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Atención con la deuda externa Opinión

Atención con la deuda externa

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«Esperar que el crecimiento económico o una reducción fiscal ayuden en un futuro a resolver un ‘tema’ relacionado con la deuda externa es iluso. Las alternativas relacionadas cpn inflación y contracción financiera deben descartarse, ya que los actuales niveles de competitividad chilenos generarían costos importantes a nivel de consumidores, logrando que el remedio sea peor que la “enfermedad”. Por ello, la deuda externa chilena puede catalogarse como un potencial problema para Chile».


Al igual que las personas naturales, las economías y países deben observar periódicamente sus niveles de deudas. Y a lo largo de la historia moderna, la deuda externa ha sido sinónimo de problemas actuales o potenciales. Pero problemas a final de cuentas.

Según informa el Banco Central, la deuda externa chilena al primer trimestre de 2016 corresponde a 67.6% del Producto Interno Bruto nominal (PIB). Como referencia, en 2011 estos pasivos representaban aproximadamente un tercio del PIB (36.5%).

Lo anterior ha significado a que en dos años Chile es el noveno país que más ha incrementado su nivel de compromisos con el exterior. Desde 2013 a 2015 la deuda externa chilena creció un 15.7%, de acuerdo a cifras del Banco Mundial (BM). Siendo superada solo por países como Brasil, Filipinas, Colombia, Indonesia, Costa Rica o Perú, entre otros.

Por otra parte, las principales economías del mundo reman en el sentido contrario. Es así como Holanda, Irlanda, Francia, Reino Unido, Suecia o Alemania han logrado una caída de sus niveles foráneos de deuda en el mismo período.

Mirar a futuro

De acuerdo a un informe publicado por Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff (Reinhart y Rogoff, 2013), este tema debe ser tomado con extremo cuidado, ya que la historia moderna ha entregado múltiples ejemplos de crisis cuya génesis corresponde a la deuda externa. “Bajo el escenario de una crisis, los límites entre deuda pública y privada pueden llegar a ser difusos”, señalan en su reporte. Es importante recordar que fueron instrumentos de deuda privado y público los que jugaron un papel protagónico en las últimas dos crisis mundiales nacidas en EE.UU. y Europa, respectivamente.

El problema de lo anterior no es el actual nivel de pasivos con el exterior. Si lo comparamos con otras economías en desarrollo o desarrolladas, Chile muestra “sanos” niveles de deuda (basta solo mirar a algunos países de Europa). No obstante, y como la crisis económica de 2008 nos enseñó, lo importante es monitorear y señalar futuros focos de conflicto. Cómo contener o disminuir estos niveles de deuda es la gran pregunta.

Reinhart y Rogoff detallan cuatro herramientas que una economía podría utilizar para disminuir sus niveles de deuda externa: mediante crecimiento económico, un ajuste Fiscal o políticas de austeridad como las aplicadas en Grecia recientemente, declarar un default explícito (o una reestructuración de la misma deuda) y/o niveles sorpresivos de inflación.

¿Crecimiento? Según el BM las proyecciones de crecimiento chileno para los próximos tres años serían 2.4% para el presente, 2.9% para el siguiente y solo 3.1% en 2018. Es decir, un crecimiento mediocre del producto que da cuenta de un futuro poco alentador. ¿Medidas de austeridad cómo alternativa? Recientemente el Gobierno resolvió un ajuste fiscal. Difícil proyectar una nueva negociación política de la misma índole pero de mayor calibre en el corto plazo. Menos aún si la agenda actual va en el sentido de un Estado más grande e involucrado en áreas como educación y salud.

Por ende, esperar que el crecimiento económico o una reducción fiscal ayuden en un futuro a resolver un “tema” relacionado con la deuda externa es iluso. Las alternativas relacionadas con inflación y contracción financiera deben descartarse, ya que los actuales niveles de competitividad chilenos generarían costos importantes a nivel de consumidores, logrando que el remedio sea peor que la “enfermedad”. Por ello, la deuda externa chilena puede catalogarse como un potencial problema para Chile.

No es la intención de esta columna poner un foco negativo en lugares donde no los hay. No aportaría al debate. Sin embargo, es importante aprender las lecciones de la historia. Y si algo ha enseñado esta, es que adelantarse a los hechos genera dividendos positivos y evita grandes conflictos. La deuda externa hoy no es un problema en sí mismo, pero como toda deuda que va creciendo, si no es manejada adecuadamente es una potencial fuente de crisis.

Matías Estay Landaeta
Economista

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