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Los afilados cuchillos de la política argentina dejan bien preparado a Francisco para la tarea papal


El cardenal Jorge Mario Bergoglio se prepara para dirigir una Iglesia Católica golpeada por escándalos de abuso sexual y acusaciones de corrupción, tarea para la cual los afilados cuchillos de la política argentina lo habrán preparado bien.

El primer Papa no europeo en más de 1.200 años chocó con frecuencia como arzobispo de Buenos Aires con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, al criticar el desempeño de su gobierno en lo relativo a combatir la pobreza y encabezar protestas contra la propuesta de la mandataria de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El sacerdote jesuita de 76 años también tuvo que defenderse de acusaciones de complicidad con la dictadura militar del país de 1976-1983, a cuyos líderes llevaron a juicio Fernández y su extinto esposo y predecesor, Néstor Kirchner.

“Hay que elegir un Papa que acepte los desafíos, y él pudo resistir ataques gratuitos durante 10 años”, dijo en entrevista telefónica Sergio Bergman, un rabino de Buenos Aires que trabajó con el nuevo Papa durante dos décadas. “Pienso que eso se tuvo en cuenta cuando se lo eligió”.

Las tensiones con Bergoglio derivan de lo que Fernández y Kirchner consideraban la crítica injusta por parte de la iglesia de la forma en que reconstruyeron la economía argentina luego del derrumbe de 2001.

En 2005, Kirchner rompió con una tradición de casi dos siglos por la cual los presidentes argentinos conmemoran la primera revolución independentista contra España en una misa especial en la Catedral de Buenos Aires, y optó por una celebración en una provincia del oeste del país.

En la misa del año siguiente, Bergoglio criticó “el exhibicionismo y los anuncios estridentes”, algo que el gobierno peronista de Kirchner tomó como una velada crítica a sus políticas.

Matrimonio homosexual

El mayor enfrentamiento de Bergoglio con Fernández se produjo en 2010, cuando éste encabezó las protestas contra la propuesta gubernamental de convertir a Argentina en el primer país latinoamericano en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo. Bergoglio dijo que el plan de Fernández no era “sólo una cuestión política, sino que se proponía destruir el plan de Dios”.

“En el plano político, el gobierno argentino siempre lo vio con desconfianza”, dijo Rosendo Fraga, un analista político en Buenos Aires. “En las oficinas del gobierno hubo un suspiro de alivio cuando hace poco dejó de estar al frente del episcopado”, el cuerpo de obispos de Argentina.

Las relaciones también son tensas como consecuencia de la presunta conexión de Bergoglio con el secuestro en 1976 de dos sacerdotes activistas que se encontraban bajo su supervisión, acusaciones que Bergoglio rechazó al decir que su reunión con dos miembros de la junta gobernante, Emilio Massera y Jorge Videla, tuvo por objeto buscar la liberación de los sacerdotes.

Bergoglio proyecta una imagen de humildad acorde con las enseñanzas de su orden jesuita y de uno de los santos más venerados de la iglesia, el sacerdote del siglo XIII Francisco de Asís.

Sigue viajando en medios de transporte públicos en la capital argentina y es seguidor del club de fútbol San Lorenzo de Buenos Aires. Poco después de convertirse en arzobispo hace más de 10 años, lavó los pies a 12 enfermos de Sida. En lugar de encargar nuevos atuendos ceremoniales cuando fue ordenado cardenal en 2001, hizo modificar el vestuario de su predecesor, informó el diario La Nación.

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