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Iraníes meditan si Rohami avanzará en la apertura política y mejorará la economía

Para gobernar y cumplir sus promesas de mejorar la economía, los derechos civiles, la situación de la mujer y la política exterior, el nuevo presidente tendrá que contar con la aquiescencia del líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, que tiene siempre la última palabra y controla directamente las relaciones exteriores y la cuestión nuclear.


Un día después de festejar la sorpresa de la elección como presidente del clérigo reformista moderado Hasan Rohani, los iraníes meditan hoy sobre si podrá avanzar en la apertura política y mejorar la economía, mientras desde e l extranjero piensan en las perspectivas que se abren en Irán.

Poco más de la mitad de los electores que acudieron a las urnas el pasado viernes dieron a Rohani 18.613.329 sufragios, lo que supone que una cuarta parte de los 75 millones de habitantes de Irán votó por él, lo que le otorga una enorme influencia, aunque en el régimen teocrático de la República Islámica su poder es limitado.

Para gobernar y cumplir sus promesas de mejorar la economía, los derechos civiles, la situación de la mujer y la política exterior, Rohani tendrá que contar con la aquiescencia del líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, que tiene siempre la última palabra y controla directamente las relaciones exteriores y la cuestión nuclear.

En cualquier caso, Rohani cuenta con el respaldo de dos ex presidentes reformistas moderados, Akbar Hashemi Rafsanyani y Mohamad Jatami, que ya gobernaron con Jamenei, con el que también tiene lazos desde su colaboración en la guerra contra Irak (1980-1988).

«Si no queremos violencia, sólo mediante los reformistas podemos conseguir el cambio», dijo hoy a Efe Nasia, una profesora universitaria iraní que considera que Rohani, «un clérigo del régimen islámico, puede ser un paso hacia una auténtica democracia sin tutela religiosa».

«Veremos que es capaz de hacer y cómo se mueve entre el aparato del sistema, pero tenemos muchas esperanzas puestas en él», agregó Nasia, que como muchos iraníes ajenos al sistema teocrático musulmán chií que han votado a Rohani, afirma que «era cuestión de elegir entre lo malo y lo peor».

Para ella, y para un diplomático de la Unión Europea, que pidió el anonimato, «estas elecciones han estado llenas de sorpresas y de hechos impredecibles; uno de ellos la alta participación y, sobre todo, la elección de Rohani en primera vuelta, algo que nadie esperaba».

«Podíamos pensar que Rohani iba a pasar a la segunda vuelta, junto un candidato ultraconservador patrocinado por el régimen, pero nunca pensamos que ganaría en la primera y con tan aplastante número de votos», señala el diplomático.

Para él, que creía que el nuevo presidente sería ultraconservador, lo sucedido «ha sido un giro inesperado y positivo», pues, de las opciones que había, «ha salido la que parece más favorable a nuestros intereses».

Aunque con las debidas reservas, dado lo imprevisible de la política iraní, el diplomático señala que Rohani podría favorecer, por su influencia en Jamenei, un cierto acercamiento a Occidente y aliviar las sanciones internacionales, lo que tendría un inmediato efecto favorable sobre la debilitada economía del país.

Irán tendrá que adoptar «una línea nueva en las conversaciones nucleares con las grandes potencias y el negociador iraní, Sail Jalili, será difícil que siga en el puesto, dadas sus posturas radicales y que ha sido candidato en estas elecciones, con poco más que una quinta parte de votos que Rohani», dijo el diplomático.

«Aunque al secretario de Consejo Supremo de Seguridad Nacional, máximo negociador internacional nuclear de Irán, lo designa el líder supremo, no sé cómo va a mantener a Jalili, con una presión de dieciocho millones y medio de votos que señalan otra dirección», manifestó.

Otra «patata caliente» que se le plantea a la dirección religiosa del régimen y las fuerzas militares y de seguridad que la sustentan, son los derechos humanos, civiles y políticos, cuyo respeto reclaman la gran mayoría de iraníes y, como caso especial, el encarcelamiento de los líderes reformistas Mir Husein Musavi y Mehdi Karrubi.

Musavi y Karrubi, candidatos presidenciales reformistas en 2009, cuando ganó oficialmente el actual presidente, Mahmud Ahmadineyad, denunciaron fraude y encabezaron las protestas del Movimiento Verde, que fueron sangrientamente reprimidas por el régimen.

Tachados de sediciosos, Musavi y Karrubi están en prisión domiciliaria incomunicada y sin juicio desde principios de 2011, una situación que «difícilmente se va a poder prolongar con un presidente reformista con un apoyo popular tan contundente», dice a Efe un diplomático sudamericano.

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