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Subsidiariedad: el justo y necesario equilibrio Opinión

Subsidiariedad: el justo y necesario equilibrio

Una empresa, así como cualquier organización, con o sin fines de lucro, puede emprender acciones concretas que apliquen este principio promoviendo espacios de participación, decisión, colaboración y creatividad.


En este tiempo de reformas y replanteamientos, el principio de subsidiariedad y su aplicabilidad han tomado un lugar relevante en el debate. Es bueno que así sea, ya que este principio nos recuerda la necesidad de conciliar la necesaria ayuda a los más vulnerables en la sociedad, con el debido respeto a la libertad y autonomía de las personas, ya sea individualmente como organizada en la sociedad civil.

La subsidiariedad bien aplicada trae una serie de consecuencias virtuosas, como el respeto a la dignidad de todas las personas, la promoción del bien común y el desarrollo integral. Promueve la solidaridad sin caer en asistencialismos, la participación responsable, el fortalecimiento de la organización social y, bien aplicado, permite obtener servicios y bienes públicos de calidad (educación, salud, vivienda, seguridad social, etc.).

El Estado tiene, sin duda, un importante rol subsidiario, pues cuando las personas y la sociedad civil organizada no lo pueden hacer, y es necesario para el bien común, entonces debe ir en su ayuda (lo que también a la vez es un rol solidario) otorgando los servicios y bienes a la población. Es importante que, al hacer esto, el Estado no pase a llevar la libertad y autonomía de las personas y de los cuerpos intermedios, como la familia, los emprendimientos, las empresas, los establecimientos educacionales, las ONG, etc. Un Estado que se extralimita y va más allá de sus funciones propias ahoga o entorpece la iniciativa privada, social e individual, y corre el riesgo de tornarse en una tiranía.

Pero el principio de subsidiariedad no se aplica solamente al Estado, también se puede y debe aplicar al interior de cada empresa y a cómo se organiza el trabajo en su interior. También en la familia, ya que la labor de los padres les demanda aplicar esta noción permanentemente con sus hijos a medida que van creciendo y desarrollándose.

Una empresa, así como cualquier organización, con o sin fines de lucro, puede emprender acciones concretas que apliquen este principio promoviendo espacios de participación, decisión, colaboración y creatividad. Apostar por las personas, conciliar la libertad con el bien común, ese es el justo y necesario equilibrio que se logra con el principio de subsidiariedad.

Ignacio Arteaga Echeverría
Director USEC

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