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Opinión: Nadal, en caída libre (pero siempre le queda París)

Opinión: Nadal, en caída libre (pero siempre le queda París)

Andrés Alburquerque
Por : Andrés Alburquerque Periodista El Mostrador Deportes
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El español sufre su peor etapa desde que accedió a la élite del tenis mundial. Por primera vez en 10 años salió del Top-5 (está séptimo) y si no revalida su título en Roland Garros, podría quedar al borde de salir de los Top-10.


En la película Casablanca, ese clásico de Michael Curtiz, estrenado a fines de 1942, Rick Blaine (Humphrey Bogart) se despide en el aeródromo de Casablanca de Ilsa Lund (Ingrid Bergman) con un romántico “siempre nos quedará París”.

El personaje evocaba así sus mejores recuerdos, cargados de sueños y de triunfos. A esos sueños precisamente tendrá que apelar Rafa Nadal cuando comience su aventura en la arcilla parisina de Roland Garros, el segundo Grand Slam del año y que le ha dado los mejores triunfos, las mayores alegrías.

Y vaya que los necesita, después de que la semana pasada cayera por primera vez en una década de los Top-5 y se situara séptimo, lugar que no ocupaba desde el 2 de mayo de 2005 (cuando iba en alza y estaba cerca de cumplir 19 años).

Esta ha sido la peor temporada del español desde 2004. Eso dicen los números, poco acostumbrados a ser tan crueles con el manacorí. Es que después de estar una década completa en la cima del tenis, Nadal no puede ocultar que no es el mismo jugador de antaño.

De hecho, es la primera vez que el español pierde cinco partidos en polvo de ladrillo en una misma temporada desde 2003 (cuando perdió en ocho torneos). Y es, además, la primera vez que acudirá a Roland Garros sin haber ganado al menos un torneo en la gira europea de tierra batida.

Su único título del año lo consiguió en Buenos Aires, cuando en febrero le ganó a Juan Mónaco para alzar la copa. Y la crisis la asume hasta el propio Rafa: “Obviamente hoy no soy tan bueno como era. Ahora no gano tantos partidos como lo hacía en el pasado, pero la vida continúa”, reflexionó.

El español esperaba hacerlo mejor en la arcilla, después de que el año pasado estuviese en dique seco más de tres meses, debido a una rebelde lesión en la muñeca y una apendicitis, pero perdió en Río de Janeiro (ante Fabio Fognini), Monte Carlo (Djokovic), Barcelona (Fognini), Madrid (Murray) y Roma (Wawrinka), los últimos, cuatro de sus torneos favoritos.

“Esto no es un desastre”, opinó el nueve veces campeón del Abierto de Francia, y rechazó la opción de cambiar de entrenador (su tío Toni Nadal). “Si las cosas no salen bien es porque no estoy jugando bien, no por el entrenador”, y luego afirmó que jamás lo despediría: “No olviden que Toni es más mi tío que mi entrenador”.

Lo que sí cambió Nadal fue su raqueta. Ahora -desde Monte Carlo- utiliza la Babolat Aero Pro Drive Play 2016, que mantuvo intactas las dimensiones y la estructura del marco, pero cambió la distribución de los agujeros, para ganar separación entre las cuerdas y, con eso, un contacto superior más amplio entre la cuerda y la pelota.

“Se amplía así el punto ‘dulce’ y se gana fricción entre las cuerdas, lo que genera más potencia y mayores efectos”, explica Xavi Segura, el encordador del equipo español de Copa Davis.

Al mismo tiempo, la nueva raqueta le hace perder precisión, control sobre sus golpes, lo que se ha notado, aunque sería algo injusto atribuirlo al cambio del implemento.

Lo cierto es que la pista parece ponérsele cuesta arriba, quizás porque su tenis siempre fue de mucha fortaleza física, y eso es, justamente, en lo que ha flaqueado en el último año. Por primera vez se le encuentran debilidades sobre tierra batida. Que sus tiros no son tan potentes, que ha perdido movilidad, que no encuentra las líneas más que por fuera del rectángulo.

Y, lo peor, es que ha perdido instinto asesino y esa fortaleza mental que lo hacía dar vuelta partidos que parecían irremediablemente perdidos. Este Nadal no tiene la regularidad precisa ni el golpe de nocaut que generaba con su juego.

Muestra desconfianza, temor, elije mal las jugadas cuando está en aprietos.

El gran Roger Federer dijo hace unos días que nada de eso es extraño para los mejores tenistas: “Sé lo que es sentirse seguro o inseguro, y les impresionaría escuchar las veces que dudamos de nosotros mismos. Cualquiera que diga lo contrario, miente”, apuntó el suizo, quien tiene a Nadal como favorito para Roland Garros.

“Digan lo que digan, Rafael es el favorito para el Abierto de Francia. Y cómo no, si no lo ha perdido en 10 años”, remachó Federer.

El canadiense Milos Raonic, quien lo eliminó en Indian Wells, considera que Nadal “es demasiado bueno para recibir tantas críticas. A un campeón de nueve Roland Garros y 14 títulos de Grand Slam no se le critica. Estoy seguro de que muy pronto Rafa va a demostrar a la gente la clase de campeón que es. Y probará a sus críticos que estaban equivocados”.

El año pasado, Nadal llegó a la tierra parisina con un solo título sobre la arcilla europea (el logrado en Madrid, ante Kei Nishikori), pero igual en Francia derrotó en la final a Djokovic. Esta vez, cuesta abajo, habrá que esperar para ver si pierde hasta quedar cerca de caer de los Top-10 o termina haciendo más grande su leyenda.

Total, crédito tiene de sobra, sobre todo porque -como a Bogart- siempre le quedará París.

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