Publicidad
Cuestión de fe: la Selección se recluye en el Monasterio Celeste

Cuestión de fe: la Selección se recluye en el Monasterio Celeste

Con la Copa América como ambicioso objetivo de Chile, Jorge Sampaoli lleva a la Roja a una semana de preparación intensa en el moderno centro deportivo de O’Higgins en Requínoa, vislumbrando una polémica ad portas: la presencia de drones.


Cuando el presidente del fútbol chileno en su visita al Vaticano pidió al Papa Francisco ayuda divina para que Chile logre ser campeón de la Copa América 2015, muchos supusieron que tanto derroche de fe llegaría sólo hasta ahí. Sin embargo, la concentración de la Roja a partir del próximo 24 de mayo, en un antiguo convento de la Sexta Región, supone otra búsqueda inconsciente de ese contacto “celestial” que -de pronto- nos permita romper la historia en el próximo campeonato de selecciones.

Más allá de las interpretaciones o ironías a que apela el folclór futbolero, la Selección llega al Centro Deportivo Monasterio Celeste tras un brusco cambio de rumbo que originalmente consideraba destinar varios cientos de miles de dólares a desarrollar la preparación en Marbella u otro punto acogedor de Europa.

En rigor, -además de los periodistas que serían enviados especiales- hubo muchos que arriscaron la nariz cuando supieron que irían en bus a Requínoa antes que en avión a Europa. Cual sea el verdadero trastorno de la determinación, el plantel se acuartelará en el centro deportivo de O’Higgins en la parcelación Las Mercedes para construir la plataforma de su trabajo físico y táctico para la Copa América.

O’Higgins levantó su fortín a 24 kilómetros de Rancagua, en un sector de frutales y fundos de escasa conectividad y cuyo acceso por un camino privado será fácilmente controlable para los encargados de la seguridad. La distancia y el aislamiento fueron factores importantes para elegir aquel complejo cuyo nombre propio de Monasterio proviene de una congregación jesuíta que predicaba la religión y fabricaba chocolates caseros en aquellos terrenos donde sólo se cultivaban almendros.

En 15 hectáreas, el club administrado por la familia Abumohor creó una verdadera ciudad deportiva con 8 canchas de estándar FIFA, hotel de concentración para 35 personas, el gimnasio de máquinas más moderno de nuestro fútbol, un club house, salas médicas y técnicas y todas las comodidades indispensables para que incluso antes de Jorge Sampaoli fuera el propio Dunga quien lo visitara para buscar el posible alojamiento de Brasil.

LA AMENAZA DE LOS DRONES

“Acá lo único que se puede hacer es entrenar, comer y dormir. Los gallos despiertan de madrugada, no hay distracciones posibles y el nombre de Monasterio le queda perfecto por la tranquilidad del lugar”, advierte uno de los cuidadores de las prolijas canchas que, después de Chile, también ocupará la delegación de Venezuela durante la Copa América.

En la Sexta Región, donde Rancagua será sede del torneo, por estos días se declaran orgullos de tener como huéspedes a las figuras de la Roja, aunque para ellos será casi imposible verlos entrenar. El recinto está rodeado de fundos casi inaccesibles y muchos apuestan porque hasta a los móviles de televisión les será complejo estacionarse frente a los portones como lo hacen habitualmente en Juan Pinto Durán.

“Es un sueño tener a la Selección nacional acá en Rancagua y en nuestro complejo”, resumía hace días el Joven zaguero Brian Torrealba, quien completa su tercer año como “sparring” en el grupo de proyección que trabaja con Sampaoli.

En todo caso, para los ex ohigginianos Sampaoli, Jorge Dessio y Nicolás Diez -ex jugador y hoy integrante del staff- será toda una novedad volver a un centro deportivo radicalmente distinto al que conocieron cuando eran “celestes” y la actividad se concentraba en el Complejo La Gamboína.

Mientras se afina la logística para acoger a la Selección en las instalaciones que por estos días aún ocupa el plantel de O’Higgins, algunos medios capitalinos ya preparan la “artillería” profesional que piensan utilizar para obtener imágenes de los entrenamientos diarios. Y uno de las principales armas parece ser los “drones”, sujetos a una normativa que todavía no se aplica ni clarifica en su esencia.

Definido en el diccionarios de la Real Academia como adaptación al español del sustantivo inglés drone (literalmente ‘zángano’), se trata de un aparato o aeronave no tripulada, provisto de una cámara y controlado en forma remota. Y ese mecanismo de cobertura periodística amenaza con convertirse en la gran novedad -y posible motivo de controversia o de conflicto- del ciclo que iniciará la Roja previo a la Copa América. Especialmente después de la confirmación del propio entrenador Sampaoli en una entrevista reciente donde reconoció que “para mí, el fútbol es como una guerra y siempre pienso que nos están espiando…”

Al fin, por una semana la atención futbolera criolla se centrará en los pastos y pasillos del Monasterio Celeste. Y también en los cielos de Requínoa.

Publicidad

Tendencias