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Las universidades ante la nueva Política Nacional del Litio Opinión

Las universidades ante la nueva Política Nacional del Litio

Álvaro Ramis Olivos
Por : Álvaro Ramis Olivos Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC).
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El mundo avanza hacia estándares en materia de protección del clima y el ambiente que sean comparables entre países. Cada vez se afianzan más los marcos normativos globales, como condiciones comunes que apuntan a la descarbonización de la industria, con estándares y certificaciones que incentiven las inversiones hacia la producción verde.


La meta país está clara: “Nuestro desafío es que Chile se transforme en el principal productor del litio del mundo, aumentando su riqueza y desarrollo, al mismo tiempo que protegemos la biodiversidad de los salares”. Este propósito es un objetivo de marca mayor, que reclama todo el apoyo de nuestra sociedad y la fuerza creativa de todas las instituciones universitarias que poseen un compromiso con lo público.

La creación y diseño de la Empresa Nacional del Litio, 100% estatal, con la capacidad de asociarse con privados para el desarrollo de proyectos, debe contemplar la participación de múltiples actores que deben ser incorporados a esta discusión: autoridades locales y regionales, el mundo académico, científico e investigativo, las empresas productivas y por supuesto la sociedad civil organizada.

Se trata de un criterio que nos une: somos un país que se debe fijar nuevas y ambiciosas metas de progreso. En torno a la nueva Política Nacional del Litio nos podemos encontrar en el objetivo de reorientar nuestra economía, abandonar los combustibles fósiles y de avanzar en producir de forma climáticamente neutra. Este es el mayor desafío de futuro al que nos enfrentamos hoy, no solo como país, sino como humanidad. La urgencia de esta tarea se evidencia en lo perentorio de los signos concretos del cambio climático.

Sabemos que la principal enseñanza de nuestra historia es que se deben administrar con responsabilidad las riquezas naturales almacenadas sobre y bajo nuestra tierra. Y se deben crear las condiciones para que ese proceso productivo y comercial se genere en condiciones justas, que beneficien a la ciudadanía, permitiendo la generación de valor añadido.

La historia nos enseña que, al contrario de lo que pasó antaño con el salitre, no debemos depender demasiado de un único producto de exportación, de un proveedor o de un cliente. Y el tiempo presente nos advierte que el boom del litio deberá ser ambientalmente sostenible. La minería del siglo XXI no puede reducirse a la extracción y transporte de materias primas, sin respeto por el entorno, sin condiciones laborales, sin la creación de valor añadido sobre el territorio, como aconteció hasta 1920 con el salitre.

El mundo avanza hacia estándares en materia de protección del clima y el ambiente que sean comparables entre países. Cada vez se afianzan más los marcos normativos globales, como condiciones comunes que apuntan a la descarbonización de la industria, con estándares y certificaciones que incentiven las inversiones hacia la producción verde.

Chile puede ser líder internacional en ese campo, apostando a una serie de progresos relacionados a las tecnologías verdes, si sabemos ver en el litio una tremenda oportunidad de apalancar la transición hacia las energías renovables, como la eólica, solar e hidráulica. Tenemos todo lo necesario: el sol de los desiertos del norte, la energía hidráulica de las montañas, la fuerza eólica en las vastas praderas del sur.

El Presidente ha optado claramente por generar las condiciones para una minería sustentable, que atienda a la huella de CO2; a la eficiencia hídrica y el respeto de los derechos humanos.

Esos objetivos serán imposibles de alcanzar sin una inversión decidida en la formación profesional y continua de quienes se aboquen a esta industria. Y a la vez reclama el apoyo al desarrollo científico y tecnológico en gran escala, para que las materias primas no solo se extraigan, sino que también puedan ser procesadas, en las óptimas condiciones sociales y ambientales que se requiere.

Como señaló el Presidente Boric, se deberán “crear capacidades de investigación en ecología, geología y ciencias sociales sobre los salares, su biodiversidad y las comunidades que viven en torno a ellos”. En ese objetivo las universidades deberemos orientar nuestras metas y políticas de investigación a estas prioridades, preparándonos para apoyar el salto inédito que el país demanda.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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