada por The Wallace Foundation (2021), que buscó actualizar los hallazgos del 2004 de Kenneth Leithwood y su equipo, señala que el efecto de las directoras y los directores en el aprendizaje de niños y niñas es aún mayor de lo que se había estudiado y corroborado desde entonces. Sin embargo, existe una tensión entre las altas expectativas puestas sobre ellos respaldado por la evidencia nacional e internacional y el bajo apoyo político y social que se observa para poder cumplirlas.

Para avanzar hacia una mejor gestión de las expectativas y el necesario apoyo a su labor, urge una carrera directiva para Chile, que atraiga a personas idóneas al cargo y les otorgue una ruta posible de desarrollo. Una carrera directiva que promueva la formación y el desarrollo de capacidades de liderazgo que permitan impulsar y sostener la innovación educativa en las escuelas y liceos de nuestro país, estableciendo las condiciones necesarias para movilizar a las comunidades hacia una cultura escolar centrada en los y las estudiantes. De lo contrario, la innovación seguirá dependiendo solo de voluntades y los aprendizajes adquiridos corren el riesgo de quedar como una linda anécdota de innovación en tiempos de crisis.

Recientemente, el Ministerio de Educación publicó el documento “Impulsando el Cambio de Paradigma: Horizontes de transformación educativa para el Chile del siglo XXI”, el que si bien valoramos, nos preocupa la ausencia de un apoyo decidido hacia el desarrollo y profesionalización del liderazgo directivo. La buena noticia es que hace pocos días, en el seminario virtual organizado por C-Líder, la directora del CPEIP, Lilia Concha, afirmó que en el primer semestre del 2023 se espera presentar un proyecto de ley de carrera directiva.

Por lo mismo, desde la Red de Directoras y Directores por la Innovación Educativa, que coordinamos entre directores(as) y Fundación Educación 2020, invitamos a los(as) tomadores(as) de decisión a generar espacios participativos de construcción de propuestas, que permitan impulsar la política nacional y local, avanzando en el desarrollo de liderazgos orientados a convertir la innovación en un antídoto que permita mejorar nuestro sistema educativo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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