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Siria: entrada de EE.UU. pone al conflicto en otro nivel

Al armar a los rebeldes sirios Obama puede asumir una responsabilidad cuyo objetivo le sería difícil cumplir. Más armamento, dicen algunos críticos, simplemente prolongará la lucha y el derramamiento de sangre. No es de extrañar que algunos describan la situación como «un problema infernal».


Lo que es actualmente una guerra civil en Siria podría derivar en un conflicto abiertamente internacional.

La decisión de Washington de este jueves de enviar una ayuda militar todavía no bien especificada a los rebeldes sirios despierta temores de un mayor alcance geográfico de un conflicto con aristas ya de por sí complejas.

El anuncio de Obama de que ayudará a la oposición tras llegar a la conclusión de que el gobierno de Bashar al Asad usó armas químicas se enmarca dentro de un complicado cóctel de alianzas militares, políticas y conflictos sectarios cuyo resultado no está claro.

Como explica el analista de la BBC Jonathan Marcus, un desbordamiento de la crisis podría llevar a una situación de guerra regional en Líbano y tal vez Israel. Los límites podrían extenderse a la crisis de Irak y quizás abrumar a Jordania.

Al armar a los rebeldes sirios Obama puede asumir una responsabilidad cuyo objetivo le sería difícil cumplir. Más armamento, dicen algunos críticos, simplemente prolongará la lucha y el derramamiento de sangre. No es de extrañar que algunos describan la crisis de Siria como «un problema infernal».

La guerra civil del país surgió de las protestas que se extendieron por el mundo árabe en 2011, llegó a ser el más mortal de los levantamientos y el más complicado de resolver, con líneas sectarias de todo Medio Oriente enfrentándose.

Mientras Occidente aprueba la decisión estadounidense, los aliados de al Asad –Irán y Rusia, y hasta el grupo libanés Hezbolá- miran con atención.

La presencia de Irán en el conflicto y la posibilidad de que el régimen islámico aumente su liderazgo en la región seguramente influyan en que EE UU y otros países apuesten por una actuación más contundente.

En enero de este año, Israel atacó un convoy de armas que fuentes de inteligencia sugieren que transportaba misiles tierra-aire SA-17 que iban a ser transferidos de Siria al grupo Hezbolá.

El ataque puso de manifiesto la capacidad de la Fuerza Aérea israelí para atacar objetivos dentro de Siria y mostró un patrón de ataques que en cualquier momento podría llevar a Siria, junto a Hezbolá, hacia una guerra regional.

La zona de exclusión

Aún hay más dudas que certezas: qué tipo de suministros les enviará a los rebeldes EE.UU. –que evita cuidadosamente usar el verbo «armar-, si se establecerá una zona de exclusión aérea, cómo se asegurará EE.UU. de que los suministros no acaben en manos de al Qaeda…

Otra de las dudas que flotan en el aire es si EE.UU. mostrará las pruebas de que al Asad usó armas químicas y esto lleva inevitablemente a la cuestión crucial de qué hará realmente Obama.

Si los eventuales suministros de armas de Estados Unidos no inclinan la balanza a favor de los rebelde, ¿entonces qué? ¿Se suministrarán armas más sofisticadas? Esto ¿requeriría un entrenamiento activo por parte de EE.UU.? Y ¿sería ese el comienzo de una pendiente resbaladiza hacia una intervención más directa?, se pregunta Marcus.

Por lo pronto, Ben Rhodes, viceconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, dijo que se ha descartado el despliegue de tropas terrestres en Siria y no se ha tomado ninguna decisión respecto a acciones concretas, como declarar una zona de exclusión aérea.

Pero funcionarios estadounidenses ya han dicho que Washington quiere establecer una zona de exclusión aérea cerca de la frontera de Siria con Jordania.

Esto supondría que EE.UU. destruiría las defensas aéreas de Siria, llevando el conflicto interno de ese país a un nuevo nivel, al estilo de la acción militar que usó la OTAN hace dos años para derrocar al líder libio Muamar Gadafi.

Pero, armar a los rebeldes ¿garantizaría un éxito? Como recuerda el analista de la BBC, las fuerzas de la oposición ya han estado recibiendo grandes cantidades de armamento de sus partidarios en el Golfo. ¿Qué diferencia harán las armas de Estados Unidos?, se pregunta.

Las potencias occidentales piden que al Asad deje el poder, pero hasta ahora han sido reticentes a armar a los rebeldes, preocupadas de que esto se les vuelva en contra. Fortalecer a grupos islamistas sunitas –rama del Islam a la que pertenecen los rebeldes- puede hacer que las armas terminen en manos de la red global al Qaeda.

¿Es esa una de las razones por las que no se considera aún enviar armas más sofisticadas, como misiles antiaéreos?

Hace apenas unos meses, los países occidentales creían que los días de al Asad estaban contados. Pero el tablero se ha inclinado a en su favor, por lo que la posibilidad de su rápida eliminación o el fin al derramamiento de sangre parece remoto sin intervención externa.

Hezbolá y Rusia

Mientras tanto, miles de combatientes del Hezbolá se unieron a las filas de al Asad en las últimas semanas y ayudaron a recapturar el estatégico pueblo de Qusair.

Esto aviva los temores de que la violencia sectaria se expanda por Medio Oriente.

La posibilidad de que EEUU entre de lleno en el conflicto pone a Washington en una situación tensa con Moscú, que ya usó tres veces usa su poder de veto en la ONU para bloquear resoluciones que pudieran amenazar a al Asad.

Obama y el presidente ruso, Vladimir Putin, se reunirán la semana próxima en la reunión del G8 en Irlanda del norte.

¿Cómo podría el suministro de armas influir en las posibilidades de una solución negociada?

El punto de vista de Washington, París y Londres es que el objetivo sigue siendo lograr que el gobierno y la oposición de Siria se sienten a la mesa de negociaciones en Ginebra.

Pero, ¿no será la decisión de EE.UU. un golpe a las posibilidades de una conferencia de paz, por lo menos en el futuro inmediato?

El escenario está listo para algunas discusiones interesantes en la próxima reunión del G8.

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