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Melyna Montes:  “Preocupa que una niñita quiera que la llamen Paty Fácil” PAÍS

Melyna Montes: “Preocupa que una niñita quiera que la llamen Paty Fácil”

La recientemente elegida “lideresa” del Women Economic Forum y quien no deja Bajos de Mena sabe mejor que nadie lo que significa nacer y crecer en pobreza. En esta entrevista habla sobre el riesgo que corren los niños, niñas y jóvenes cuando salen del colegio y quedan largas horas a su suerte.


Fue hace unos meses. Había logrado cumplir el sueño del auto propio. Nuevo, del año, de paquete, con asientos de cuero y aire acondicionado. “Un chino atómico”, un MG. Andaba en él recogiendo unos diseños de los grafiteros de Bajos de Mena que son parte de 1KO, el emprendimiento que dirige. Eran las 11 de la noche. De pronto, Melyna Montes (50), la “lideresa” social de ese rincón desprovisto de todo en Puente Alto, se vio en medio de una encerrona, sacada violentamente del auto y con una pistola en la sien.

–Eran cuatro fulanos jóvenes. Yo no opuse resistencia, me bajé de inmediato, entregué las llaves y me concentré en mirar al que me apuntaba con la pistola. De repente, otro me reconoció por mi trabajo en Bajos de Mena. Les decía cuestiones puntuales a los demás. Que yo había ayudado a la abuelita de no sé quién, que había llevado mercadería en pandemia a los blocks de no sé dónde y otras cuestiones puntuales. Había otro, bien drogado, que gritaba: Mátala, dispárale, mátala. No sé cuánto duró, pero de repente el de la pistola me devuelve las llaves y me dice: Raja, ándate. No tuve ni tiempo de darle las gracias. Sólo vi por el retrovisor cómo se quedaban peleando, mientras yo aceleraba a perderme en medio de la noche.

Desde entonces, prescindió del auto, que hoy usa su socio en 1KO. Ella prefiere andar en el furgón de siempre o moverse en el Metro desde la Plaza de Puente Alto, porque Melyna, siguiendo los pasos del difunto Zalo Reyes, no se cambia de barrio. Ahora está con nosotros en Hora de Conversar, el programa que hacemos vía streaming desde el Hogar de Cristo. No la veíamos desde la pandemia. En esos días aciagos, se enfocó en organizar las ollas comunes de Bajos de Mena.

Ahora es otra.

No sólo ha bajado 60 kilos, “con lo cual me quité cinco enfermedades de base de encima”, sino que recuperó la visión y reconoció la diversidad de los colores. Esto debido a que uno de los beneficios colaterales de su operación de los ojos fue descubrir que siempre fue daltónica.

Con ayuda de la empresaria Alejandra Mustakis, la reportera de un canal de TV vecinal que saltó a la fama cuando no dejó de transmitir en medio de una balacera en un centro comunal, hoy multiplica su acción social. Es, como dice ella, facilitadora de que artesanas y grafiteros de Bajos de Mena logren vender sus productos de arte, ropa y decoración en Falabella. A esto suma La Vitrina TV, el canal donde es la principal estrella; Mely Producciones, que se dedica a la banquetería y organización de eventos; y charlas motivacionales donde a partir de su propia experiencia de pobreza y vulnerabilidad, demuestra que se puede salir adelante. E inspirar a otros.

–A mí me da vergüenza recordar esos tiempos, pero yo fui líder de una banda de seis delincuentes que salíamos a cogotear, a asaltar, a robar, para conseguir la droga. Yo me preocupaba de que la nueve milímetros no estuviera cargada, que sólo intimidara, que no fuéramos a matar o a herir a nadie. Pero sí: yo asalté, robé y dañé a otros.

–¿Ha cambiado la delincuencia desde esos tiempos en que tú salías a cogotear a los tiempos actuales en que vemos tanta violencia y ensañamiento?

–Claro que sí, porque en ese tiempo había ciertos códigos que se respetaban. Por ejemplo, nosotros sólo les robábamos a los hombres y a mí me daba mucha vergüenza asaltar a una mujer, pero cuando lo hacía era para robar cosas muy menores: un arito, una cadena. Y nunca golpeábamos a nadie. Menos a un adulto mayor. Eso jamás. Hoy vemos cómo se patea en el suelo a los viejos, cómo se provoca daño físico, cómo se actúa con crueldad. Se han perdido códigos de una cierta ética, aunque suene raro decirlo así.

–¿A qué atribuyes ese cambio?

–Yo siento, por lo que veo a diario, que esto tiene que ver con que los jóvenes y los niños están creciendo solos. Las madres tienen que ir a trabajar muy lejos, levantarse muy temprano. En Bajos de Mena, a las 5 de la mañana los paraderos están llenos de mujeres trabajadoras que parten a sus empleos, dejando a sus niños solos. Y la figura paterna casi no existe. Son dos horas de ida y dos horas de vuelta, un esfuerzo tremendo, y los hijos quedan librados a su suerte. El colegio los refugia unas horas, pero el resto del día, ¿qué? Hoy los delincuentes se ensañan con las mujeres porque ven en ellas a sus madres que los han abandonado. Ellos no entienden que ellas trabajan por ellos, para que coman, para que se eduquen, pero eso significa dejarlos solos.

AUTO REHABILITACIÓN FORZOSA

Melyna, que es madre de tres hijos, recién durante la pandemia terminó su enseñanza media. Ella dejó el colegio y vino a emplearse en una casa particular con una hija en brazos y otro en camino, a Santiago desde Parral. Así lo recuerda: “Cuando llegué a la casa en Las Condes, la señora me dijo que no me podía recibir, porque mi niña se podía ahogar en la piscina. Así, terminé en la calle, viviendo en una esquina, en la mampara de un local. Ahí empecé a comer de la basura hasta que me activé y vi que a mi alrededor había gente vendiendo bebidas, limpiando parabrisas, ofreciendo chocolates. Descubrí qué es ser emprendedora y me convertí en comerciante ambulante. También descubrí la violencia de la calle, que es mucho mayor para las mujeres. Yo siempre tenía botellas de vidrio a mano, para quebrarlas y poder defenderme con ellas”.

Una noche fría de 1998, cuenta que le clavó “una botella en el brazo a uno de esos hombres que llegaban a violentarme. Ahí comprendí que la noche siguiente sería peor y me cambié de sector. Me instalé en Franklin en un banco de una plaza. Ahí, yo colocaba cartones, que eran de las mismas cajas de los productos que vendía. Me sentaba con mi hija de 5 años entre las piernas y con mi bebé de 15 días de nacido recién nacido en los brazos, y nos cubríamos con nylon. Fue entonces cuando una comerciante ambulante me dijo que en Bajos de Mena había unos departamentos desocupados”.

Mely hizo soberanía en un block abandonado de la población Cerro Morado, de Bajos de Mena, Puente Alto, donde aún vive. En medio de lluvias torrenciales, la sorprendió una reportera de Canal 13 ese inclemente.

En un espacio sin luz, muebles, comida, sola con sus dos hijos, hizo su primera aparición televisiva. Tenía 22 años y una cara de niña conmovedora. “Al día siguiente de mi aparición en la tele, llegó una señora del Hogar de Cristo a ayudarme. Me llevó a una bodega de la fundación y me dijo que escogiera lo que necesitaba para el departamento: colchón, cama, sábanas. Fue la primera vez que tuve ropa blanca propia”, dice ahora, toda glamorosa con su mini negra con flecos, su polera de plush azulina y sus zapatos de tacón en juego.

–En dos días cumpliré 50 años. Entonces tenía 22. Después de eso, hice maldades. Muchas maldades. Caí en el consumo de drogas. Consumía lo que fuera: jarabes, líquido de encendedores, chicota, pasta base, marihuana, cocaína. Todo lo que llegara a mis manos con tal de perder la conciencia.

Mely llegó a esa etapa oscura cuando descubrió el engaño del padre de sus hijos con su mejor amiga, en la misma semana en que uno de sus hermanos murió. Su mamá se había llevados a sus nietos de vuelta a Parral, y asegura que su único escape fue el consumo. 

“Me dieron muchos golpes en el piso y no supe cómo pararme. Partí por el alcohol y seguí con las drogas. Vendí todo lo que había en mi casa. Siempre digo que lo más doloroso fue haber vendido los juguetes de mis hijos, sus camas, sus ropitas. Saqué hasta las cañerías del departamento para cambiarlas por droga. Deshuesé la casa y cuando ya no tenía qué vender, salí a cogotear a punta de cuchillo y, después, con pistola”.

Cómo logró salir de ese espiral de drogas y violencia responde a su propia técnica de rehabilitación. Una muy personal. Brutal. Que nos explica en detalle:

–Estoy en contra de estos centros de rehabilitación que son voluntarios, porque, ¡por el amor de Dios!, los adictos no tienen voluntad. Lo digo con conocimiento de causa. No tenemos voluntad y ese segundo de voluntad que tenemos se pasa al siguiente segundo. Por eso, yo me encerré en mi block y le tiré las llaves a una vecina de confianza, quien me pasaba comida. Ahí estuve un mes y medio encerrada. Pataleé, vomité, luché con todas las sombras que se me venían encima… y logré sanarme. Entendí que si me seguía juntando con ese grupo de amigos, iba a vivir dependiente de la droga, como ha pasado con muchos de ellos, a los que me parte el alma ver cómo están hoy”.

UNA RABIA Y RESENTIMIENTO TERRIBLES

–La droga te atrapa en una red de violencia. Es así. Antes veíamos a los jóvenes robar un auto sólo para pasearse en él y dejarlo por ahí tirado después de una noche de fiesta. Pero hoy la mayoría lo hace para cometer otros asaltos, venderlos, desarmarlos –comenta Melyna en este Hora de Conversar, centrado en la situación de esos 227 mil niños, niñas y adolescentes que no asisten a la escuela hoy en Chile. Y que aumentan a razón de 50 mil por año post pandemia sin que a nadie parezca importarle.

–¿Cómo se vive el abandono escolar en Bajos de Mena? ¿Se percibe? ¿A qué lo atribuyes?

–Se está viendo harto que para los chicos y chicas ya no es interesante ir al colegio. La educación se ha vuelto un valor relativo. Ya no llama la atención. No la ven como un medio de superación personal, porque hoy los chicos quieren soluciones rápidas y estudiar no es rápido. No da dinero y fama inmediatos. Ellos hoy apuestan por tener algún emprendimiento online fácil, aprovechando la tecnología. Música urbana, venta de algo, mostrarse a sí mismos. Conozco niñitas de 9 años que quieren ser la Paty Fácil, la Anita Fácil. Esos son los modelos que siguen a través de lo que se transmite en las redes sociales. Todos quieren likes. Y creen que ahí encontrarán el éxito y la plata que quieren.

Todo es inmediatez. No existe la reflexión. Eso es lo que percibe Melyna en los desamparados territorios donde vive y en los que ella ha sabido descubrir y estimular el talento.

–Tus tres hijos son ya adultos y ninguno se torció por el camino, pese a tu etapa oscura de consumo y delincuencia. ¿Cómo lo lograste?

–Porque yo no quería que ellos pasaran por lo que yo pasé: el robo, la droga. Los cabros son siempre nuestro motor. Yo intenté enseñarles lo bueno. Un día mi jefa me dio permiso para irme temprano, porque ella viajaba. Entonces decidí pasar por el colegio a ver cómo estaba mi hija, porque yo nunca alcanzaba a ir a las reuniones de padres y apoderados. Ahí descubrí que no iba hacía tres meses. Me fui llorando. No sabía si llegar y molerla a palos, porque yo trabajaba tanto para que ella estudiara y ella respondía así. Ahí la llevé a trabajar conmigo para que viera el esfuerzo que yo hacía.

–Como trabajadora de casa particular que fuiste, ¿cómo ves el otro lado de la moneda, el de los niños y niñas de los sectores socioeconómicamente altos?

–Mucho abandono y soledad, por eso muchos chiquillos sienten más cercana a la nana que a sus madres. Me ha tocado ver casos de mamás en esas casas inmensas que deben llamar a su nana a Bajos de Mena para que contengan a sus hijos, porque a ellas sencillamente no las pescan.

Melyna Montes cree que las mujeres hemos aprendido muchas cosas malas de los hombres. Y, aunque aclara que no es psicóloga, cree que los niños hombres de hoy acumulan resentimiento contra las mujeres a partir del abandono de sus madres. “Por eso, hoy estos chiquillos que toman la decisión de delinquir cuando se encuentran con una mujer, ven en ella a su madre y se desquitan. Es muy triste darse cuenta de esa tremenda rabia y resentimiento con que están creciendo estos cabros”.

“ME SIRVEN EL COLO Y LA CHILE”

Ella, que era buena organizando maldades, hoy está dedicada a la producción de bondades. Un cambio que le ha significado mucho reconocimiento. Habla del Perejil y del Ojo de Lince, dos de sus secuaces, a los que en sus asaltos ella sacaba lo mejor de ellos mismos. Hoy hace lo mismo, pero en un sentido positivo. 

“En Bajos de Mena hay personas maravillosas, que se han activado, gracias a mi trabajo como facilitadora. Lo aclaro para que nadie se sienta pasado a llevar. Yo no soy dirigente vecinal. Nunca lo he sido. Soy una productora de encuentros entre organizaciones, empresas, personas que están fuera de Bajos de Mena y que quieren hacer algo con y por nosotros”.

Doscientos mil habitantes en 4.7, kilómetros cuadrados viven en Bajos de Mena. Hay 90 juntas de vecinos y decenas de clubes de adultos mayores, grupos folclóricos, basquetbolistas, grafiteros, artesanas. “De lo que me pidan, tengo”, dice Melyna, quien es una gran tejedora de redes. Por eso es la mejor productora de matrimonios, graduaciones y bautizos que existe con su empresa Mely Producciones. Ella pone desde la cámara de video 360 hasta la guagua si es necesario, como dice en broma.

Colaboración, comunidad, redes, inclusión, emprendimiento, son todos conceptos con los que esta flamante cincuentona se peina. Y con los que sorprende al mundo.  Ella minimiza sus méritos, los que en el último tiempo le han valido el reconocimiento internacional como “lideresa” del Women Economic Forum por todas sus actividades sociales, donde 1KO es la más visible. 

Ella, sin embargo, minimiza sus méritos y los resume así: “Yo siempre digo que yo soy la vieja copuchenta 3.0 del barrio, porque tomo a las personas que están haciendo algo positivo por la comunidad y hablo de ellas. O sea, hablo bien de ellas y de sus talentos, y así logro conectarlas”. 

Como su talento es hablar bien de los demás, se escurre con la habilidad de un pez, cuando la llevamos al terreno político. Dado que Bajos de Mena y todo Puente Alto tendrán nuevo alcalde en las elecciones de octubre de este año, le preguntamos quién será su candidato.

Responde:

–Yo intento mantenerme al margen de esas definiciones. A mí me sirven la religión evangélica, la católica y todas las que vengan; me sirven el Colo, la Chile y el Magallanes. Me gustan el blanco y el negro. Me sirve la derecha, me sirve a la izquierda. Yo estoy aquí y voy a trabajar con el que llegue y voy a dar lo mejor de mí para sacar adelante a la gente valiosa y talentosa de Bajos de Mena.

 

 

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