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Visten de mujer indígena a un alcalde boliviano por su mala gestión

Visten de mujer indígena a un alcalde boliviano por su mala gestión

Bruno Álvarez, alcalde de Caquiaviri, fue obligado a ponerse una pollera (falda) amarilla, mantón del mismo color, un sombrero tipo bombín y un aguayo (tela empleada por las mujeres para portar mercancías o bebés a la espalda).


Líderes aimaras del altiplano boliviano obligaron a un alcalde a vestirse de mujer con las ropas tradicionales de las «cholas» paceñas como castigo por su mala gestión, relató este lunes el diputado opositor Rafael Quispe, quien fue testigo del insólito castigo impuesto al regidor.

Quispe señaló que la escena tuvo lugar la semana pasada en el municipio de Caquiaviri, a 90 kilómetros de La Paz, y lamentó que se utilice la vestimenta femenina como forma de denigrar a una persona.

Bruno Álvarez, alcalde de Caquiaviri, fue obligado a ponerse una pollera (falda) amarilla, mantón del mismo color, un sombrero tipo bombín y un aguayo (tela empleada por las mujeres para portar mercancías o bebés a la espalda).

Esos son los elementos principales que componen la vestimenta tradicional de las mujeres indígenas del altiplano boliviano, conocidas como «cholitas».

«Decidieron castigar al alcalde por algunos temas internos, como su mala gestión y su (supuesto) apego a la corrupción», explicó Quispe a la Agencia EFE, quien tomó fotografías del alcalde vestido de chola y las ha difundido en las redes sociales para denunciar el suceso.

El regidor castigado es hermano de una exdiputada del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) que, según Quispe, está implicada en el fraude millonario del Fondo Indígena, un organismo que destinó altas sumas para proyectos de desarrollo que nunca llegaron a ejecutarse.

«Vestirlo de mujer es una forma de castigar, se afecta la dignidad de la mujer, es una forma de discriminación, pero ellos lo hicieron para castigarlo. Lo hicieron pasar por cada esquina del pueblo», aseguró el legislador.

El machismo y la denigración de la mujer están profundamente arraigados en la sociedad boliviana, en especial en las zonas rurales.

Bolivia es, según datos del programa ONU Mujeres, el país latinoamericano con mayores tasas de violencia machista y el segundo después de Haití en violencia sexual.

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